No nos hemos querido andar con rodeos y en el mismo título ya hemos expresado lo que planteamos: que el movimiento asambleario del 15M se extienda también a los centros de trabajo. Este planteamiento no es exclusivamente nuestro. Es un anhelo, una aspiración, que llevamos escuchando entre algunos participantes del 15M desde el inicio de […]
No nos hemos querido andar con rodeos y en el mismo título ya hemos expresado lo que planteamos: que el movimiento asambleario del 15M se extienda también a los centros de trabajo.
Este planteamiento no es exclusivamente nuestro. Es un anhelo, una aspiración, que llevamos escuchando entre algunos participantes del 15M desde el inicio de las asambleas ciudadanas. Lo hemos podido leer en algunos foros, redes y en las posturas de algunas organizaciones, se ha aprobado en asambleas del 15M de manera aislada o en alguna comisión laboral. Incluso tenemos constancia de que ya se ha puesto en marcha en algunos centros de trabajo. Es decir, este artículo/propuesta que aquí presentamos pretende ser tan sólo un vehículo transmisor e impulsor de lo que como un rumor ya anda recorriendo esta hermosa revolución democrática y está brotando de manera espontánea en algunas partes, pero que sin embargo no ha tomado la fuerza necesaria para dar el salto definitivo.
Al igual que en su debido momento el movimiento 15M apostó por la formación de asambleas en los barrios y pueblos de nuestro país, ahora ha llegado el momento de dar un paso más, el paso más importante en la auto-organización social: acompañar y ampliar el movimiento surgido en barrios y pueblos constituyendo también asambleas allá donde se trabaja y explota a la mayoría de nuestra población, en la empresa, en los centros de trabajo y en el mundo laboral en general.
¿Quiénes lo planteamos?
Este planteamiento que lanzamos a los distintos medios y redes sociales no es el de ningún colectivo organizado o asociación, ni menos aún de un partido o sindicato. Es el conjunto de ideas en el que coincidimos algunos ciudadanos que venimos participando en el movimiento 15M desde sus orígenes y por ello, hemos visto necesario «arrimar el hombro» y aportar un grano de arena transcribiendo en este documento lo que por múltiples ámbitos ya se viene reclamando. Ni más ni menos. Somos unos participantes más de este movimiento, que con humildad e ilusión queremos provocar un efecto amplificador en torno a estas ideas fundamentales para que genere debate colectivo y favorezca su puesta en marcha.
¿A quién va dirigido?
Nuestro objetivo es impulsar con fuerza esta idea/experiencia aún en pañales. Queremos darle el empujón que le hace falta, para que se extienda, se debata colectivamente y pueda empezar a florecer. Por ello dirigimos este documento a los miles de simpatizantes que de alguna u otra manera han participado o participan en las actividades y asambleas del 15M, a los sindicalistas combativos de cualquier sindicato que simpatizan con este movimiento y que estarían dispuestos a involucrarse más en él, a las asociaciones u organizaciones de todo tipo, a todos los foros y redes sociales que dan energía a nuestro movimiento, y sobre todo a los trabajadores nacionales o extranjeros de nuestro país que aún no han dado el salto a la lucha organizada.
Extendamos la epidemia democrática, también al mundo laboral.
Una bandera fundamental de nuestro movimiento es la lucha por una democracia real y participativa, donde los ciudadanos en general y los trabajadores en particular pasemos de ser objetos a sujetos, de mercancías a ciudadanos activos. No queremos una sociedad que funcione dividida en dos partes, por un lado una elite dirigente y manipuladora y por otro una gran masa social dirigida y manipulada. Buscamos una sociedad donde el protagonismo recaiga en todo el pueblo y no sólo en una casta política y/o económica. Apostamos por una sociedad donde cada cual pueda participar y aportar en el desarrollo de ésta, y en la que dejemos de ser meros espectadores tutelados para ser actores de una verdadera democracia. Y cuando hablamos de democracia y participación no sólo nos referimos a lo político, sino a todos los aspectos y ámbitos sociales, incluyendo el laboral. La democracia real y la vida participativa también deben crecer y contagiarse en el mundo laboral. Esta democracia profunda y real es uno de los objetivos que ha puesto en pie al movimiento 15M y choca frontalmente con la realidad que sufren actualmente los trabajadores en España.
