Antonio Basagoiti, presidente del PP del País Vasco, desea la muerte de los presos de ETA sin descartar ni uno solo, sean «buenos» o sean «malos». Esa ha sido su reacción al conocer las medidas que los presos de la organización van a iniciar para denunciar las vejaciones carcelarias que son el pan de cada […]
Antonio Basagoiti, presidente del PP del País Vasco, desea la muerte de los presos de ETA sin descartar ni uno solo, sean «buenos» o sean «malos». Esa ha sido su reacción al conocer las medidas que los presos de la organización van a iniciar para denunciar las vejaciones carcelarias que son el pan de cada día de todos los reclusos díscolos, políticos o comunes y que se extienden hasta sus familiares. Para la cadena de emisoras COPE (la de los obispos, esos que pregonan el amor al prójimo), el problema se reduce a que Basagoiti carece de pelos en la lengua. No tiene pelos en la lengua, es verdad, pero tampoco memoria.
Parece poco saludable anhelar la desaparición física de alguien. En el año 2004, su correligionaria de partido Loyola de Palacio, le deseó la muerte al ex mandatario cubano Fidel Castro, hoy el viejo comandante sigue vivo (con achaques propios de la edad) y Loyola subió al cielo, sólo dos años después de su manifiesto. La cita «si escupes para arriba te caerá encima» se hizo realidad entonces. Así de cruel es la vida, nunca mejor dicho.
Antonio Basagoiti asegura no darle pena la gente de ETA (está en su derecho) porque el colectivo de presos va a iniciar una huelga de hambre, y ha remachado lo siguiente: «Por mí, como si se ponen todos con Otegi el primero, y llegan hasta el final». En fin. Aprovechando que salieron a relucir términos celestiales, gloria eterna, amor al prójimo y cosas así, estoy seguro de que pocos se apenarían si a Basagoiti -cristiano apostólico romano- le diera por emular a Santa Teresa de Jesús, y marchara a tierra de infieles en búsqueda del martirio.
Por fortuna para Santa Teresa -una niña cuando gestó la idea- a ella se lo impidieron sus mayores, pero don Antonio está bien crecidito, y como cree en la superioridad racial y moral de las Españas, podría darse una vueltecita por Afganistán, e intentar apresar al Mulá Omar (vascos presos tiene a centenares), o morir en el intento.
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