Los casos de los bebés robados suponían un asunto delicado y, sobre todo, doloroso para sus familias. Con las primeras denuncias de irregularidades en torno a supuestos fallecimientos de bebés, esos casos fueron adquiriendo notoriedad, además de por la evidente gravedad que entrañan, por el volumen de denuncias habidas. La cantidad de casos estimada en […]
Los casos de los bebés robados suponían un asunto delicado y, sobre todo, doloroso para sus familias. Con las primeras denuncias de irregularidades en torno a supuestos fallecimientos de bebés, esos casos fueron adquiriendo notoriedad, además de por la evidente gravedad que entrañan, por el volumen de denuncias habidas. La cantidad de casos estimada en Araba, Bizkaia y Gipuzkoa ronda los 600, de los que alrededor de 200 se encuentran en manos del la Fiscalía. A partir de ayer [jueves], tras la exhumación del féretro en el que supuestamente había sido enterrada en 1977 la niña donostiarra Rebeca Losa Ocáriz, ese asunto tiene, además, elementos suficientes como para ser abordado a todos los niveles con la diligencia y rigurosidad que el resultado de esa exhumación exige. La ausencia de restos humanos en el féretro -y la constatación de que jamás los hubo- refuerza notablemente la denuncia de una práctica que se sospechaba continuó tras el franquismo y hasta hace no muchos años, pues confirma las irregularidades habidas alrededor del supuesto fallecimiento de Rebeca Losa Ocáriz.
La asociación SOS Bebés Robados, que no se ha distinguido precisamente por su afán de notoriedad o sensacionalismo y en todo momento ha hecho gala de una prudencia encomiable, en ocasiones se ha quejado del abandono institucional que han detectado respecto a su situación. En cualquier caso, ahora, cuando la posibilidad de cientos de robos de bebés en diversos hospitales adquiere visos de cruda realidad, cabe esperar una actuación inmediata por parte de las instancias correspondientes. Se impone una investigación exhaustiva de todos y cada uno de los casos denunciados y de todos cuantos pudieran existir, para aclarar todos sus extremos y depurar las responsabilidades pertinentes.
Las instituciones tienen la obligación, además, de atender debidamente a todas esas familias que están reviviendo los duros momentos de lo que creyeron el fallecimiento de sus familiares recién nacidos y padeciendo la incertidumbre y ansiedad acerca de su suerte. Deben ofrecerles toda la ayuda que precisen y darles consuelo en la medida que sea posible.
Fuente: http://www.gara.net/paperezkoa/20120113/315090/es/Apoyo-familias-bebes-robados