La banca festeja, la UE festeja, el FMI festeja, los partidos del capital también. Pero acá lo importante es que no terminemos festejando nosotros lo que es una sentencia de muerte a medio plazo, una sentencia lacerante y sin cortapisas. Palabras vacías que disfrazan una realidad que se viene durísima. La banca festeja, la UE […]
La banca festeja, la UE festeja, el FMI festeja, los partidos del capital también. Pero acá lo importante es que no terminemos festejando nosotros lo que es una sentencia de muerte a medio plazo, una sentencia lacerante y sin cortapisas.
Palabras vacías que disfrazan una realidad que se viene durísima. La banca festeja, la UE festeja, el FMI festeja, los partidos del capital también. Pero acá lo importante es que no terminemos festejando nosotros lo que es una sentencia de muerte a medio plazo, una sentencia lacerante y sin cortapisas. Este rescate que nos dicen que será sin imposiciones en realidad implicará un antes y un después en nuestras vidas.
Sabemos que la banca no pagará -nunca paga- y querrán que terminemos pagando los de siempre. Esto significa nuevos cierres de fábricas, más recortes en los servicios de salud y educación, más parados, más impuestos, despidos en la administración pública y en el sector privado es decir, un día a día dificultoso, con una población desprotegida y vulnerable, sin las más elementales garantías de nuestros derechos básicos. Lejos quedó el otrora existente «estado del bienestar» socialdemócrata, que ya se encuentra desdibujado, precario, y al alcance de unos pocos.
Hay mucha indignación y alarma – no ya por los ataques a la economía del pueblo trabajador que viene desde hace años- sino por la manipulación y el mensaje que nos llega a través de los medios que dicen que debemos alegrarnos con este «préstamo a los bancos». Mentira! Éste no es sino un rescate puro y duro disfrazado. Lo único que cambian son las palabras.
» No somos Grecia», «Este no es un rescate como el de Portugal, Grecia e Irlanda», «Se trata de un préstamo suave»: También es mentira. Cuidado, los medios, el gobierno y algunos dirigentes de la partidocracia nos repetirán esas consignas una y otra vez, hasta que las hagamos nuestras. Lo importante es no creerles.
Escuchar que las condiciones impuestas por el Eurogrupo se limitarán al sector financiero es que sigan tomándonos por idiotas. Leer en El País que este rescate significa que «La ayuda a España es una doble apuesta de la Unión por el euro y el proyecto europeo» es poco menos que insultante. Que un grupo de «opinadores» nos diga que es una última oportunidad que Europa nos da para demostrarles que somos serios, nos llena cuanto menos de asco.
Pero hay una palabra que nos sirve y es la palabra oportunidad. Y esta es una oportunidad que tenemos para salir de esta debacle de manipulación y saqueo, de políticas genocidas, y abandonar ese falso paradigma de que «no somos Grecia» con el cual tratan de domesticarnos y dividirnos.
Es que las personas con cáncer no tratado por falta de médicos y servicios, la desnutrición de lxs niñxs, la desesperación de lxs paradxs y la falta de horizonte, la rebelión de los heroicos mineros que hoy luchan a abrazo partido ante los recortes, el 15-M en los barrios organizándose, nos muestran que sí somos Grecia, sí somos igual a cualquier territorio que está siendo atacado y despojado de su dignidad, sí somos como cualquier pueblo arrasado por las políticas neoliberales.
¿Acaso no es un orgullo que nos comparen con un pueblo que lucha como el griego, como el argentino, como el venezolano? ¿Acaso no sabemos que pretende el enemigo al instaurar esta falsa y prepotente creencia de «europeismo» que solo beneficia a los grandes de la UE en detrimento del los del sur, de los países europeos de segunda?
Que no nos confundan, que no nos sigan engañando, en realidad, no nos dejemos engañar. La única salida es ponernos de pie y luchar de una vez por todas contra este sistema asesino, que viene rebanando y avanzando sobre los derechos humanos de una gran parte de la población y que a partir de este rescate se prepara para darnos la estocada final.
Podrán por oportunismo político algunos partidos capitalistas decir que este recate es una «mala noticia para España», o denunciar que sí habrá recortes, o mostrar una falsa preocupación por las consecuencias en nuestra economía, o «exigir» explicaciones al gobierno. Pero tampoco acá debemos engañarnos. Este proceso no se inició hoy, sino hace tiempo y fue avalado y consentido por todos aquellos partidos que ven que la única salida es más capitalismo. Un capitalismo que nos pintan como «humano» si es bien administrado, pero esto encierra en si mismo una falsedad rotunda: jamás el capitalismo ha sido un sistema al servicio de la gente y sus necesidades, sino todo lo contrario. El capitalismo tiene más que ver con la muerte, la destrucción y el exterminio.
Son muchos los peligros y muchos los desafíos. Y los hay de todo tipo. Los riesgos de manipulación y domesticación por parte de los partidos y los medios masivos, la avalancha de recortes que nos dejarán más pobres y carentes, la represión a la que tendrán que apelar cuando protestemos e intentemos resistir, cuando salgamos a las calles.
Por eso la única posibilidad es que nos organicemos, que apelemos a las organizaciones de base social y sindical, para que cada espacio sea un espacio de lucha. Durante este tiempo los movimientos de base se han multiplicado y sus acciones se esparcen por todo el Estado español. Se deben multiplicar exponencialmente para que logremos un frente sólido y con respuestas contundentes.
