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Batalla de las ideas

Fuentes: Rebelión

En cuanto a la lucha ideológica, en este apartado es necesario sentar varias nociones sobre las cuales apoyarnos. Lo que en el movimiento popular y revolucionario se describe como lucha ideológica resalta un ámbito sobre el cual se producen y reproducen los antagonismos y lucha de clases que estamos viviendo. Todos nuestros mares de ideas […]

En cuanto a la lucha ideológica, en este apartado es necesario sentar varias nociones sobre las cuales apoyarnos. Lo que en el movimiento popular y revolucionario se describe como lucha ideológica resalta un ámbito sobre el cual se producen y reproducen los antagonismos y lucha de clases que estamos viviendo.

Todos nuestros mares de ideas tienen su propio concierto, operan de acuerdo a fuerzas especiales que requerimos conocer y manejar siempre más en nuestros procesos. Las ideas se expresan en todas nuestras relaciones sociales y las que hacemos con la naturaleza, todas ellas son la materia prima para la ideología. Por su parte la construcción de ideologías se da en ejes fraccionados a consecuencia de la división social en que están fundamentadas nuestras sociedades. Esto trae la configuración u ordenación en ideologías para todo tipo y circunstancia en que se desarrolle nuestro pensamiento social, todo es campo de batalla, ya se remonte desde lo que se considere ultra científico, hasta lo que se quiera catalogar de intempestivamente absurdo.

La lucha de las ideologías, la batalla de las ideas recorre toda la vida humana, su presencia es todo terreno, fluye por todo el cuerpo social. Su primera afirmación-negación se presenta en los orígenes del concepto, fruto de la revolución francesa por cuajar las ideas racionalistas de la Ilustración en el contexto sociopolítico. Nos referimos al esbozo de la ideología: «la ciencia de las ideas», llamada por su creador Destutt de Tracy, que insertada en la arena política fue rechazada por Napoleón Bonaparte que vio en ella un peligroso enemigo para su imperio. Aquella primera noción se ligó al republicanismo burgués, al progreso, al abstraccionismo y posteriormente a la restauración monárquica, sugiriendo con todo esto sus atributos y conflictos: ideología vs pragmatismo, una ideología general del capitalismo (repensada por sí misma como total, calificar), frente a otra de sus ideologías (autoproclamada como anti-ideología, descalificar). En todo caso ideología e interés vendrían siempre una al cobijo del otro.

Las discusiones se ahondarían o retraerían a lo largo de la historia hasta nuestra época, se inclinarían a favor o en contra según como se presentasen las circunstancias históricas y el desarrollo de las teorías de la ideología. Marx al cuestionar a los ideólogos conservadores alemanes de su época, capta el conflicto, rechaza esta primera formulación e implicaciones del concepto en su dosis positivista, al igual que se opone al extremo de la ideología bonapartista; establece otros parámetros: «…no se parte de lo que los hombres dicen, se representan o se imaginan, ni tampoco del hombre predicado, pensado, representado o imaginado, para llegar, arrancando de aquí, al hombre de carne y hueso; se parte del hombre que realmente actúa y, arrancando de su proceso de vida real, se expone también el desarrollo de los reflejos ideológicos y de los ecos de este proceso de vía» (La ideología alemana, Marx-Engels). [2]

Toda la raigambre del concepto general de ideología obedece a los marcos de una sociedad dividida, antagónica y problematizada como no hubo otra; tan es así que ideología y lucha ideológica se acompañan permanentemente en todo acto que se quiera estudiar. La ideología es una categoría de un mundo atestado de lucha de clases, lo que recrea todas sus cualidades, contradicciones, antinomias y circunstancias. Esto se observa con alta definición cuando se contemplan las distintas variantes o concepciones que se tienen de ella y sus conflictos, donde destacan los distintos cuerpos de ideas cada cual proclamado fundamental.

Aunque para este caso jamás una síntesis será suficiente, en el planteo de mapear el asunto, subrayamos que el marxismo reflejó en todo su desarrollo varios aspectos de contenido del concepto de ideología. Refirió la ideología como: a) inversión de la realidad, b) un poder espiritual de dominación, c) la determinación del elemento material sobre las ideas y sus sistemas, d) creación de relaciones sociales e ideas en correspondencia, e) la hostilidad entre las ideologías de clases, f) la enajenación-alienación, g) lucha por la conciencia, y h) el tema de la hegemonía ideológica. Se trata de puntos referenciales en nuestra orientación que abonaron amplias investigaciones y desarrollos, así como dieron lugar a replanteos de toda su apasionante proyección sobre las sociedades, dentro y fuera del marxismo.