La lucha obrera y sindical en nuestro país. Vaya panorama…
Detengámonos por un momento en la realidad de la afiliación sindical: en nuestro país tan sólo un 17% de la población activa es miembro de algún sindicato. No queremos menospreciar la influencia de los sindicatos, que va más allá de su porcentaje de afiliación (en Francia la afiliación es del 10% aproximadamente y eso no impide una gran capacidad de movilización y organización de huelgas). Sin embargo ese porcentaje nos indica que quienes llevan el mayor peso y representatividad (para negociaciones incluidas) de la lucha por los derechos de los trabajadores son una pequeña minoría. Además, los dos sindicatos que aglutinan a más afiliados en nuestro país están secuestrados por una jerarquía burócrata y entreguista (algo que sí nos distancia de otros sindicatos como los franceses, griegos o portugueses). Es decir, en nuestros principales sindicatos la mayoría de sus afiliados no son requeridos para cumplir un papel participativo y activista, sino para ser una cuota más, un número más en sus censos. La vida democrática, participativa y reivindicativa en estos aparatos brilla por su ausencia. El restante de la fuerza laboral, que es alrededor de un 83%, ni siquiera pertenece a ninguna organización sindical, es decir, está al margen de cualquier organización que luche por sus derechos. Esta inmensa mayoría de nuestra población permanece como simple espectador a expensas de lo que los sindicatos hagan, o mejor dicho, de lo que las cúpulas sindicales hagan o dejen de hacer.
Este panorama en el ámbito laboral es una mala caricatura de lo que pudiéramos llamar verdadera democracia. Y las condiciones laborales de paro, subempleo, trabajo en negro, precariedad, pensiones insuficientes, alargamiento de la edad de jubilación, altísimo porcentaje de muertes en el trabajo, etc, etc, etc… que se viven en nuestro país son consecuencia directa de la situación actual de falta de democracia, desorganización y domesticación de la lucha obrera.
Hagamos pedazos este detestable consenso. ¡¡ Queremos el disenso¡¡
Esta situación de control sobre la clase trabajadora no es nueva, la llevamos sufriendo varias décadas. En ella han participado y participan gobiernos, partidos, patronal, medios de comunicación y cúpulas sindicales. Con sus teatros de acercamiento y distanciamiento, beneficiándose unos y otros de intereses y prebendas, mantienen su perfecto acuerdo, su fórmula mágica, su «pactismo» continuo. Su Gran Consenso. Esto es lo que ha garantizado a los grandes capitalistas unos niveles de beneficio sin precedentes durante décadas y es lo que sostiene el modelo de explotación salvaje que sufrimos.
Lo que en este documento proponemos es romper este consenso. Romper esta telaraña de intereses, esta destructora calma pactada que tantos años hemos soportado. Proponemos construir el disenso poniendo en pie al movimiento obrero. Por muy estable e invulnerable que parezca esta maquinaria de control, nada es eterno. Y menos aún un sistema basado en una alta desigualdad e injusticia social.
El despertar del movimiento 15M ha roto esquemas y ha levantado esperanzas en millones, ha volatizado la apatía y la desilusión que pesaban como una roca, ha demostrado que la Historia no está escrita y que los pueblos en lucha pueden convertir en astillas el paradigma más sólido y transformarlo en otro totalmente distinto. No queremos pecar de triunfalismo, esto es sólo el principio, estamos comenzando a «gatear». Pero sí hay que subrayar lo que ya nadie puede negar: las cosas están cambiando y podemos cambiarlas aún más.
¿Asambleas del 15M en el trabajo? No quieren ni oir hablar del asunto.
