Imagínense que el Ministerio de Vivienda de España decidiera, con el objetivo de crear un hipotético espacio común de vivienda en Europa, reestructurar la oferta de pisos de protección oficial con el siguiente programa: 1. Queda eliminada la Vivienda de Protección Oficial. 2. Queda constituido el Habitáculo de Protección Oficial reduciendo drásticamente la superficie de […]
Imagínense que el Ministerio de Vivienda de España decidiera, con el objetivo de crear un hipotético espacio común de vivienda en Europa, reestructurar la oferta de pisos de protección oficial con el siguiente programa:
1. Queda eliminada la Vivienda de Protección Oficial.
2. Queda constituido el Habitáculo de Protección Oficial reduciendo drásticamente la superficie de las anteriores viviendas pero manteniendo el precio de la oferta anterior. Además, se reserva un cuarto del habitáculo para que la empresa constructora pueda usarla cuando lo considere oportuno.
3. Queda constituida la Mansión de Protección Oficial, con prácticamente las mismas características que las viviendas, pero doblando su precio.
Según el ministerio, la reforma sólo conllevaría mejoras para la ciudadanía, puesto que los habitáculos seguirían siendo accesibles a toda la población y la reducción de la superficie vendría acompañada por una mejor ubicación de lo mismos. Además, señalaría el Ministerio, los nuevos habitáculos estarían en las afueras de las ciudades, mucho mejor conectados con los centros de trabajo, puesto que las empresas privadas garantizarían el transporte.
Habría quién protestaría porqué dicho transporte no conectaría con el núcleo urbano o bien, por que en menos de 30 metros cuadrados no podrían desarrollar sus vidas. La respuesta del Ministerio sería que la reforma supondría un cambio estructural y metodológico de nuestra vivienda y es comprensible que generara inquietudes entre quienes tengan miedo a adaptarse a las nuevas necesidades de la economía española.
Además, para quienes tuvieran excesiva nostalgia de la ciudad, el Ministerio ofrecería las mansiones en las condiciones anteriormente expresadas. Ante la crítica de quienes consideraran injusta la subida de precios, el Ministerio respondería que por fin habría mansiones a precio público, mientras que antes todas eran privadas y caras. Además, aunque las mansiones no tuvieran diferencias significativas con las viviendas, sus habitantes podrían presumir de ellas, puesto que la mayoría de la población pasaría a vivir en los angostos habitáculos
La mayor parte de lectores considerará inaceptable una situación como la que hemos descrito, tanto si necesitan acogerse a las ofertas de vivienda pública como si no. Sucede, sin embargo, que mutatis mutandi, esta es la Universidad que nos prepara el Ministerio de Ciencia e Innovación.Hagan la prueba: substituyan ciudad por conocimiento, vivienda por licenciatura, habitáculo por grado y mansión por máster, y en vez de conjugar en condicional háganlo en imperativo… Como reza la popular serie: ¡Aquí no hay quién viva (ni estudie)!
Antoni-Italo Moragas, estudiante y responsable de relaciones internacionales de la CJC-Joventut Comunista de Catalunya