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Antonio Escobar, el general olvidado

Fuentes: Rebelión

Señalaban en un reciente escrito que en América Latina, siempre han existido dos clases de militares. Unos, defensores del capital local y foráneo, cómo Pinochet, Videla, Banzer o Stroessner, y otros, soldados patriotas y revolucionarios, cómo Torrijos, Perón, Velasco Alvarado o Hugo Chávez, o simplemente leales a las leyes cómo Carlos Prats. En la España […]

Señalaban en un reciente escrito que en América Latina, siempre han existido dos clases de militares. Unos, defensores del capital local y foráneo, cómo Pinochet, Videla, Banzer o Stroessner, y otros, soldados patriotas y revolucionarios, cómo Torrijos, Perón, Velasco Alvarado o Hugo Chávez, o simplemente leales a las leyes cómo Carlos Prats.

En la España de Franco, Mola o Primo de Rivera, aunque no lo parezca también tuvimos militares de ese segundo tipo. Revolucionarios liberales cómo Rafael de Riego, Juan Martín «el Empecinado», José María de Torrijos o Luis de Lacy, republicanos cómo el coronel Francesc Maciá, los capitanes Fermín Galán y Ángel García Hernández o los generales José Miaja o Vicente Rojo, comunistas cómo Enrique Líster, Juan Modesto, Valentín González «el Campesino», Manuel Tagüeña, o incluso anarquistas como el general Cipriano Mera.

Uno de estos soldados fue el coronel de la Guardia Civil y luego general del Ejército Popular Republicano, Antonio Escobar Huertas, hombre conservador y ferviente católico, que permaneció leal a la República durante la guerra civil, para ser fusilado por el fascismo en 1940.

Tras el golpe fascista contra la República Española, la acción conjunta de la Guardia Civil, comandada por el coronel Escobar, y las milicias anarquistas de Buenaventura Durruti, impidió el triunfo del golpismo en Barcelona. Hermano y padre de religiosas adoratrices, la quema de conventos y asesinato de monjas y curas que siguieron al fracaso fascista en Barcelona, le dolió profundamente, pero eso no le hizo abandonar la causa del pueblo y la legalidad contitucional.

Cuando el sector de la Guardia civil que había permanecido fiel al Gobierno legítimo se transformó en Guardia Nacional Republicana, Escobar se incorporó al Ejército y marchó a la defensa de Madrid, cercada por las tropas fascistas. Tras ser herido en la Casa de Campo, permaneció en reposo durante varios meses. Durante este período permaneció varios días fuera de España, concretamente en el santuario de Lourdes. con permiso del presidente Azaña. A pesar de que podía haberse quedado en Francia o haberse pasado al bando franquista, Escobar regresó a territorio republicano y fue nombrado delegado de Orden Público en la capital de Cataluña.

Al tomar posesión de su cargo sufrió un atentado (al parecer del POUM y los anarquistas), siendo ascendido a general y nombrado jefe del Ejército Republicano de Extremadura. Tras el golpe de estado de Casado, Mera y Besteiro y la salida de España de las principales figuras del Gobierno republicano y del Partido Comunista, que temían ser entregados al fascismo por los traidores casadistas, el general Escobar aceptó entregar sus tropas al general de la Legión Juan Yagüe en el casino de Ciudad Real. Yagüe recomendó a Escobar que abandonara España, pues conocía de sobras a su camarada el Carnicero, pero éste se negó, siendo capturado.

El general Antonio Escobar fue sometido a juicio militar por la acusación de traidor al Alzamiento Nacional. Los traidores a la Constitución y a la bandera que habían jurado defender juzgaban cómo traidor a un hombre leal y honrado, que habiendo muerto su hijo en Belchite sirviendo al fascismo, siguió leal a la República hasta el final. El tribunal, recibiendo órdenes de muy arriba, lo condenó a muerte.

Un amanecer de 1940, Antonio Escobar Huertas fue fusilado con honores militares en los fosos de la fortaleza de Montjuich. Dirigió su propia ejecución y murió abrazado a un crucifijo. Los que se decían cruzados y salvadores de la patria, acababan con la vida de un católico ejemplar, al igual que harían con cientos de miles de españoles que todavía yacen en las cunetas de esta España que masacró y luego olvidó a sus mejores hijos.

El general Escobar nunca fue un revolucionario, ni siquiera un reformador social , era simplemente un hombre honrado que pudo escoger el camino fácil del fascismo y del nacionalcatolicismo, y decidió marchar por la senda difícil de la libertad, de la justicia y de la igualdad . Un militar verdaderamente patriota, no un patriotero fascista vasallo primero del imperialismo nazi para luego serlo del yanqui. Un burgués católico que luchó junto a los proletarios contra la burguesía, los terratenientes y la Iglesia, que defendían a sangre y fuego sus privilegios de clase.

Desde aquí, he querido hacer este modesto homenaje al general Escobar, cómo parte de esa grandiosa lucha que es la Recuperación de la Memoria Histórica, la memoria de aquellos que dieron su vida por una España Mejor. Porque Antonio Escobar, militar, católico, burgués, es uno de los nuestros, olvidado también por la Santa Transición y sus padres fundadores. Nuestro deber es recordarlo.

*José Luis Madrid dirigió en 1984 la película «Memorias del General Escobar», protagonizada por Antonio Ferrandis, Fernando Guillén y Jesús Puente, y guionizada por el capitán Pedro Masip Urios, ayudante de campo del militar leal.