El capital utilizado para la especulación por la banca, los fondos de inversión o las agencias de rating, ha sido obtenido del esfuerzo del trabajador, las reservas del Estado con las que se pagan sueldos a políticos o subvenciones a sindicatos se han recaudado de la riqueza creada por el trabajo, las fortunas que esconde la gran patronal en paraísos fiscales las han producido el sudor de millones de obreros, las transacciones financieras internacionales se hacen con lo acumulado y extraído de la producción que soporta la clase trabajadora. Toda la riqueza material o inmaterial creada por el ser humano ha pasado por el proceso fundamental del trabajo. Que nadie crea que los grandes capitales acumulados, que la riqueza generada que circula planetariamente, proviene de innovadores e intangibles mecanismos macroeconómicos o de la llamada «ingeniería financiera». La economía financiera no existe en un mundo paralelo desconectado de la economía productiva; la economía financiera necesita para funcionar de la inyección de capitales que provienen de la producción, amasados y creados por el trabajo de los asalariados. Si uno persigue el rastro y busca el origen de estas majestuosas cantidades de dinero que se mueven dentro de un mismo país o cruzando fronteras con velocidad informática en manos de los llamados «mercados», descubrirá que éstas provienen de una actividad humana que comenzó en los albores del capitalismo hace varios siglos y que se llama trabajo. No vienen de otro sitio. No hay magia, no hay duros a cuatro pesetas, ni nuevas formas misteriosas de crear riqueza. Sólo nuevas formas de aumentar la explotación del trabajador.
El sistema capitalista no puede sostenerse sin la explotación del trabajador. Es su código genético, es la pieza sin la cual se derrumbaría. De la explotación obtiene la savia que le hace sobrevivir, crecer como la levadura y expandirse más y más sin límites, para continuar el ciclo de explotación. Por lo tanto eso es lo que lo hace fuerte y débil a la vez. Porque a la vez que crece y se expande, empobrece y hunde a la clase social que le da sentido. Es la lucha de la clase trabajadora lo que lo puede tumbar, ya que esta clase es, a la vez, la que lo sostiene.
Si realmente queremos construir una sociedad mejor, una sociedad con justicia social, entonces tenemos que pasar por el Rubicón, tenemos que dar el salto fundamental a la organización y lucha de los trabajadores.
El movimiento 15M hasta ahora ha provocado una gran sorpresa, quizá alguna inquietud en la elite política y económica de este país, hemos dado algunos arañazos al sistema, algún empujón. A la vez hemos levantado la esperanza y despertado la conciencia de cientos de miles. Pero todavía estamos muy lejos de un cambio real. Al movimiento 15M le falta la pierna que le haría avanzar grandes pasos hacia el cambio, nos referimos al movimiento obrero organizado. Esa es la gran bestia para el sistema.
Que en las empresas, centros de trabajo y mundo laboral en general comiencen a germinar y extenderse asambleas de trabajadores les causaría auténtico pavor. Es el paso del que no quieren ni oír hablar la elite económica y política de nuestro país. Pueden aceptar referéndum, pueden aceptar un cambio en la ley electoral, pueden aceptar banca pública, pueden aceptar que se graven con más impuestos a los que más tienen, pueden aceptar una ley de responsabilidad política. Hay países capitalistas neoliberales que tienen todo esto desde hace años. Lo que no pueden soportar, lo que es su talón de Aquiles, es que el pueblo trabajador comience a auto-organizarse, además de en los barrios, en sus centros de trabajo, y encima sin el control de gobiernos, partidos, patronal, medios de comunicación o cúpulas sindicales. Prefieren mil veces antes ceder una parte que poner en riesgo todo. Debemos aprovechar esta coyuntura inédita, esta efervescencia popular que estamos viviendo, para dar comienzo a la ruptura democrática del dominio sobre la clase trabajadora. Esto sí supondría el principio de un cambio real.
Algunos destellos ya alumbran el camino.
Ya lo hemos comentado antes, no hemos sido los primeros en plantear la extensión del movimiento 15M al mundo del trabajo. Desde el seno del movimiento han emergido algunas experiencias que alumbran en el mismo sentido que nuestro documento. Como ejemplo podemos nombrar los acuerdos tomados en la comisión laboral de Sol o la propuesta y manifiesto de las comisiones de laboral hacia la huelga general.
