« ¡…porque Bolívar tiene que hacer en América todavía! »
La humanidad toda tiene sus leyes y da lecciones. Siempre pasan los hombres y las generaciones y no muchas veces quedan sus obras, sus intenciones o sus ideas radiantes como pequeños o grandes soles.
En noviembre próximo se cumplirán 132 años que José Martí, Héroe Nacional de Cuba, expresara en un discurso que « ¡… Bolívar tiene que hacer en América todavía! », y hoy es válido repetirlo con un cierto sentido de realismo porque el presente se nutre del ejemplo, las aspiraciones, los sueños y las ideas inconclusos.
Y es que el cubano había vivido una experiencia trascendente que reflejó en 1889 en un relato titulado Tres Héroes en la Revista La Edad de Oro en que él como viajero «llegó un día a Caracas al anochecer, y sin quitarse el polvo del camino, no preguntó dónde se comía ni se dormía, sino como se iba a dónde estaba la estatua de Bolívar».
Pero muchos años antes, el 10 de Octubre de 1868 Carlos Manuel de Céspedes declaró el inicio de la guerra de independencia de Cuba en su ingenio La Demajagua, y pronto, en abril de 1869, sería electo su primer Presiente de la República de Cuba en armas.
Con el paso del tiempo y el desarrollo de la cruenta guerra a muerte se incorporaron hijos de Venezuela a la lucha armada independentista cubana. En carta de Céspedes de fecha 10 de agosto de 1871 quedan manifiestas las ideas cardinales de los cubanos ante la solidaridad de Venezuela. Veamos parte de su contenido:
« […] Venezuela, que abrió a la América Española el camino de la independencia y la recorrió gloriosamente hasta cerrar su marcha en Ayacucho, es nuestra ilustre maestra de libertad, el dechado de dignidad, heroísmo y perseverancia que tenemos incesantemente a la vista los cubanos. Bolívar es aún el astro esplendoroso que refleja sus sobrenaturales resplandores en el horizonte de la libertad americana como iluminándonos la áspera vía de la regeneración. Guiados por su benéfico influjo, estamos seguros de que alcanzaremos felizmente el término.
No es por tanto, sino muy natural que Venezuela considere como continuación de su épica lucha de independencia, la que ensangrienta los campos de Cuba, y que se despierten en las mentes de sus esforzados hijos recuerdos grandiosos de heroísmo, y en sus corazones sentimientos de exaltación generosa evocados por el propio despotismo que sus preclaros padres derrocaron. Movidos por tan preclaro resorte, ¿cómo extrañar que su ardor bélico y genial caballeresco les impulsen a ofrecer sus vidas a la causa de la independencia de esta infortunada colonia? Por lo demás, la República de Cuba considera como hijos propios a los hijos naturales de Venezuela y demás Repúblicas sudamericanas; y animada de la más profunda gratitud, no omitirá medios para elevar las manifestaciones de ésta a la altura de los esclarecidos merecimientos de los que han acreditado una vez más en los campos de la Isla, con su abnegación y desinterés, valor y demás virtudes militares que los adornan, que los venezolanos de hoy son dignos hijos de los héroes de Carabobo, Junín y Ayacucho y como tales saben abatir la soberbia y arrogancia castellanas».
En este siglo XXI se pueden repetir hoy, con toda propiedad, las palabras que dijera Martí sobre el Libertador, el 28 de octubre de 1893: “Así está Bolívar en el cielo de América, vigilante y ceñudo… calzadas aún las botas de campaña, porque lo que él no dejó hecho, sin hacer está hasta hoy: ¡porque Bolívar tiene que hacer en América todavía!”
En fin este ha sido el legado que sobre política exterior nos ha hecho la Revolución Cubana en su etapa forjadora de la nación bajo la égida de sus más esclarecidos y representativos dirigentes: Carlos Manuel de Céspedes, José Martí y Fidel Castro.
La Revolución Cubana liderada por Fidel Castro ha sido heredera consecuente de esta inconmensurable herencia histórica. En las circunstancias propias de la mitad del siglo XX, emergió como un proceso nuevo, pero a la vez que indefectiblemente continuador de las ideas y obras que aportaron los procesos revolucionarios anteriores, y que hasta esos momentos, no habían encontrado su materialización. La misión histórica de la Revolución de estos tiempos, fue convertir en realidad las ideas y sueños que constituían la razón de ser de la Patria Cubana. Pero no solo eso, sino profundizar esas ideas, dar mayor trascendencia y alcance a la política dimanante de su propio desarrollo hacia el interior del país y hacía el mundo exterior.
Y así ha marchado la Revolución Cubana: abierta al mundo, con una vocación extraordinaria de humanidad, que es ejemplo y símbolo del nuevo tipo de sociedad que debe imperar en el mundo en los tiempos futuros: una sociedad cooperativa y solidaria en lo nacional y en lo internacional.
Universalizar la cooperación entre los pueblos y naciones, sentando las bases más justas para las relaciones exteriores, será la tarea, la lucha y la obra de la humanidad en el siglo XXI. Que el triunfo sea finalmente el premio a la redención del hombre de exterminios, miserias, insalubridad, incultura, hambre, fanatismos, amenazas, muertes innecesarias y guerras reales o inventadas.
Porque en el siglo XXI, en un proceso difícil pero ineluctable, debe llegar la paz entre los pueblos y naciones, y llegará también el fruto de la cooperación, la generosidad, la solidaridad y la inteligencia noble de los hombres. Porque ese día llegue más temprano que tarde: ¡Brindemos! y ¡Luchemos!
Largo y difícil ha sido el camino, se pensará; pero así han sido siempre los caminos que han salvado a los pueblos. Es la hora de que la humanidad entera, esta aldea global de nuestros tiempos, se salve definitivamente de tantos apocalipsis pronosticados a lo largo de su camino ascendente hacia la felicidad y la verdad.
Finalmente quedan omnipresentes estas ideas de Fidel, a su llegada al aeropuerto internacional «Simón Bolívar», Maiquetía, Caracas, el día 1ro. de febrero de 1999:
«Tengo muy presente, y lo he tenido toda mi vida, que Bolívar fue el hombre a quien más admiró José Martí. Bolívar, Venezuela y su pueblo fueron siempre lo que más admiraron los cubanos. Bolívar, Venezuela, su pueblo y sus hazañas inspiraron siempre mis sueños de revolucionario latinoamericano y cubano».
Wilkie Delgado Correa. Doctor en Ciencias Médicas. Doctor Honoris Causa. Profesor titular, Consultante y Emérito de la Universidad de Ciencias Médicas de Santiago de Cuba. Premio al Mérito Científico por toda la obra de la vida.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.