Así estamosconsternadosrabiososclaro que con el tiempo la plomiza consternación se nos irá pasando la rabia quedará se hará mas limpia(…) donde estéssi es que estás si estás llegando será una pena que no exista Dios pero habrá otrosclaro que habrá otros dignos de recibirte comandante… Saro. Extracto del poema de Mario Beneditti, «Consternados rabiosos», dedicado […]
consternados
rabiosos
claro que con el tiempo la plomiza
consternación
se nos irá pasando
la rabia quedará
se hará mas limpia
(…) donde estés
si es que estás
si estás llegando
será una pena que no exista Dios
pero habrá otros
claro que habrá otros
dignos de recibirte
comandante… Saro.
Extracto del poema de Mario Beneditti, «Consternados rabiosos», dedicado al Che Guevara, tras conocer su asesinato.
Llegaba. «A ver, a desplegar ya las pancartas, cuanto antes empecemos y nos vean mejor…».
Repartía las banderas y los papeles y cogía el megáfono… «es que si alguien no rompe el hielo…: «Viva el Sáhara Libre! Viva el Sáhara Libre! Viva el Sáhara Libre!» Apenas doblando la esquina de las calles Guanarteme y El Cid, se sabía si ella estaba pues aunque su estatura no lo hacía, su ímpetu sobrepasaba a todos los reclamos de justicia para el pueblo saharaui.
Una vez, en uno de los tantos escenarios en los que los uniformados de azul se parapetaron protegiendo al invasor marroquí, alguien gritó: «estos son peor que los perros» y Saro, siempre rápida e irónica, cogió el altavoz para precisar: «eh, eh, un respeto a los animales, por favor».
Cuando el Gobierno español (entonces presidido por el PSOE y Zapatero) retuvo contra su voluntad a Aminetu Haidar en el aeropuerto de Lanzarote, Saro se multiplicó aún más. Cada viernes, tras terminar las clases en el Instituto y dejar a la familia a cargo de sus hijos, cogía un avión y se plantaba en Guacimeta.
Durante la semana había que estar en las concentraciones, a la manis, un día y otro y otro, hasta que la liberaran. Y ella estuvo.
El ordenador nos sirvió para perfilar un viaje a Cuba, su otra isla, de hace ahora justo un año, y también para saber que nuestros amigos allá la designaron Sargento de pelotón del grupo. Así era, tal cual.
La última vez que la vi, entró en la sala de reuniones aprisa, como siempre, regalándonos su energía y haciéndonos señas desde su asiento para comprobar que teníamos las entradas que iban a ayudar a que los niños y niñas saharauis pudieran venir este último verano al programa Vacaciones en Paz.
Durante un rato nos sentamos juntas y nos reímos hasta de las cosas serias, «…me teñí el pelo porque como se me va a caer, pues eso, a romper». Fue la última vez que hablamos. Luego Fefi, su amiga en todo, me habló de los pañuelos con flores, de los turbantes bonitos que había usado y de las vacaciones de diciembre en Tejeda, ese lugar imprescindible donde los roques abrazan a los almendros.
El jueves, ya de noche, supe que se había ido y aún hoy resulta raro. He visto algunas fotos suyas desde entonces y he elegido esta, de espaldas a la cámara, pero de frente a las puertas del Consulado marroquí en Las Palmas, acusando, alto y claro, a los culpables y a sus cómplices, «que me vean bien».
Así fue, tal cual.
Y así le rendimos homenaje, alzando la voz, gritando fuerte, como ella siempre hizo: ¡VIVA EL SÁHARA LIBRE!. ¡VIVA EL SÁHARA LIBRE!. ¡VIVA EL SÁHARA LIBRE!
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.