El ex presidente del gobierno español no quiere dejar la escena internacional, aunque para ello siga en el papel de alabardero y vocero de las políticas injerencistas de Washington, en particular en América Latina. Para el actual presidente de la Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales (FAES), su presencia en la «histórica foto» […]
El ex presidente del gobierno español no quiere dejar la escena internacional, aunque para ello siga en el papel de alabardero y vocero de las políticas injerencistas de Washington, en particular en América Latina.
Para el actual presidente de la Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales (FAES), su presencia en la «histórica foto» del llamado trío de las Azores, significó su pase a la historia, aunque sea como corresponsable del genocidio y las guerras de conquista.
Aznar sigue justificando la intervención de España en las guerras de Iraq y Afganistán, pero su mira principal es ahora América Latina, sobre todo tras presentar en Madrid el último informe de la FAES, que titula «América Latina: una agenda para la libertad».
No extraña que el texto, que parece salido del Departamento de Estado norteamericano o del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, llame a la Revolución cubana «régimen totalitario», e identifique sus propósitos para Cuba en franca sintonía con los de la actual administración republicana. Así, propone una comunión de acciones entre la Unión Europea y Estados Unidos, quizás algo así como el contubernio «a la manera occidental» con que se manejó el asunto de las cárceles y vuelos secretos de la CIA.
Pero el odio visceral contra la mayor de las Antillas no deviene nada nuevo y poco aporta en el currículo vital de quien no ahorra epítetos para atacar a otros procesos políticos en el continente.
Según el informe de la FAES, América Latina ha quedado al margen de la familia de naciones occidentales a la que pertenece, unas veces por conflictos internos, otras por utopías autoritarias y también por prejuicios ideológicos, aunque olvida mencionar que los cambios sociales en la región fueron consecuencia de la aplicación a la carta del capitalismo salvaje, en su estadio neoliberal.
Para Aznar, hay países latinoamericanos donde se impone lo que denomina el indigenismo radical y racista, que desde su visión oscurantista y visceralmente racista y clasista es nada menos que la llegada al poder de gobiernos representativos de los sectores más excluidos, como en el caso boliviano con el gobierno de Evo Morales.
Es por ello que el viceministro de Relaciones Exteriores de Bolivia, Hugo Fernández, de riposta, calificara de colonialista al ex gobernante de la Moncloa, y «sin ningún valor moral» para referirse al acontecer interno del país andino.
Por otra parte el reporte de la FAES no alude a que Hugo Chávez resulta el estadista cuyo desempeño ha sido religitimado mayor número de veces en las urnas en los últimos nueve años, y que la Constitución bolivariana es la única del continente que establece el referendo revocatorio de las autoridades, incluso del Jefe de Estado.
Para Aznar el mandatario venezolano «utiliza la desesperación de los más desfavorecidos y los más vulnerables para perpetuarse en el poder, engañando con el espejismo de un falso atajo hacia la prosperidad y el bienestar».
Creo estar de acuerdo con Aznar que las misiones sociales en Venezuela si pueden ser un atajo para salir de la exclusión y la pobreza, no en balde el país sudamericano fue declarado libre de analfabetismo, la salud pública escaló los cerros de Caracas y la Patria de Bolívar se convirtió en eje de un nuevo modelo de integración, que presupone la cooperación y no la competencia.
Aznar pone el grito en el cielo cuando oye hablar de socialismo del siglo XXI y lo considera algo ya fracasado, cuando la realidad es todo lo contrario. El político español es a todas luces remanente de una época anterior, a despecho de sus diatribas contra las actuales autoridades de su país, a las que recrimina por mantener una línea propia en su acercamiento con Latinoamérica, diferente a la dependencia aznarista hacia la Casa Blanca. Como dijera Carmelo Suárez, secretario general del Partido Comunista de los Pueblos de España: «El de Aznar fue el gobierno de la derecha más reaccionaria y retrógrada de la sociedad española, que aceptó las formalidades de la democracia burguesa porque no tuvo otro remedio, pero funcionó con una concepción esencialmente dictatorial. Estuvo atado de pies y manos al mandato del imperialismo norteamericano del que Aznar fue uno de sus más serviles lacayos».