Meses atrás asistimos a un intercambio de opiniones, con un fondo de discrepancia evidente pero no insalvable, entre dos compañeros de la izquierda social y política catalana como Salvador López-Arnal y David Fernández. Uno y otro, el primero desde posiciones marxistas (por supuesto heterodoxas, que compartimos en términos generales) y, en el caso del segundo, […]
Meses atrás asistimos a un intercambio de opiniones, con un fondo de discrepancia evidente pero no insalvable, entre dos compañeros de la izquierda social y política catalana como Salvador López-Arnal y David Fernández. Uno y otro, el primero desde posiciones marxistas (por supuesto heterodoxas, que compartimos en términos generales) y, en el caso del segundo, desde una cierta autonomía y radicalidad en el marco del independentismo de izquierdas.
A grandes rasgos, la controversia López-Arnal/Fernández estribaría -según nuestra opinión- en una disparidad de enfoques en cuanto al encaje de «lo nacional» y de «lo social» en el seno de un proyecto de ruptura, revolucionario e internacionalista que responda a los retos del presente. Resolver la ecuación social/nacional es una tarea nada fácil de abordar, sin ir más lejos quienes firmamos este artículo -militantes anticapitalistas e internacionalistas y ajenos a la cultura política de la izquierda independentista- lo intentamos llevar a cabo animando procesos constituyentes en ruptura con el marco actual constitucional actual y con el capitalismo global.
Lo que nos mueve, pues, a intervenir en la polémica es la constatación de que recientemente Salvador López-Arnal ha asociado algunos referentes de la cultura política anticapitalista internacionalista de nuestro país y del estado español con lo que podríamos denominar el pensamiento común de la izquierda independentista. Nada más lejos de nuestra intención que un reapertur de polémicas a veces estériles sobre aquello que separa dos tendencias e incluso dos metodologías dispares al tratar de abordar la razón estratégica. Lo que intentamos exponer en pocas líneas es de lo que, en nuestra opinión militante, adolece de este debate y en especial en lo relativo a algunas interpretaciones algo injustas por reduccionistas.
En relación a un supuesto seguidismo de un sector del anticapitalismo organizado respecto a la denominada izquierda independentista, nos interesaría aportar algunas consideraciones. Hoy por hoy existe una larga tradición de la izquierda revolucionaria del estado español y de Catalunya en particular, que incluye en su ideario y trayectoria elementos clásicos de un cierto marxismo heterodoxo asociados a la cuestión nacional con los cuales sentimos una especial vinculación. Los conceptos de autodeterminación y de internacionalismo son inherentes a una visión que enraiza la lucha de clases con la lucha por los derechos democráticos en el sentido más universal de ambos términos. Esta doble conceptualización es una de las aportaciones más interesantes que puede hacer la izquierda anticapitalista de matriz internacionalista a los debates y a las políticas plurales de la izquierda de nuestros días. El hecho nacional es un factor que merece su consideración en tanto que va unido a los derechos democráticos pero no debe, por ello, ser el factor detonante que arrastre todas las emancipaciones posibles. Esta última consideración es la que nos aleja de planteamientos como los de David Fernández y, en buena parte, nos acerca a las tesis de López-Arnal (y de un pensamiento plural y heterodoxo del que bebe un sector nada desestimable de la izquierda revolucionaria catalana y del estado español: Fernández Buey, Sacristán, entre otros).
En medio de la proliferación de nuevos relatos nacionales y de la mutación conceptual marcada por un cierto interclasismo nacionalista (que genera su particular hegemonía, también en lo cultural), nuestra puntualización obedece a la necesitad de reseñar un acuerdo con los conceptos que forman parte de una cierta tradición del marxismo más lúcido («cálido», en terminos de Daniel Bensaïd) y reivindicar la dualidad complementaria de lo social y de lo nacional vinculada a una visión internacionalista. Entendemos que esta tradición de la izquierda anticapitalista cuenta entre sus referentes con aquellos teóricos y articulistas que, lejos de caer en un seguidismo con el relato dominantes del independentismo más identitario, han sido asociados erroneamente (o no) con las posiciones de David Fernández, según se desprende de un reciente de un artículo de López-Arnal en Rebelión en ocasión de otro texto aparecido en una web territorial de Izquierda Anticapitalista donde se aportan datos «en amalgama» para un debate de por si bastante más complejo (1). Decir de nuestra parte que «afinidad», en estos casos, no debería implicar comunión es algo evidente. Que una cierta izquierda independentista tenga credenciales más rupturistas que la vieja y anquilosada izquierda de matriz estalinista y prácticas reformistas, no presupone que nos situemos ante disyuntivas de adhesión incondicional o de rechazo absoluto antes ambas opciones. La práctica, como siempre, traerá consigo el «quién es quién» y «para qué» de una izquierda de izquierdas realmente empeñada en abolir el capitalismo y en dar batalla a todas las opresiones derivadas.
Las relaciones entre la izquierda independentista y la izquierda internacionalista o, si se quiere, entre la izquierda de ámbito nacional y la que mantiene una vinculación internacional organizada, plantea elementos de controversia en lo teórico y en lo práctico pero, a la vista de la crisis del régimen y de la incesante ofensiva del capital, estas también pueden activar un espacio de construcción, «constitución» y alternativa en donde poder redimensionar, actualizar y sustanciar lo mejor de cada tradición. En el camino de otro modelo social y político, transitando por rutas constituyentes, rupturistas y socialmente radicales, apostar por la autodeterminación, por el internacionalismo y por la lucha de clases, es la mejor aportación que podemos realizar los marxistas heterodoxos. Un denominador común a compartir, como mínimo, con aquellos y aquellas que como Salvador López-Arnal siguen la senda de una rica tradición de nuestro marxismo «de proximidad» e internacional.
Nota:
(1) http://www.rebelion.org/
Juani Heredia y Àngel Pagès son militantes de Revolta Global-Esquerra Anticapitalista
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