Se presenta en su cuenta de twitter como «un cronista cinematográfico que ama la radio». Y se le puede seguir en @Radio3Tolentino. Ésta es una manera sencilla de caracterizar a Javier Tolentino, comunicador y crítico cinematográfico que empezó como estudiante en prácticas en Radio 3, en 1982, y ha desarrollado toda su carrera vinculado a […]
Se presenta en su cuenta de twitter como «un cronista cinematográfico que ama la radio». Y se le puede seguir en @Radio3Tolentino. Ésta es una manera sencilla de caracterizar a Javier Tolentino, comunicador y crítico cinematográfico que empezó como estudiante en prácticas en Radio 3, en 1982, y ha desarrollado toda su carrera vinculado a la radio pública. En Radio Nacional de España ha impulsado programas como «El Ciempiés», «Viernes Rojo», «Informe Abierto», «Siete Días», «De Cine» y «El árbol de las palabras». Tal vez su creación más celebrada sea el programa cinematográfico «El séptimo vicio», actualmente en las ondas y con antecedentes muy lejanos: le encargó el proyecto en 1998 Federico Volpini, director de Radio 3, y empezó a emitirse un año después. La idea era trasladar a la audiencia un programa que difundiera el cine de autor. Pese a las contradicciones y reivindicaciones de pureza por parte de los más críticos, «Radio 3 es posiblemente uno de los medios de comunicación más libres e independientes del universo radiofónico», afirma Tolentino. Lo dice en el libro «Disculpen que les hable de la radio», publicado en abril de 2017 por Ediciones Canibaal y por Ocho y Medio. Y lo ratifica en la presentación celebrada el 28 de abril en el Centre Cultural La Nau de la Universitat de València.
Define a la emisora como la radio cultural de los fanáticos por la música, en una amplísima variedad de estilos que pasa por el jazz, el rock, el pop, la música electrónica, el «music new age» y alcanza hasta las «Melodías Pizarras», el flamenco o la música francesa. Pero también la audiencia -o puede que mejor dicho, la militancia- se mantiene fiel a los llamados «programas de contenido», que a lo largo de los años han dado forma a la parrilla de Radio 3: «Caravana de hormigas», «Tiempos Modernos», «Hoy empieza todo», «180 grados», «El ojo crítico», «Carne Cruda», «Tres en la carretera», «La libélula» o «Mundo babel», entre una extensa lista. Incluso la información deportiva se abordó desde otra perspectiva, en espacios como «Tirando a dar» o «Deportes en la 3». Por el programa cultural «Ateneo», dirigido por Alfonso Gil y Aurora de Andrés, pasaron en los años 80 los pensadores, artistas y poetas que inauguraban caminos en el mundo de las ideas. «Hicieron el mejor programa cultural de una cadena de radio».
¿Por qué se disculpa Tolentino antes de dedicar 240 páginas a escribir sobre la radio? «Porque el periodismo es el oficio, tal vez junto al de actor, que más se mira el ombligo; siempre con debates sobre la televisión, la veracidad de las informaciones…», responde a un periodista durante la presentación del libro en la Universitat de València. El director de «El séptimo vicio» comparte sus impresiones sobre el oficio periodístico. Afirma que hay profesores de Ciencias de la Información que demandan una estricta neutralidad, equidistancia y asepsia en todos los casos; que defienden el uso de un lenguaje plano y no creativo. «Pero esto puede suponer una extirpación del estilo: me gusta ‘mojarme’ y tener una mirada propia sobre por ejemplo un conflicto». Con más de tres décadas de experiencia radiofónica, reivindica un estilo propio que no sea el de la mera agencia informativa que difunde hechos y datos «en bruto». ¿Significa esto, en el ámbito de la noticia y la información, ceder ante los embates de la posverdad? El autor del ensayo «El cine que me importa» lo niega: «Deberíamos guardar un escrupuloso sentido de la austeridad, del rigor, y no aportar un solo dato que no haya sido contrastado».
En el prólogo el coeditor del libro Jesús García Cívico resume la manera de hacer, muy personal, de Tolentino. Para ello se remite a uno de los libros, «La Lentitud», del escritor Milan Kundera, un «nostálgico del tiempo de la charla» que se pregunta «dónde estarán los paseantes de antaño, esos que caminan agarrados por el brazo». Aunque la expresión íntima, cálida y cercana a una poética de la radio, no hace concesiones cuando se refiere a la precarización del periodismo. «Estamos perdiendo la batalla del trabajo realizado con sus tiempos y especialistas», afirma el crítico de Radio 3. Define esta tendencia como la del «hombre orquesta». Aquél que en la radio idea un programa, escribe el guión diario, gestiona y localiza a los invitados, se encarga de la edición y la realización, presenta y entrevista, difunde informaciones por las redes sociales, se hace cargo de la burocracia interna, y tanto de la promoción del programa como de sus contenidos. Sin embargo, no es sólo una cuestión de periodistas y comunicadores. «El sistema está logrando convertirnos en héroes, en supervivientes; a unos les quitan sus casas, a otros los despiden con 50 años y, aún peor, a otros los hacinan en campos de refugiados».