Y ejemplos más importantes aún son las experiencias reales de asambleas en los centros de trabajo que han surgido al calor del movimiento, como: asamblea de investigadores del CSIC, asambleas de parados
o la asamblea de Educadores Indignados de Málaga. También hay experiencias surgidas anteriormente o desde otras circunstancias pero donde se han creado estrechos vínculos con el 15M, como la asamblea de trabajadores de la Biblioteca Nacional de España o las movilizaciones y asambleas de profesores por la Educación Pública de calidad.
Estos ejemplos eran desconocidos para nosotros hasta hace poco y es probable que además de éstos existan más iniciativas en este sentido. Es una labor fundamental de todos darlas a conocer dentro del movimiento para enriquecernos, tomar ejemplo, ganar experiencia y provocar una retroalimentación que nos dé fuerza en nuestro desarrollo.Ante otro capitalismo otras formas de organizarse.
Según la realidad de cada trabajo o de cada empresa así deben organizarse sus trabajadores. La variedad y la flexibilidad debe ser la filosofía de este movimiento, la fisonomía organizativa dependerá del desarrollo concreto y no se deben poner corsés al lugar o las formas en las que germinen las asambleas: una fábrica, una empresa, un supermercado, un puerto o cualquiera de las partes que forman la administración pública. Por ejemplo: una asamblea de trabajadores del Carrefour de Granada, una asamblea de pescadores de la cofradía de Carreira-Aguiño de Galicia o una asamblea de funcionarios de la Consellería d’ Educació de Les Illes Balears. Son posibilidades que ponemos como ejemplos para aquellos que tienen bien definida su vida laboral, una clara conexión con su centro de trabajo.
Sin embargo también existen otras formas. Nuestra sociedad es poliédrica, es mucho más compleja que hace 30 años y tenemos que abarcar sus distintas realidades. En nuestro país no tenemos la suerte de que todo el mundo tenga un trabajo digno ni que los que trabajan lo hagan permanentemente en la misma empresa u ocupación. Y es imprescindible contar con ese notable porcentaje de la masa trabajadora que vive en otras condiciones. El capitalismo ha ido mutando y con ello sus trabajadores. La realidad de este nuevo capitalismo neoliberal nos muestra un escenario de precariedad laboral, trabajo temporal, constante rotación de los trabajadores, idas y venidas desde el contrato al desempleo. En definitiva una nebulosa de temporalidad y paro no enraizada en una empresa determinada. ¿Cómo organizarnos en esta situación?
Ante esta pregunta tan sólo queremos apuntar dos sugerencias. Por un lado se nos presenta la realidad de los parados de larga duración o trabajadores en precario sin una profesión definida. Esta realidad requeriría de asambleas de parados/precarios (que ya han surgido en algunos lugares de nuestro país) y donde tratarían entre otros muchos temas el problema del paro y la precariedad estructural. Por otro lado tenemos la realidad de trabajadores con una ocupación concreta, una profesión concreta pero que viven en continua temporalidad, saltando de contrato temporal a contrato temporal, saltando de empresa en empresa o de chapuza en chapuza, pero siempre trabajando en su mismo oficio; o también podríamos incluir en este grupo a aquellos que están en pequeñas o medianas empresas con muy pocos trabajadores por lo que la viabilidad de organizarse en su centro de trabajo es complicada. Para esta realidad vemos conveniente el modelo mixto, que combina su enraizamiento por profesión con el de su localidad, el de su empleo con el de su zona de trabajo o residencia. Pudieran ser albañiles, jornaleros del campo, comerciales o trabajadores de hostelería. Por ejemplo: asamblea de albañiles de Utrera, asamblea de camareros de La Barceloneta o asamblea de comerciales de Vallecas.
Asambleas de trabajadores en conexión con las de barrios y pueblos.
