Dicen, y tienen razón, que son el sindicato más represaliado de Europa. Probablemente habría que irse a Colombia (donde el sindicalismo es una actividad de alto riesgo) para encontrar algo similar a lo que le ocurre al SAT (Sindicato Andaluz de Trabajadores)… Ya saben, los de los carritos de Mercadona, las ocupaciones de fincas, el […]
Dicen, y tienen razón, que son el sindicato más represaliado de Europa. Probablemente habría que irse a Colombia (donde el sindicalismo es una actividad de alto riesgo) para encontrar algo similar a lo que le ocurre al SAT (Sindicato Andaluz de Trabajadores)… Ya saben, los de los carritos de Mercadona, las ocupaciones de fincas, el sindicato de la madre de Alfon…
Algunos datos: medio millar de afiliados al SAT han sido procesados; el sindicato ya ha pagado 200.000 eu en multas (la mayoría administrativas) pero tiene pendientes otros 400.000 eu. Además, los juzgados piden a sus militantes 50 años de cárcel…sin contar a los 8 detenidos por lo de los carritos del Mercadona para los que piden de 2 a 5 años de cárcel per cápita y a los que se acusa de robo con violencia. (Lo de la violencia es por el empujón a la cajera)
¿Y la posibilidad de que lleguen a un apaño en los juzgados, se declaren culpables y se libren del talego, como los muchachos de Durán i Lleida? Pues no, esa posibilidad no existe… porque ni los jueces lo proponen ni seguramente ellos lo aceptarían.
Hoy el SAT inicia una nueva caminata que ha llamado «Marcha contra la represión». La hacen precisamente hoy porque en este día hace 80 años, se produjo la matanza de Casas Viejas, donde el Ejército y la Guardia Civil acabaron con la vida de 28 campesinos más pobres que las ratas. La marcha comienza en Morón y llegará en el día a La Puebla de Cazalla (ambas localidades en Sevilla)
Entre Casas Viejas (un pueblo de Cádiz que hoy se llama Benalup, a pesar de la indignación de la CGT) y Morón hay 146 kms. Y entre la represión contra los campesinos de Casa Viejas y la represión de hoy contra los jornaleros hay mucha más distancia, no cabe duda; pero lo que no ha variado es la decisión del Poder de perseguir a ese tipo de sindicalismo de clase, irreductible y molesto.
La carretera que hoy recorren los jornaleros entre Morón y La Puebla ha visto todo tipo de horrores. Ocurrió hace muchos años, es verdad, pero la inmensa mayoría lo desconoce porque es una historia cuidadosamente ocultada por los sucesivos gobiernos, desde Franco hasta Rajoy pasando por los del PSOE. Hoy, que marchan por allí los jornaleros, es un buen día para contarlo.
Si las cunetas de esa carretera hablaran, explicarían la diferencia que hay entre la verdadera violencia y empujar a una cajera de Mercadona. Y pedirían a la Justicia, que se muestra tan implacable con los jornaleros, que no fuera tan indolente con los asesinos
Por allí huyeron muchos de los trabajadores de Morón que hace 77 años intentaban escapar de las bandas falangistas y de los militares sublevados contra la República. La represión en Morón fue tan salvaje que hasta Queipo de Llano la utilizaba para aterrorizar a los andaluces. «En cuanto a Morón: consumatum est. Se ha hecho un escarmiento, que supongo impresionará a los pueblos que aún tienen la estulticia de creer en el marxismo y en la esperanza de podernos resistir». Lo dijo el general fascista y lo cuentan en una magnifica monografía José María García Márquez y Miguel Guardado. No la encontrarán en las librerías.
En julio del 36 los sublevados contra la Republica y la Guardia Civil de Morón se hicieron fuertes en el cuartel, que terminó siendo asaltado por la población. La columna de legionarios que mandó Queipo para ayudarles, cayó en una emboscada y tuvo que retirarse. Una nueva columna apoyada por tanques, cañones y aviones consiguió entrar en el pueblo masacrando a los resistentes, en su mayoría campesinos armados con escopetas de caza. Después lo habitual: fusilamientos, sacas, desapariciones, torturas y tiempos de espanto y terror. La orgía de sangre que vivió Morón culminó con la muerte de 447 ciudadanos, algunos enterrados en las cunetas de la carretera de La Puebla, que hoy recorren los «violentos jornaleros de los carritos de Mercadona». Los homicidas han quedado impunes
La práctica totalidad de los procesos contra el SAT están relacionados con ocupaciones de fincas, bancos, supermercados, palacios… de forma simbólica y en el marco de acciones sindicales reivindicativas. Es lo que los juzgados califican cómo delitos contra la propiedad. Si las piedras de La Puebla de Cazalla hablaran de los delitos contra la propiedad, contarían la diferencia que hay entre «ocupar» una finca y robarle el dinero a los parados. Esa comarca es el epicentro en el que se ha desarrollado el escándalo de los ERE , otro de los muchos casos de corrupción política en la que estamos hundidos hasta las cejas. Hasta los fantasmas de esa carretera, han oído hablar de La Gürtel, Bankia, Valencia, Malaya, Urdangarín, Fabra, Astapa, Pallerols…en fin, esa larga lista que afecta a 730 cargos públicos implicados en casos de corrupción, según nos ha revelado hace unos días el Fiscal General del Estado. Si los olivos de esa carretera gritaran preguntarían a «la Justicia» por qué es tan diligente contra los trabajadores del SAT cuando «ocupan» un banco y tan disciplente con los banqueros y sus tinglados, que nos han llevado al umbral de los seis millones de parados.
El Gobierno está decidido a criminalizar la protesta y a ahogar económicamente al SAT. Usa la misma táctica que con los «identificados» del 15-M: arruinarlos a base de multas administrativas… Solo que con el sindicalismo de clase andaluz la represión viene de muy lejos, aunque vaya cambiando de formas para adaptarse a los tiempos.
Cómo soñar con la igualdad ante la ley es gratis, imagínense que «La Justicia» tratase de la misma forma al PP o al PSOE y les friese a multas por los delitos contra la propiedad de sus cargos públicos procesados. O imagínense que los jueces pidiesen responsabilidades a la CEOE por haber elegido como presidente al recluso Diaz Ferrán, que con tanto desahogo manejaba eso de la propiedad.
Acaso sea verdad que haya que redefinir la palabra «violencia», con la que se engloba en un mismo término el empujón a una cajera y el salvajismo de Queipo; pero lo de la «Justicia» no tiene arreglo. Es definitivamente un cachondeo
Fuente: http://blogs.publico.es/bonifacio-canibano/2013/01/11/arruinad-al-sindicato/