En el supermercado de las marcas electorales ha brotado un producto de imagen fresca y colorida aunque elaborado con ingredientes antiguos. Se les visibiliza in crescendo por calles y plazas; un ejército naranja de comerciales regalando folletos y sonrisas. Nos torpedean con sus mensajes publicitarios en redes sociales. Su presencia en las televisiones se hace […]
En el supermercado de las marcas electorales ha brotado un producto de imagen fresca y colorida aunque elaborado con ingredientes antiguos. Se les visibiliza in crescendo por calles y plazas; un ejército naranja de comerciales regalando folletos y sonrisas. Nos torpedean con sus mensajes publicitarios en redes sociales. Su presencia en las televisiones se hace notar, recibiendo -por «amor» o por dinero- elogiosa atención por parte de tertulianos de variado pelaje. Se hacen llamar «Ciudadanos»; ciudadanos con posibles -eso sí-, dada su capacidad para montar una estructura nacional en apenas tres meses.
Cuando les quitas su florido embalaje desprenden tufillo a rancio, a más de lo mismo. Muchos provienen del PP, como su cara más visible, Alberto Rivera. Otros tienen cuentas en Suiza, como el maleducado Javier Nart, y otros han sido imputados por delitos fiscales, como Jordi Cañas. Pero peor aún son sus viejas recetas. Sus dos economicistas de cabecera tienen marcado perfil neoliberal: Luis Garicano y Manuel Conthe.
«El Gobierno tiene que aplicar la aritmética del dolor y seguir aplicando reformas», aconsejaba Manuel Conthe en 2012. Y ya sabemos que cuando los ricos hablan de dolor siempre se refieren al dolor del pueblo. Conthe fue secretario de Estado de Economía. Trabajó en el Banco Mundial y en el comité monetario de la UE, llevando los debates de la moneda única y los programas de convergencia. También participó en el Tratado de Maastricht. Luis Garicano, por su parte, dirigió el think tank de pensamiento neoliberal FEDEA, patrocinado por el IBEX-35 al completo. Fue uno de los firmantes del «Manifiesto de los cien economistas», que demandaba reformas estructurales, como la del mercado de trabajo, destinada a desmantelar la negociación colectiva y a precarizar el empleo; manifiesto que también incluía el contrato único, o lo que es lo mismo, la igualación a la baja de todos los contratos, recogido ahora en el programa de «Ciudadanos», junto al copago sanitario o al mantenimiento del salario mínimo más ridículo de Europa.
Ahora entendemos por qué esta marca blanca de la derecha ha recibido tan buena acogida mediática. Los intereses defendidos por Ciudadanos son los de aquellos que mandan sin sentarse en el Congreso.
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