No se debe pensar que la formación de asambleas en los centros de trabajo puede debilitar o dividir las asambleas de barrios y pueblos. Simplemente se propone apostar por la organización de los cientos de miles de asalariados de nuestro país que simpatizan con este movimiento, ampliando así los espacios de participación ciudadana para poder intervenir en los problemas que les atañen, ya sea en su barrio o en su centro de trabajo. Extender el movimiento a los centros de trabajo va a permitir la incorporación de una parte importante de los simpatizantes con el movimiento que hasta ahora no habían podido participar activamente, debido a que las asambleas de barrios son durante sus horas laborales o porque les es casi imposible acudir a las reuniones después de llegar de trabajar a su residencia lejos del lugar de trabajo y muchos contando además con responsabilidades familiares. En definitiva, siempre va a ser mucho más fácil y práctico para muchos trabajadores organizar una asamblea en el lugar de trabajo entre aquellos que ya se conocen, que tienen los mismos horarios, se ven todos los días o que comparten mismos problemas. Esto facilitaría para muchos mantener la actividad asamblearia con la regularidad necesaria.
Además apostamos por una fuerte interconexión entre los dos tipos de asambleas. Las asambleas de trabajadores no deben estar desconectadas del resto de asambleas ya sean de otros trabajadores o de zona (barrios y pueblos). Todas deben tejer conjuntamente la red que forma el movimiento, en continuo apoyo y desarrollo mutuo, dando músculo a esta gran marea de protesta y movilización que define al 15M. Será necesario para las asambleas de trabajadores contar con la colaboración de las asambleas de zona en sus luchas particulares (de conflicto laboral). De la misma manera que para impedir desahucios han colaborado en solidaridad distintas asambleas de barrios, para acciones de conflicto laboral organizadas por asambleas de trabajadores también se debe apelar a la solidaridad de otras asambleas, ya sean de trabajadores o de zonas cercanas.
¿Sindicalista y a la vez participando en una asamblea del 15M en el trabajo?
El movimiento 15M no nace en un desierto. En España ha existido y existe una gran tradición de luchas sociales y producto de éstas existen muchas organizaciones en todos los ámbitos de nuestro país. Algunas mantienen su carácter reivindicativo y transformador, otras han sido asimiladas y han pasado a tener una actitud timorata y colaboradora con el status quo económico y político. Ya sean de un tipo o de otro, no podemos cerrar los ojos a esto y hay que considerar que en gran parte de los centros de trabajo de nuestro país existe alguna presencia sindical. Esto no lo debemos ver como un obstáculo. El movimiento 15M, en actual gestación y expansión, también tiene derecho a reproducirse allá donde sea necesario, y además vemos perfectamente posible convivir y compartir espacios con las organizaciones que ya existen. De igual manera que nuestro movimiento en los barrios y pueblos convive y comparte espacios con veteranas asociaciones vecinales sin conflicto ni rivalidad alguna e incluso en algunos casos con colaboración, planteamos una situación análoga para el ámbito laboral.
Y los afiliados sindicales, ¿podrían participar en una asamblea de trabajadores del 15M?. El movimiento del 15M no es una opción partidista o sindical y debe mantener toda independencia respecto a partidos, sindicatos o asociación alguna. Esta cualidad ha sido garantía de su crecimiento y éxito. Pero esto no significa que se le deba prohibir la participación en una asamblea a una persona que a título individual se acerca al movimiento, por el simple hecho de estar afiliado a uno u otro sindicato. Lo importante es que las asambleas conserven su autonomía y sean soberanas, abiertas, con democracia horizontal y mantengan el espíritu asambleario. Manteniendo este carácter, todo el que quiera participar debe ser bienvenido. Incluso deseamos que aquellos sindicalistas honestos y combativos se animen a fortalecer este movimiento, ayuden con su valiosa experiencia y su necesario capital humano a desarrollar asambleas por todo el mapa productivo del país, dejando al margen estériles «etiquetismos» y enfrentamientos sindicales, y uniéndose con el resto de trabajadores (afiliados a otros sindicatos o a ninguno) a desarrollar la lucha trabajadora desde las bases. Vemos destacables en este sentido las posturas que sobre el 15M han mostrado algunos sindicalistas de base de CC.OO., al igual que otros guiños que han llegado desde otras organizaciones sindicales como la CGT, USTEA o la USO. Esperamos que estas simpatías se traduzcan en la voluntad sincera y honesta de potenciar el movimiento asambleario trabajador.
