La historia de Antoni Benaiges es la historia de una promesa incumplida, la que le hizo un maestro a su alumnado. Fue una promesa formulada a comienzos del 1936 a los niños y las niñas de la escuela rural de Bañuelos de Bureba, un pequeño pueblo de la comarca de la Bureba, en Burgos. Y fue incumplida a causa de la sombra del golpe de Estado de julio de aquel mismo año, que se extendió hasta conseguir acabar con la vida de miles de personas, entre ellas numerosos maestros y maestras.
Sergi Bernal, documentalista, ha sido el encargado de recuperar la historia de Benaiges, uno de estos docentes comprometidos con la educación basada en los ideales republicanos y que se implicó al proponer una pedagogía con un fuerte componente emancipador. Pertenecía a una generación de maestros y maestras con una nueva forma de entender la educación que fue extendiéndose durante los primeros años de la Segunda República pero que no pudo continuar por la llegada de las tropas afines al bando fascista y la posterior dictadura.
La historia surgió casi inesperadamente: “Un día, de casualidad, leí un número de la revista de divulgación histórica Sàpiens donde se hablaba sobre la investigación del cuerpo de Josep Suñol, presidente del Barça y diputado republicano”, relata Bernal. Se puso en contacto con una historiadora y le pidió ayuda para hacer fotografías del proceso de exhumación en la fosa de La Pedraja, en Burgos. “Era muy grande, salieron 135 esqueletos en dos exhumaciones. Documenté las fases, grabé entrevistas a familiares de personas asesinadas…”, explica. Estaba dando por acabado el trabajo cuando, de casualidad, la historia tomó un giro inesperado: cuando el equipo de las exhumaciones estaba recogiendo, apareció una persona del pueblo de Bañuelos de la Bureba diciendo que allí se encontraba el maestro de su pueblo, Antoni Benaiges.
Bernal se puso a buscar información a través de la red, pero lo único que encontró era una pequeña publicación de un blog de México. “Aquel texto hablaba de un maestro que había sido asesinado los primeros días de la Guerra Civil, que se encontraba en la fosa de La Pedraja y que había prometido a los niños de la escuela de aquel pueblo de montaña que aquel invierno los llevaría a ver el mar por primera vez cerca de su pueblo natal, en Tarragona”.
Precisamente allí, en su localidad natal, sus familiares todavía conservan algunas copias de uno de los cuadernos más emblemáticos que se produjeron en aquella escuela: El mar, la visión de unos niños que no lo han visto nunca. “Aquello era una perla, toda una declaración de intenciones, un cuaderno donde el alumnado de esta escuela de Bañuelos de Bureba se expresaba libremente alrededor de la idea de cómo imaginaban que sería el mar y cómo sería la experiencia de verlo por primera vez”, rememora Bernal.
“El maestro dice que iremos a bañarnos, yo digo que no voy a ir porque tengo miedo que me voy a ahogar”, escribía la alumna Lucía Carranza al respecto de la promesa. “El mar será muy grande. Yo no lo sé porque no he estado allá. También será muy ancho y tampoco sé si es ancho o no lo es”, dudaba Natividad Hernáez. “En el mar habrá más agua que toda la tierra que yo he visto. El agua estará muy caliente. En las orillas debe ser piedra, porque si no se lo tenía que llevar”, se aventuraba Severino Díez… “Se trataba de un ejercicio de imaginación y de toma de la palabra excepcional”, resume el documentalista. Pero aquel sueño se truncó porque llegó el alzamiento, la detención, la tortura y la ejecución de este maestro.
Anton, un joven maestro comprometido con la transformación social
Antoni Benaiges fue un maestro catalán nacido en 1903 en el pueblo de Mont-Roig del Camp (Tarragona). Antes de ser maestro, y a pesar de que toda su familia se dedicaba a oficios relacionados con el mundo de la educación y la pedagogía, él hizo de campesino, coyuntura que le facilitó contar con una perspectiva bastante clara alrededor de la problemática asociada a la distribución de la riqueza así como de las desigualdades existentes en aquel momento.
En el año 1928 empezó a estudiar en la Normal de Barcelona, acabando finalmente en 1934 como maestro en aquella escuela rural situada cerca de Burgos. “Bañuelos era un pueblo casi sin carreteras y sin gas, electricidad y agua corriente de poco más de doscientos habitantes y donde todo el mundo se dedicaba al cultivo del cereal. Contaba, eso sí, con una escuela, una pequeña escuela donde llegó destinado el maestro Benaiges”, explica Bernal. Previamente a su llegada a este pequeño pueblo, Benaiges había sido destinado a la localidad catalana de Vilanova i la Geltrú, lugar donde conoció las técnicas Freinet.