Las relaciones sociales generales guardan contenidos objetivos y subjetivos, los seres humanos al construir nuestro mundo actuamos sobre la base de ideas que creamos y desarrollamos. Como todo mundo sabe no se concibe una práctica sin ellas, viceversa no se pueden crear ideas sin práctica o experiencia alguna. La ideología es parte de la realidad por cuanto se ejecuta en el plano social, las ideas existen para generar vinculantes, procesar y cumplir con las relaciones que tenemos o queremos. La ideología se conecta con los fenómenos de la vida bajo varios aspectos, como por ejemplo en la fetichización de las relaciones económicas, también al condicionar los grupos y su actuación, organiza o desorganiza nuestras mentes, lo mismo que repercute en las creaciones culturales e intelectuales. Sus abstracciones definen un sujeto social que quiere ser trascendental para el resto, que se inscribe en el principio de someter-obedecer [3] «sin novedad», del que está colmada la sociedad.

Retomamos la cuestión de la ideología en estos elementos:

1. La ideología es un producto social sustentado en unas u otras premisas determinantes. Es el relato dialógico que elaboramos en sociedad, la forma comprensiva correcta o incorrecta de nuestras relaciones sociales. En tanto producto social es la manifestación de la vida y el conflicto social donde se proyecta el contenido subjetivo de nuestras relaciones.

2. Las ideologías proyectan en el ser humano, sus circunstancias y sociedades de manera deformada, parcial o de falsa conciencia. Las ideas de la clase dominante, son, en todas las épocas, las ideas dominantes, aun cuando en los tiempos que corren estas ideas se estrellen en sus propios muros. Reflejan aspectos de una realidad afines a los intereses desde donde son postuladas. De las condiciones imperantes -pero también como cualidad de las ideologías dominantes- se desprenden como medios de enajenación, fetichización, alienación, mediatización, cosificación, represión e invisibilización irradiadas.

3. La ideología de grupo, sector, bloque, «raza», época, condición o clase social reafirma su condición de creencias analíticas de negación a lo extraño -absolutización, legitimación propia, o revolución social- en este sentido, todas y todos estamos bombardeados, colmados y cargados de ideología, vivimos en este contexto. Las ideologías siguen esta línea de división social aun cuando toman otros cursos no tradicionales de penetrarse mutuamente, de interactuar tras sus intereses, de escalar ideologías dentro de otras ideologías, de intercalarse en sus intereses latentes, todo para incrementar sus impactos sobre la conciencia y mentalidad.

4. La ideología tiene carácter histórico, sus sistemas se desarrollan en el contexto social y técnico de los escenarios que inscribe, lo mismo las ideologías generales que las particulares en sus ámbitos políticos, filosóficos, nacionales, científicos, culturales, espirituales, religiosos, morales, antropológicos, comunicacionales, deportivos, mercantiles, etc.

5. En muchos casos la ideología se reviste como comprensión sociológica positiva de la actuación social, considerándose a sí misma primordial para entender todo cuanto crea el ser humano en sus sociedades, pasando a ejercer preponderancia sobre otros aspectos de la conciencia social y el conocimiento. Sin lugar a dudas que esta manifestación tiene un peso específico en toda crítica ideológica que se digne de tal.

6. La ideología adquiere rangos de código en sí mismo capaces de generar acciones y modos de pensar, genera abstracciones necesarias para la comprensión del mundo abriendo otras posibilidades al entendimiento humano en varios de sus campos (lingüística, teorías del espíritu, filosofía), de donde sus categorías se propagan en derivaciones al subjetivismo o el objetivismo.

7. Algunas vertientes o posturas ideológicas elevan esta cualidad colocándose en el centro de todo conocimiento humano, presuponiendo que la realidad depende por entero de una ideologización u orden simbólico determinante, extremando el poder autorreferencial de la ideología porque es ideología. Punto respecto del cual siempre hay que deconstruir el discurso que vaya en esa dirección.

8. La ideología como dominación ligada al poder político-económico, forja en los sistemas hegemónicos (aparatos, instituciones, valores y normas) verdaderos mecanismos de control ideológico a través de los cuales atar las mentes de nuestros pueblos a las necesidades de la sociedad capitalista.

9. Por su parte la ideología como sicología del ser humano, entra a fondo en los controles de la mente según los estándares de conducta aceptables por el sistema sobre lo que debe ser el individuo y sus motivaciones. Con esta óptica puede calificar-descalificar los criterios ideológicos como justos o inválidos según las categorías de que se sirva para distinguir la mentira o la verdad en los individuos afines, adversos, «neutrales», neutralizados o asimilables.

10. La ideología se concreta también en la elaboración de sistemas de representación de la cosmovisión y la cultura en los cuales traza medios racionalizantes de apego a patrones que atan o impulsan la vida social y sus luchas.