Funciones y alcances de una asamblea de trabajadores.
Dentro del amplio abanico de funciones y temas de las que se dotan las asambleas del 15M, las de centro de trabajo o de trabajadores tampoco deben ponerse ningún límite. Hablemos y afrontemos todo lo que sea necesario y hagamos de la política un patrimonio de los ciudadanos en general y no algo restringido a ciertas organizaciones o líderes. Sin embargo, las asambleas de centro de trabajo marcan una diferencia, por estar recorridas por un asunto existencial y central para ellas: la situación laboral. En sus temas primordiales de discusión se abarcan problemas que van desde las condiciones laborales que hay en nuestro país (reforma laboral, seguridad en el trabajo, jubilación, pensiones, etc…) hasta los problemas concretos del centro de trabajo, del sector productivo o de los trabajadores componentes de la asamblea. Y obviamente en su forma de reivindicar y de actuar se presenta también el cariz laboral.
El hecho de no ser un sindicato no nos impide organizar protestas y formas de lucha en el trabajo, incluso llegando hasta la propia huelga. También en esto tenemos que romper con corsés y moldes en el ámbito laboral y no caer en el grave error de pensar que el derecho a organizarse, discutir y luchar en tu empresa está permitido única y exclusivamente a tal o cual sindicato. No. Es un derecho ciudadano, de todos los trabajadores y debemos ejercerlo.
Incluso mirando a horizontes más lejanos, el objetivo de organizar una huelga general, tema planteado en algunos debates de nuestro movimiento, sólo podría ser exitoso partiendo de un escenario de presencia consolidada en los centros de trabajo de nuestro país. No podemos pretender informar, agitar y movilizar al mundo laboral contando únicamente con movimiento asambleario en barrios y pueblos.
¿Y si empezamos ya?
Permítenos que cambiemos el estilo de redacción y ahora te tuteemos. Sí, y nos dirigimos directamente a ti que nos lees: ¿y si hablas con tus compañeros del curro, de profesión o en paro, con aquellos que están cansados de esta situación, que sabes que simpatizan con este movimiento, con esos que han ido a alguna manifestación, que entran en los foros y redes sociales o incluso que han participado en alguna asamblea del 15M? Por ejemplo en el momento del cafelito, del cigarrito fuera, en un descanso, en un hueco… ¿y si les planteas formar una asamblea de trabajadores? ¿Te parece algo iluso? ¿crees que la gente pasa de todo, está en sus problemas y no se quiere pringar en estos asuntos? Hace pocos meses nadie daba un duro por la capacidad de respuesta y de movilización del pueblo español. Siendo el país con la tasa de paro más alta de la UE éramos a la vez el menos luchador, el más sumiso. El país de borregos, vino y pandereta. Un país donde todo el mundo iba a lo suyo y nadie era capaz de organizarse y protestar. ¡¡Pues mira lo que se ha levantado, mira lo que es capaz de hacer ese mismo pueblo¡¡. Medio mundo ha puesto los ojos en la revolución democrática comenzada. ¿Te parece entonces utópico que la gente responda y se formen asambleas en los trabajos? Creemos que ya ha llegado la hora de extender la explosión de democracia por el mundo laboral, por puertos y campos, por la administración y centros comerciales, por minas y fábricas, por bares y hoteles, por escuelas y universidades, por obras y talleres, por comisarías y cuarteles. ¿Quién dice que no se puede? Oye compañera, oye compañero, ¿y si empezamos ya?
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Este documento está dispuesto para difundirse, debatirse, resumirse, modificarse, esquematizarse y utilizarse como se quiera para desarrollar la lucha en la que estamos inmersos. Es por ello que no lleva firmas personales ni derechos de autor alguno. Queremos que sea una herramienta de uso colectivo para el movimiento.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de los autores mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.