Estos postulados pedagógicos partían de la base de confiar plenamente en las posibilidades de cada uno de los niños y de las niñas y darles la palabra. El alumnado construyó un trabajo cooperativo dentro del aula alrededor de la imprenta escolar, fabricando un diario escolar y unos cuadernos de forma periódica que se intercambiaban con otros pueblos donde también se estaban poniendo en práctica experiencias educativas parecidas. “A través de estos cuadernos los niños y las niñas explicaban su día a día, trabajaban el espíritu crítico al escribir aquello que veían y preguntarse el porqué de cualquier duda o acontecimiento que estuviera ocurriendo en el pueblo: quién era la persona más mayor, cómo se había muerto la burra del vecino, quién era la persona más pobre y la más rica, y así un largo etcétera” afirma Sergi.
Benaiges fue un maestro, en definitiva, que llevó la esperanza y el progreso a esta pequeña localidad de Burgos: “Este maestro no solo llevó la imprenta, el gramófono y la modernidad sino que también llevó el progreso, significó un perfil de persona muy avanzada a sus tiempos”. Pero a raíz de esta toma de la palabra por parte de su alumnado empezando a rondar por el pueblo haciendo preguntas, cuestionándose el por qué de las cosas y tratando de analizar los motivos que generaban las profundas desigualdades sociales existentes, se encendieron las alarmas entre la gente con más poder tanto de esta localidad como de su alrededor. Unas alarmas que ya habían empezado a sonar prácticamente desde la llegada de Benaiges al pueblo ya que “lo primero que hizo nada más pisar la escuela —asegura Bernal— fue pintarla y sacarle el crucifijo, algo que no estuvo bien visto ya que este pueblo era muy católico y, además, los caciques contaban con mucha fuerza”.
Dar la palabra y la voz al alumnado
“Todo aquello que queda de Antoni Benaiges se conserva en una caja de cartón. Es poco. Unas fotos en blanco y negro y unos cuadernos antiguos impresos de forma rudimentaria y que la familia guarda desde hace muchos años”, escribe Francesc Escribano en el libro Antoni Benaiges. El maestro que prometió el mar (Desenterrando lo silencio), una obra escrita conjuntamente con Sergi Bernal, Francisco Ferrándiz y Queralt Solé que sirve para homenajear a este maestro. Más allá de la vertiente emocional que supone tener estos pequeños recuerdos, los autores destacan la vertiente pedagógica que supuso trabajar en el aula a través de la imprenta y la expresión libre del alumnado.
Al pedagogo francés Célestin Freinet se añadían otros referentes que ayudaron a poner en práctica desde las escuelas “los nuevos ideales de ciudadanía que llegaron con la proclamación de la Segunda República”: María Montessori, Ferrer i Guàrdia y Adolphe Ferrière… Pero las técnicas propuestas por Freinet tales como la asamblea, el texto libre, la correspondencia interescolar y el uso de la imprenta ayudaban a construir una relación entre la escuela y el entorno que permitía la entrada de la vida real dentro del espacio del aula. Gracias a esta práctica, el alumnado de esta escuela se convirtió en cronista de la vida del pueblo: además de hacerse preguntas y averiguar cosas, a través de estas publicaciones se compartían también refranes, canciones populares y observaciones meteorológicas.
De este modo, ya no estaban encerrados dentro de las cuatro paredes de la clase donde debían de empezar a recitar los mismos temas repetitivos y memorísticos sino que la clase se llenaba de experiencias de vida. De hecho, se ve en los escritos del maestro Benaiges que el cuaderno y el periódico no suponían un fin sino un medio, “porque vamos al sentido profundo de la libertad. Sentido vital. El papel rayado es pauta. La pauta es conducción. O lo que es igual, dejarse llevar. (…) El niño, para ser educado, necesita camino libre, trazarse por sí mismo la trayectoria de sus actividades. ¿Que con papel sin rayar el niño escribe torcido? Mejor. Un motivo más para mejorarse yendo derecho. Dejémosle”.
La propuesta de maestros como Benaiges era que la educación básica se extendiera, que no estuviera reservada solamente para la gente que valía para hacer una carrera lejos del pueblo sino para todo el mundo y hacer sentir al alumnado que tenía una responsabilidad. “Una manera de construir ciudadanía, donde poder defender su pueblo y dignificarlo. Una educación donde todo el mundo tuviera dignidad, supiera expresarse, escribir y comunicar. En definitiva: hacer ciudadanía del futuro, eso sí, con valores republicanos”, concluye Bernal. Todavía hoy son muchos quienes se consideran herederos de estas propuestas pedagógicas e incorporan algunas de estas técnicas a la hora de trabajar dentro del aula, y también en espacios menos institucionalizados.
