Hombres por la Abolición de la prostitución compartimos las conclusiones de la Comisión Congreso-Senado, que piden que no se regule la prostitución como un trabajo. Nos declaramos contrarios a cualquier forma de explotación y esclavitud de seres humanos y, por lo tanto, a la regulación de la prostitución como una forma de legitimar la violencia […]
Hombres por la Abolición de la prostitución compartimos las conclusiones de la Comisión Congreso-Senado, que piden que no se regule la prostitución como un trabajo. Nos declaramos contrarios a cualquier forma de explotación y esclavitud de seres humanos y, por lo tanto, a la regulación de la prostitución como una forma de legitimar la violencia hacia las mujeres. Consideramos que hablar de que hay una «prostitución libremente elegida» es un insulto a las mujeres y a la dignidad humana en general. La prostitución, aunque sea «consentida» no deja de ser violencia de género, una forma de control y dominio de unos (mayoritariamente) hombres que compran a (mayoritariamente) mujeres como objetos sexuales y que, por lo tanto, renuncian a mantener una relación de igualdad con ellas. La defensa encarnizada de la regulación, que hacen algunos colectivos, en parte, además de la buena fe de algunos, parece obedecer a intereses de las mafias organizadas de proxenetas que han visto en este «negocio» de la explotación sexual de las mujeres un mercado lucrativo que no están dispuestos a perder. Y lo único que conseguirá será convertir a la víctima en supuesta trabajadora legalizada encubierta, mientras la explotación y la esclavitud sigue tanto en cantidad como en calidad.
Entendemos que todo tipo de prostitución es una forma de violencia de género y que aquí no es posible andarse con «medias tintas» hablando de que algunas mujeres quieren libremente ser prostitutas o como se hacen denominar «trabajadoras sexuales». También hay quien quiere «voluntariamente» vender sus órganos para conseguir dinero, pero no por eso consideramos que debe ser algo admitido legalmente y regulado. Por eso, Hombres por la abolición de la prostitución reivindicamos la abolición de la explotación de las personas y apostamos por una legislación que tenga como objetivos invertir recursos económicos y humanos en la socialización económica, jurídica, académica y política de las personas prostituidas, así como en su formación y reinserción laboral, facilitando su acceso a alternativas laborales y a su participación social y política plena, para posibilitar estructuras que refuercen sus derechos civiles.
Y consideramos que la acción para su erradicación debe centrarse en la demanda: es decir, en los que «compran» (mayoritariamente hombres) los cuerpos de otras personas (mayoritariamente mujeres), en los que «usan» a los demás porque pagan. Son los clientes los que están generando una cada vez mayor demanda de mujeres prostituidas a su servicio y por lo tanto un cada vez mayor volumen de tráfico de mujeres en todo el mundo y un enriquecimiento y progresivo mayor poder de las mafias internacionales. Clientes que consideran «normal» que las mujeres estén a su servicio y se las pueda prostituir. Clientes que consideran «normal» que los grandes periódicos anuncien en sus páginas la prostitución y contribuyan a extender este «negocio» porque les da beneficios (aunque el periódico gratuito 20 minutos, al que agradecemos y reconocemos profunda y ampliamente por dejar de ser cómplice, ya ha eliminado los anuncios relacionados con la prostitución).
Es en la voluntad de dar salida legal al consumo de la prostitución donde las mafias proxenetas de tráfico sexual de mujeres ven y aprovechan el filón jurídico de la realidad para lucrarse a base de esclavizar sexualmente a mujeres, y todo gracias a la irresponsabilidad machista y sexual de (mayoritariamente) hombres que no asumen la igualdad hombre mujer y quieren seguir domunadola pagando por prostitutas.
El modelo por el que apostamos es el que se aplica en Suecia, que parte de un análisis feminista y considera la prostitución como violencia de género y pretende erradicarla. Se penaliza al traficante, y al proxeneta, y también al cliente, pero no a la prostituta a la que se deja que libremente siga ejerciendo o opte por, si quiere, abandonar la prostitución con programas de reinserción social.
Esta supuesta «normalidad» es la que hay que combatir, pues es la demanda la que está manteniendo la más antigua explotación (que no profesión) del mundo. En un siglo donde la humanidad se enorgullece de sus conquistas y avances, no podemos permitir que aún persista esta forma de explotación sobre una parte tan importante de la humanidad. Por eso queremos animar la reflexión entre los hombres a buscar nuevas formas de comunicación y relación entre sexos (el mismo o diferentes) que se produzca de forma igualitaria y democrática, teniendo en cuenta y respetando de forma empática y en autoestima personal las inquietudes y deseos de cuantos sujetos participen.
Para más información:
http://www.hombresabolicionistas.org