Resistir es una tarea múltiple que tiene dos ejes principales no creer en las mentiras de los agentes neoliberales y de aquellos que históricamente nos han traicionado, salir a denunciarlas, y organizarnos para resistir ante cada avanzada de ajustes y tijeretazos. Esta intervención que ya existe y que a partir de hoy se hará más ostensible, solo podremos combatirla en las calles.
Noticia: Algunos de los ajustes (solo algunos) que se exigirá a España por el rescate
Agencias
El mandatario español aseguraba hace diez días que no se produciría un rescate. Este sábado, de confirmarse la intervención, los acreedores del préstamo a España -es decir la Unión Europea, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Central Europeo– viajarían a la capital española para convertirse en una especie de órgano de control que supervisaría al Gobierno de Rajoy. Entrarían a los ministerios y tendrían acceso a las cuentas del Estado. Establecerían cómo pagará España la ayuda a los bancos privados, y con toda seguridad, la troika y Madrid firmarían un crédito para refinanciar la deuda pública española.
Impuestos por consumo indirecto. Con el rescate, un aumento del IVA se da casi por descontada. El incremento de este impuesto regresivo -cuyo efecto lo sienten más las clases bajas- podría llegar al 21% para cualquier tipo de producto, incluidos los de primera necesidad (hoy en el 8%) y para otros productos y servicios de uso habitual (en el 18%). En ese caso, el precio de la comida subiría de manera repentina en torno a un 17%.
Es de esperar, por otra parte, impuestos especiales sobre el tabaco y las bebidas alcohólicas. Subiría además la tarifa por el consumo de luz y se impondrían más peajes en las carreteras.
Menos funcionarios y menos sueldo. Al igual que ha sucedido en los tres países intervenidos hasta ahora -Grecia, Irlanda y Portugal- el Gobierno reduciría el número de funcionarios y bajaría los sueldos de los que conservaran el trabajo. Esta iniciativa no es nueva, porque en 2010, el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero redujo el salario un 5% de promedio a los trabajadores del Estado, y después mantuvo los salarios congelados para los dos años siguientes.
Así ha sucedido en Grecia, que ya ha eliminado 200.000 puestos públicos, y en Portugal, que durante 2011 redujo en 20.000 el número de funcionarios en todo el país, además de aumentar en media hora la jornada laboral y de suprimir dos pagas extra que tenía la plantilla.
Más drástico fue el recorte en Irlanda, donde ya se suprimieron 37.500 plazas y se prevé 23.500 más antes de 2015.
Recorte en las pensiones. La troika exigiría más recortes, como le impuso previamente a Grecia, Irlanda y Portugal, en un sector ya tocado por el Ejecutivo de Rodríguez Zapatero, como lo es el de las pensiones. Nunca, desde el retorno de la democracia, se habían tocado las jubilaciones. Hasta que llegó 2011, cuando las partidas fueron congeladas. No hay que olvidar que el Gobierno aprobó una reforma a las pensiones que retrasa la edad de jubilación a los 67 años, una iniciativa que se irá implantando de manera progresiva hasta 2027.
No sería éste el único cambio. No hay que descartar la privatización de empresas públicas -ya se hizo un intento con el canal II de Isabel, en Madrid, que gestiona el agua de toda la Comunidad.
Es probable también que se reduzca la prestación por desempleo, que en España puede cobrarse hasta por dos años, según el tiempo que se haya cotizado a la seguridad social.
La reforma laboral que el Gobierno impuso por decreto en febrero pasado suavizaba las condiciones de despido, abarataba los costes a las empresas, y debilitaba el poder de los sindicatos al flexibilizar la negociación colectiva, lo que fortalecía a la empresa para negociar directamente con el trabajador. Ello no impide que entre las condiciones impuestas por la troika esté ahora la de bajar aún más sueldos e indemnizaciones en caso de despido.
Salud y educación. No se salvan sectores fundamentales en el Estado de bienestar como estos dos. Hace semanas, el Gobierno de Rajoy acometía un recorte de 10.000 millones de euros en ambos sectores. Esta medida podría reforzarse en estos días con otras iniciativas, como la supresión de becas o el copago sanitario, como ya funciona en Grecia y Portugal, y el cual establece un pago fijo por ir al médico o incluso a urgencias.
Viviendas. Difícil será suponer que las viviendas sean dejadas de lado. La Comisión Europea tiene entre ceja y ceja desde hace tiempo a la desgravación fiscal por compra de vivienda que restableció el PP -había sido eliminada un año antes por Zapatero-, así que no sería raro que entre las exigencias a España se incluya la supresión de este incentivo, pues la UE considera que la desgravación alimentó la burbuja inmobiliaria y provocó el endeudamiento de las familias españolas.
Mientras las comunidades autónomas se someten entre tanto a un reajuste de su presupuesto, el Gobierno central firmaría el Memorándum de Entendimiento con la Comisión Europea, que establece las condiciones de pago para devolver el crédito.
Ese crédito, claro está, no será inyectado en la economía para tratar de reflotar una sociedad que arrastra más de 5 millones de parados. La ayuda de la troika a España, en realidad, es un rescate a la banca, aunque el que pondrá la cara en su nombre será el Estado español.