«Disculpen que les hable de la radio» critica la pobreza del lenguaje radiofónico actual. Está en crisis la creación de imágenes mediante el lenguaje, que puede llegar a tener más fuerza que la fotografía. «Se echa de menos una radio con más riesgo y atrevimiento». En los magazines y programas de entretenimiento falta creatividad, «se abusa de la dictadura de la actualidad y apenas hay ficción sonora», lamenta Javier Tolentino, quien añora en cierto modo los seriales, la radio romántica de Carlos Faraco o la radio bufa de Federico Volpini.
Las críticas a la homogeneización de contenidos, las presiones de los anunciantes y los intereses empresariales no eximen de un necesario autoexamen. El exdirector de «Informe Abierto» y «Siete Días» advierte de las enfermedades de la comodidad y el apoltronamiento en el periodista, también señaladas por Ryszard Kapuscinski («los cínicos no sirven para este oficio»). Y por García Márquez: «El reportero, el periodista, el noticiero es un hombre muerto si está atado a su mesa». A pesar de los riesgos y advertencias, el punto de vista de Javier Tolentino no incurre en el pesimismo. Por ejemplo Internet y las nuevas tecnologías ofrecen oportunidades: «Una pequeña emisora del barrio de Vallecas o una radio independiente de la barriada porteña de San Telmo pueden alcanzar una dimensión global».
No está de sobra, en ocasiones, el recuerdo de los principios más básicos. Como que la radio es un servicio público, con independencia de que revista titularidad pública o privada, ya que a estas se les otorga una licencia estatal para funcionar. Así pues, «no debería existir diferencias entre los dos modelos», concluye el autor de «Disculpen que les hable de la radio». A diferencia de Estados Unidos, en Europa operan emisoras públicas con fuerte potencial y arraigo. La BBC en Gran Bretaña, la holandesa NOS, la RAI italiana, RTP en Portugal o Radiodifusión Internacional de Alemania (ARD) y ZDF en el país germano.
En el caso de la radio pública en el estado español, Tolentino afila la crítica: «Han ido sucediéndose gestiones embrutecidas, perversamente gestionadas, que permiten a las empresas públicas de radio y televisión que acumulen deudas con el único objetivo de que la manipulación sea más fácil». Aunque no faltan excepciones a este principio general de manipulación gubernativa, como Radio Clásica, Radio Tres o los programas musicales y culturales de Eusko Irratia, Catalunya Ràdio, Radio Centro y algunos ejemplos en Canarias. Además, la ordenación y «normalización» del dial radiofónico -justificado con argumentos técnicos- generó enormes dificultades a las radios libres, que habían florecido con ejemplos tan destacados como Radio Klara en Valencia, Radio del Water en el barrio de Vallecas y una pluralidad de emisoras en el País Vasco y Cataluña. «Fue un movimiento que llenó de frescura el dial», sostiene el periodista de la radio pública.
Sin embargo, la descarnada realidad se impuso a la explosión de radios «alternativas»: «Las nuevas normas barrieron las radios libres y concedieron licencias a los poderes económicos». Actualmente, subraya Javier Tolentino, «la radio en Europa está excesivamente burocratizada y comercializada, cada vez mantiene más abúlicas programaciones». Urge, así pues, recuperar la creatividad. Y arrumbar los gritos de los programas deportivos, la exageración del show radiofónico y la proliferación a toda hora de las tertulias. «La radio necesita una revolución total». ¿Dónde halla el comunicador de Radio 3 el contraejemplo a lo existente? Dice que la radio más auténtica se emplaza en América Latina. En la isla de Chiloé (Chile), en los programas llenos de color, debate y servicio público; en Radio Savana de Mozambique y las emisoras libres y piratas de Guinea Ecuatorial; o en esa otra radio francesa, social y vinculada a los sindicatos, «muy distinta de la estatal y organizada de forma asamblearia». Y en la que participan los movimientos sociales. En una de ellas, Radio Mon Païs de Toulouse, el autor del texto de Canibaal ha realizado diferentes programas. Quizá sean las fuentes de las que beba su periodismo: «Siempre he buscado hacer esa radio sonora, independiente, creativa, arriesgada y comprometida de los reporteros brasileños».
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