11. La condición disolvente superadora de la ideología y las luchas ideológicas va implícita como germen del conflicto objetivo-subjetivo. Esta contradicción de la ideología en pro de una totalidad del pensamiento, la rebasa a sí misma en la generación de una conciencia para la construcción de otra sociedad de compartimentación, complementación y conexión del trabajo manual-intelectual por encima de sus viejas divisiones. La fusión del modo de pensar y actuar revolucionario se propone un mundo con una conciencia plenamente humanística cuando la división de las clases sociales haya desaparecido.

12. La ideología como complejo total de ideas, creencias, parámetros y asimilación de aspectos específicos de la realidad social, a lo sumo describe unos elementos de la conciencia del ser social, y con ello la rechaza en sus cualidades fundamentales impidiendo que dicha conciencia se desenvuelva plenamente, que reme constantemente para mantener la objetividad. A todas dimensiones es que debe prefigurarse y organizarse la batalla de las ideas, la lucha ideológica, la inyección de ésta en la lucha política.

13. La ideología y la condición ideológica hacen parte del proceso social, las ideologías concretas son tan inevitables como necesarias a la vida social y la lucha de clases. La pugna de las ideologías crecerá de la mano de las luchas populares, se intensificará porque en ellas están contenidos intereses antagónicos. Esta lucha requerirá cada crecientemente de matrices de conocimiento firmes, percepciones del cambio revolucionario, conciencia de clases masificada y espiritualidad de nuestros pueblos, en busca de anchurosos espacios de contrastación y respuesta al dilema dominación-emancipación.

Las ideologías dominantes se están armando para impedir el desarrollo de sus contrarios, siembran ideas en nuestras mentes que provocan la confusión, la degradación de la condición humana, la sumisión total, la incapacidad de pensar con coherencia, implementan la mediatización para inhabilitar las conciencias a modo de agudizar los antagonismos y problemas sociales que vive el capitalismo.

Las ideas revolucionarias, tienen mucho trabajo por hacer, necesitan nuevas proyecciones para desmontar estos artefactos de la ideología burguesa, deben esbozar sus propias tendencias de conciencia y percepción de toda la realidad, deben desembarazarse de la falsa ideología revolucionaria dedicada al arte del engaño [4] . Las ideologías de tendencia revolucionaria rechazadas por el capitalismo, deben levantar vuelo, incrustarse ampliamente, replantearse tareas de conciencia, autocriticarse y autocorregirse, tanto como les sea posible de frente a los desafíos de los nuevos vientos y tormentas de lucha. De estos escenarios y los cambios que protagonicen nuevas ideas y replanteos sobre la ideología tendrán lugar en la constante construcción revolucionaria del pensamiento social y sus vertientes que sustenten nuevas relaciones sociales.

Nuestra lucha se apoyará en todas las reservas posibles de la conciencia clasista contra las verdaderas fuerzas sociales que nos oprimen, las relaciones y condiciones generales de dominación, el régimen en sí y contra las clases explotadoras. La lucha contra las ideologías dominantes, y su contexto, es vital, convoca a una dialéctica de las ideas en que estas sean aplicadas al gran cambio social, dándose contra el mismo sentido de ideología, hasta superar sus conflictos creándose la conciencia de los pueblos, reconfigurándose la manera de concebir las ideas y la esencia de estas.

Notas

[1] El presente artículo es un apartado incluido en nuestro ensayo «El pueblo mexicano vencerá» a cargo del proyecto editorial Revolución.

[2] En este caso no recurrimos para ello a elaborar un concepto de Marx forjado por otras mentes llevadas de una particularísima falsa conciencia liberal-racional, atrapadas en las tradiciones y medios de sus conocimientos, sino a lo expresado en su tinta. Tal juego consiste en inventar o adaptar los conceptos de Marx para justificar y acomodar el propio criterio, absolutizar una crítica y agarrarse de ella para cuestionar la teoría revolucionaria en sus fundamentos, en los supuestos de «ampliarla» por esas rutas.

[3] En este aspecto de cómo se realiza en las ideologías la trasfusión de las relaciones de dominación para subyugar, y a la vez en torno a cómo se demarca lo que es el valor de conocimiento -por cuánto se consiga las matrices que expliquen el fenómeno social a través de la sublimación de la realidad-; la ideología tal como se conoce llegará a un punto de quiebre. El proletariado y todo el pueblo no ambicionan invertir la opresión de ningún género, aunque hayan de pasar por tiempos de control sobre las clases explotadoras, su relevancia está en que se propondrán superar tal eje ideológico-político, crearán otras relaciones sociales en otro terreno y para otro mundo donde la ideología deje de ser lo que hoy es.

[4] Las viejas acusaciones mutuas de revisionismo suelen llevar este arte de la guerra ideológica del cual el movimiento popular y revolucionario deberá descongestionarse en algún momento para atender adecuadamente los temas de diferencia y lo que se entiende en torno a la cuestión del revisionismo.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.