Traducido del catalán por el autor para Rebelión
Acabas de llegar a casa. Teníamos ganas. Muchas. Han sido horas y horas de sufrimiento, de espera, de no saber nada de ti. Viajabas en aquella flota cargada con toneladas de ayuda humanitaria. Esa flota que uno de los ejércitos más poderosos del mundo asaltó a sangre y fuego. No dio demasiadas explicaciones. Erais terroristas, dijeron. Y eso les ha dejado en evidencia. ¿Sabes? Cuando lo conflictos traspasan los titulares de prensa y te tocan de cerca, ratificas la brutal injusticia que los sustenta.
Esta vez no hablaban de las cifras frías de un conflicto enquistado en nuestras miserias. Esta vez hablaban de ti. Y te hemos visto en todos los noticiarios. Con tu rostro firme. Con tu camiseta de ‘País Valencià’ que tú mismo diseñaste. A ti, nuestro amigo y compañero de luchas libradas en las calles del Carme o Benimaclet o Russafa o cualquier otro barrio de nuestra València resistente. O en la redacción de ese diario humilde pero heroico llamado L’Avanç. Tú has sido testigo. Ojos, oídos y boca. Y nos has explicado que los soldados de élite llegaron de madrugada. Que dispararon antes de asaltar el barco. Que te silbaban las balas cerca. Que a pesar de estar visiblemente acreditado como periodista, te insultaron, te golpearon y te amenazan. Que viste muchos heridos. Y muertos.
¿Sabes? Cuando te he escuchado en la radio se me han puesto los pelos de punta. Era como si todo aquel infierno lo hubiera vivido yo mismo. Pero el drama no terminó aquí. A los supervivientes os encerraron en una prisión de máxima seguridad. Gris. Fría. Ni tu madre ni tu padre ni tus amigos supimos nada de ti hasta un día y medio después. Sufrimos mucho, créeme. Pero al final Cristina pudo hablar contigo. ‘Estoy vivo’, dijiste. ‘Vive y contento de saber de vosotros’. Y eran palabras de emoción pronunciadas a escondidas, en voz baja, con un móvil prestado.
Dos días después te liberaron. La solidaridad internacional fue eficaz. Pero no acabó con los malos tratos. Ni los interrogatorios. Y la rabia me rompe el pecho cuando lo pienso. ¿Cómo persiste la tibieza vergonzosa y cómo han sido capaces de perpetrar impunemente esta matanza en aguas internacionales? ¿Cómo es posible, encima, que os secuestraran y os acusaran de ‘inmigrantes ilegales’? ¿Cómo se atreven a criminalizar así, sin manías, a 600 ‘activistas peligrosos’ como parlamentarios europeos, periodistas de una cuarentena de medios, una premio Nobel de la Paz e, incluso, una mujer de ochenta años superviviente del Holocausto? Contestar a todos estos interrogantes me estremece. Pero me estremece más aún la pregunta que tú mismo has lanzado. Porque, si son capaces de masacrar así cooperantes internacionales, ¿que no harán con los palestinos que sobreviven bajo el bloqueo, la ocupación y la humillación diaria de sus botas?
Por todo ello, hoy te quiero, te queremos, dar las gracias. Por la valentía pero, sobre todo, porque tu ejemplo nos anima a denunciar, con más coraje aún, este nuevo mundo de muros y armas que algunos quieren imponer en nombre de la seguridad y el miedo.
Estamos contigo, David.
Hoy más que nunca, bienvenido a casa.
Xavi Sarrià es escritor y cantante del grupo Obrint Pas. Recientemente ha publicado un exitoso libro de relatos, Històries del Paradís (ed. Bromera) que pronto aparecerá traducido al castellano.
Fuente original: http://www.levante-emv.com/