El Retratista: un antídoto frente a los discursos de odio
Desde este encuentro inesperado con el caso del maestro Benaiges, a lo largo de estos más de diez años que Sergi Bernal lleva investigando la vida de este maestro, la red de personas que han ido vinculándose alrededor del proyecto ha sido muy fecunda y extensa. “Se generó una red muy grande de colaboradores que compartían con nosotros hallazgos que hacían en archivos, bibliotecas y a través del boca a boca”, expone Bernal. El proceso de investigación que realizó el documentalista sobre este maestro le llevó en un momento dado a México, junto a Alberto Bougleux, director del documental El Retratista, un homenaje visual realizado en la antigua escuela del maestro Freinet exiliado Patricio Redondo.
México supuso un lugar clave para entender todo el proceso seguido después del exilio por un número importante de maestros y maestras republicanos, los cuales pusieron en marcha escuelas en sus nuevos países de acogida, como es el caso de José de Tapia o Patricio Redondo. El equipo documentalista supo de la existencia de la Escuela Experimental Freinet de San Andrés Tuxtla situada en Veracruz (México), en funcionamiento desde el año 1940, donde a día de hoy se siguen utilizando técnicas Freinet. Allí vieron cómo el profesorado de la escuela mexicana homenajeaba a maestros republicanos como Antoni Benaiges, una historia que lograba conectar con el joven alumnado y acercaba la memoria histórica. “Hace de gancho para entender todo lo que supuso la llegada de estos maestros y el motivo por el cual la gente del bando fascista centró una parte importante de su represión contra el magisterio”. Y es que, continúa apuntando Bernal, “tenían muy claro lo que significaban los maestros y quisieron romper con estas ideas, porque eran la punta de lanza del estado republicano y laico en estos pueblos y la vía de entrada hacia la modernidad y el progreso; y esto, a ciertos sectores, no les gustaba lo más mínimo”.
El proceso de investigación, por lo tanto, no quiso solo tratar de explicar quién era este maestro tan emblemático, sino que también simbolizara un ejercicio de memoria democrática antifascista. Al respecto, afirma Bernal que “cuando nosotros íbamos a las fuentes oficiales, como por ejemplo al Archivo General de la Administración, solo encontrábamos cosas negativas referentes al maestro Benaiges”. Se refiere a que en el expediente de depuración del maestro “se podía leer que el alcalde, el cura-párraco y los vecinos dicen que el comportamiento de este maestro era antipatriótico, antisocial y mal visto por todo el mundo y, por consiguiente, baja definitiva y en el escalafón y separación definitiva de su plaza de maestro”. Por eso ellos trataron de recordar su trabajo positivamente, y poner en valor la importancia de aquello que inició en esta pequeña localidad de Bañuelos de Bureba.
Divulgar la memoria democrática es, también, un antídoto frente al fascismo y frente a los discursos de odio que actualmente continúan extendiéndose por todas partes. En este proceso de recuperación de la historia del maestro Antoni Benaiges, Bernal trata de enfatizar no solo su vertiente pedagógica sino también su lado activista: “No se puede hablar de Antoni Benaiges solamente por la cuestión educativa, este maestro no tuvo la oportunidad de envejecer porque lo asesinaron. Por lo tanto, este es un tema que entronca directamente con la recuperación de la memoria histórica y antifascista. Hay que dar a conocer historias reales de vida de la gente que fue asesinada durante este periodo tan oscuro”.
Un objetivo que, en opinión de Bernal, se ha cumplido en gran parte. “La historia de Benaiges ya se conoce y ya hemos puesto nuestro grano de arena para dignificar su papel y para poder hacer este ejercicio de memoria democrática”, valora. Al fin y al cabo, añade, la del maestro republicano es una historia que emociona porque entronca con vivencias personales propias: “Todo el mundo hemos tenido un maestro o una maestra que nos ha marcado, que nos ha hecho sentirnos importantes, que nos ha descubierto algo maravilloso. Pues Antoni Benaiges era un poco esto, un maestro muy vinculado a su trabajo y que trató de construir conciencia a su alumnado”. Un trabajo y una militancia que pagó con su vida, y que le impidió cumplir su promesa: llevar a su alumnado a ver el mar por primera vez.
Fuente: https://www.elsaltodiario.com/ii-republica/antoni-benaiges-maestro-que-prometio-mar