Hay algo imperdonable: matar las ilusiones, esas personas e instituciones que desean arrebatarle a la gente -sobre todo a la gente joven- su deber y su derecho a poseer ilusiones, a comerse el mundo, a cambiar las cosas radicalmente, a equivocarse o acertar, de pleno o a medias. «Seamos realistas, pidamos lo imposible». Soy el […]
Hay algo imperdonable: matar las ilusiones, esas personas e instituciones que desean arrebatarle a la gente -sobre todo a la gente joven- su deber y su derecho a poseer ilusiones, a comerse el mundo, a cambiar las cosas radicalmente, a equivocarse o acertar, de pleno o a medias. «Seamos realistas, pidamos lo imposible». Soy el primero en darme cuenta de los defectos del movimiento revolucionario Podemos, en España, y de todos los Podemos del mundo. Pero de ahí a querer matar al niño antes de que siga creciendo va un abismo. Podemos es una necesidad innegable en una sociedad decadente y en un sistema zombi que sigue ahí porque nadie le da un empujón por miedo, por falta de condiciones objetivas y porque el zombi somos también nosotros mismos, todos somos en cierta manera corruptos desde el momento en que viene a casa el fontanero, nos repara una tubería, nos «clava» 200 euros y no hay un recibo legal de por medio.
Hacen falta muchos Podemos para intentar acabar con tanta sinrazón y falta de sensibilidad. Digo intentar. En España los dos partidos del sistema único, los dos orificios de una sola nariz, PP y PSOE, hablan de Podemos despectivamente y tachan al movimiento como algo imposible de llevar a la práctica. Eso es imperdonable. Se puede criticar pero cuando se llega a ofender es porque no se tienen argumentos. Si existe Podemos es porque existen PP y PSOE que lo han podrido todo, de la misma manera que si existen lo que llaman dictaduras como la castrista, la chavista, la china o todo lo que se quiera bautizar como dictaduras comunistas es porque antes, las democracias y sus dictaduras fascistas las han provocado.
Ni Castro ni Mao ni Lenin ni Chávez se levantaron un día por la mañana y dijeron: «Hoy tengo ganas de hacer una revolución, de manera que voy a hacer una revolución». Sin embargo, los mercaderes codiciosos de materias primas y temerosos de perder sus privilegios sí acudieron a los líderes fascistas para que los protegieran de los comunistas y de la izquierda marxista en general. Y al final la socialdemocracia se alió con ellos, con los mercaderes que nos han llevado a la situación actual, tal vez sin quererlo, tal vez porque así es el ser humano, pero ahí están los resultados de la famosa mano invisible que todo iba a regularlo a favor de la colectividad.
Comprendo al PSOE y al señor Rubalcaba cuando afirman que son de izquierdas y que serán socialistas hasta la muerte. Pero eso es falso, ni son de izquierdas ni socialistas. ¿Por qué? Porque la izquierda cuestiona y actúa a fondo contra lo que hay cuando lo que hay ha llegado a un grado enorme de degradación. Porque el socialismo tiene la obligación de ir mentalizando al ciudadano para un mundo nuevo donde su personalidad esté en primer plano y llegue arriba el que se lo merezca por su esfuerzo, no por su vasallaje, donde se busquen los sentimientos más amables de los humanos y el PSOE no sólo no ha hecho eso desde que empezó a ser tolerado por el fascismo español y el mercado «democrático» sino que ha elevado a la mediocridad y al pensamiento débil a cotas insospechadas por quienes estuvimos en primera línea de la transición lampedusiana española.
Así es socialista hasta la muerte cualquiera pero exijo un respeto para un concepto que tiene detrás mucho sufrimiento y mucha sangre, sudor y lágrimas, empezando por la propia historia del PSOE. También muchos abusos pero el que esté libre de pecado que tire la primera piedra y ya he dicho que el socialismo es el efecto de la degradación de otros. Ningún sistema de dominio ha causado tanto dolor y muerte como el llamado -falsamente- liberalismo. Es verdad que nos ha traído igualmente muchos aspectos positivos y que es mi cultura pero no se puede ir hasta el infierno con nadie por muy seña de identidad que sea.
Comprendo que ahora cuando hemos llegado a esta situación de mundialización y de control sobre la gente -y de acomodamiento de la gente y de resignación de la gente- el PSOE sea la izquierda realista pero eso no es izquierda, es simplemente el relevo de la derecha vetusta por la derecha sonriente. Los feos y los guapos. La derecha en España ha estado encabezada por feos (Fraga, Aznar, Rajoy) y la «izquierdecha» por guapitos (González en sus tiempos mozos, Zapatero, ahora Pedro Sánchez). Sin embargo, aquí no es que no haya socialismo, es que ni se han plantado las bases para que lo haya, lo que ha existido ha sido un relevo sobre la base de una ley electoral dictatorial elaborada en la transición para que gobiernen dos partidos convenientemente bendecidos por Estados Unidos y Alemania, sobre todo. Y esos partidos lo han acaparado todo y se han convertido, en esencia, en uno, que debería coaligarse para arreglar los atrasos que arrastra España desde el siglo XVIII, al menos.
No es extraño que quieran por tanto matar a Podemos como quieren matar todos los intentos mundiales de esos países que desean ser ellos mismos. Esos países son anacrónicos, populistas, tiranos, satrapías… Es lógico que los que tienen gobiernos y poder no deseen perder sus privilegios y que los cambios de los que hablan sean: más o menos impuestos, matrimonios homosexuales sí o no, aborto más o menos y cuatro superficialidades más. Pero eso no es el socialismo ni es lo que necesita una sociedad al borde de su extinción al menos espiritual, intelectual y psíquica. Critiquen a Podemos pero no tienen derecho a matar esta reacción encabronada de la gente joven porque son ustedes los que la han originado y ustedes no son más que una estrella enana moribunda que da vueltas sobre sí misma, incapaz de ilusionar a nadie y cuando surgen ilusiones intentan enterrarlas porque ustedes sobreviven, entre otras factores, gracias al arma invisible de la siembra de desilusiones y desvalimientos generales.
¿Saben ustedes? Hace más de veinte años que doy clases en el último año de una carrera universitaria. La mayoría de mis alumnos están apáticos en clase (no es del todo por mi culpa, tengo varias distinciones de excelencia docente) pero cuando hablan o me entrevisto con ellos en tutorías, observo que hay aptitudes dentro de ellos, que tienen inquietudes reprimidas y miedo a hablar en público, un miedo a veces patológico. Ése es el resultado de su puto realismo, PPOE, (perdón por el lenguaje), y eso no es bueno para ningún país. Y cuando nacen fuerzas nuevas ustedes desean enflaquecerlas por amor al realismo, a lo posible. Es viejo eso en la historia, con esa filosofía conservadora y miedosa -por no apuntar otros calificativos- no habríamos alcanzado el bienestar que nos están arrebatando con la complicidad de ustedes, los realistas.
Habrá entonces que pensar en otro tipo de realismo y aspirar a lo imposible para quedarnos lo más cerca posible de lo posible. Ustedes ya han hecho su papel, gracias por los servicios prestados. Sé que seguirán ahí pero sin convencer, ahora ya no se vive, se sobrevive. Somos demasiado cobardes y demasiado débiles. El mundo es de los listos, no de los inteligentes y mucho menos de los sabios en los que pensaba Platón. Pero permítasenos aspirar a ser humanos, demasiado humanos.
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