Se anuncia la reforma del Código Penal, en la que se contemplará, entre otros asuntos, el delito de apología del franquismo, entrando en un debate intrincado que afecta, dicen, a la libertad de expresión, la cual debe primar, dicen también, por encima del significado y las consecuencias del enaltecimiento del franquismo.
Estamos pues, ante el enésimo debate de cómo respetar la libertad de expresión y a su vez limitar legalmente expresiones, actos o situaciones que puedan ser susceptibles de ofensa pública o de enaltecimiento de ideas que susciten odio o inviten a él. En el caso que se está comentando la grada política está dividida. La derecha se mesa los cabellos ante lo que consideran un ataque a la libertad de expresión, acusando al actual gobierno de querer implantar un relato único y manipulado sobre el franquismo, mientras la izquierda celebra la noticia con júbilo junto con los sectores reivindicativos de la Memoria Histórica. Tienen en la posible condena legal del franquismo la señal inequívoca de de que la impunidad de la herencia del «exhumado», toca a su fin.
Me temo que ambas no deberían tener la derecha, miedo a la posible ilegalización y la izquierda, tanta alegría, visto el talante «democrático» de algunos jueces y fiscales que, según Floren Dimas, (Rebelión,digital) Oficial del Ejército del Aire. «Ignoran a sabiendas la aplicación de las leyes de la ONU a que hacen referencia en sus informes los dos Comisionados del Comité de Derechos Humanos, y que colocan en evidente desamparo a las víctimas del franquismo y a la conciencia democrática de los españoles que consideran incompatible –incluso- con la Constitución de 1978, la apología del franquismo, como una agresión directa y perceptible al derecho al honor, no solo de las víctimas, si no de sus familiares legitimados para demandarlo».
A mi juicio, el debate no es tanto la libertad de expresión que a estas alturas suena a «canto de sirenas» y un pelín populista y demagógico, intentando tapar el problema estructural que está detrás. ¿ Se quiere o no que el franquismo y todo lo que huela a él sea campo de estudio académico y no de exaltación o solo se desea una leve mano de pintura y la cosa quede más o menos blanqueada? Para mí, que la exaltación del franquismo y todo lo que ello conlleva sea delito sería poner a España al nivel de otros países, en los que el nazismo y el fascismo están en el índice de las prohibiciones legales de una democracia. Sin embargo, hay quienes argumentan, y me parece ajustado a criterio, que si esa ilegalización de la exaltación a todo lo que sea el régimen de los oscuros cuarenta años, no lleva aparejado un proceso judicial que lo condene sin paliativos , como a los responsables, aún vivos, poco se habrá conseguido.
Si el gobierno formado por PSOE y Unidas Podemos tiene intención real de acabar con el franquismo, debe de tomar medidas, sin miedo; como dar sepultura digna a los cientos de personas asesinadas por la dictadura. Acabar con todos los vestigios de la misma en el callejero y monumentos que exaltan a aquel régimen. Reelaborar los textos de estudio en la ESO y Bachillerato para explicar qué fue lo que sucedió y cuáles fueron, hasta la actualidad, las consecuencias humanas, políticas y sociales y no el aséptico tratamiento actual. Adecentar el poder judicial y del ejército que todavía tiene telas de araña de la época.
El fascismo, es una ideología política que se posiciona en contra de la universalidad de los Derechos Humanos; así, entonces, que cualquier enaltecimiento de sus postulados conlleve una incitación más o menos directa de violencia hacia otras personas, por lo que en la mayoría de los casos la apología del fascismo la encontraremos aparejada a algún otro delito, como los de odio. Y el franquismo, fue un fascismo más o menos encubierto. Flagrantemente hizo caso omiso de los Derechos Humanos. Hoy, es momento y hora para tenerlo en cuenta.