Más de uno se preguntará si este es un artículo en contra de Bildu. Pues no sé qué contestar… No pienso criticar a Garitano porque vaya acompañado por dos miembros de Etxerat al txupinazo de Gasteiz, ni por no condenar a ETA, ni porque no me guste su mosca. Esa tarea está excesivamente solicitada en […]
Más de uno se preguntará si este es un artículo en contra de Bildu. Pues no sé qué contestar… No pienso criticar a Garitano porque vaya acompañado por dos miembros de Etxerat al txupinazo de Gasteiz, ni por no condenar a ETA, ni porque no me guste su mosca. Esa tarea está excesivamente solicitada en los tiempos que corren y es que Bildu, como nuevo objetivo mediático, tiene una dificilísima tarea por delante.
El día después de las elecciones del 22M, un conocido me preguntó en pleno arenal bilbaíno si no pensaba yo que «los de Bildu tenían muy poca experiencia como para gobernar un ayuntamiento importante«. Me reí mucho. Me reí porque precisamente él acababa de despotricar contra la clase política a diestro y siniestro pero, sin embargo, no le daba miedo Bildu por ser él españolista sino porque inconscientemente tenía dudas de si los nuevos responsables abertzales tendrían la caradura suficiente como para ser parte de esa clase política despreciable a la que se refería. Sea como fuere, el ascenso político de Bildu ha conllevado su correspondiente «penitencia democrática». A Bildu le caen palos por hacer y por no hacer, por hablar y no hablar.
A pesar de todo, aunque a muchos les parezca inverosímil, ETA no es la única expresión de la violencia política en la sociedad vasca. Tampoco lo es la violencia militar y policial que de primera mano han conocido tantos ciudadanos. Hay otra forma que nos afecta a casi todos (a vascos, españoles y migrantes), que cada vez se despolitiza más, y que se llama economía. Y es que, con esto del auge de las clases medias, más de uno se piensa que pasar hambre es a lo sumo batallita de sobremesa para nuestros aitites y amamas.
Izquierda vasca y focalización política
Como bien hemos visto en toda Europa, la socialdemocracia es una doctrina cuya popularidad no está en su mejor momento. Ignacio Ramonet titulaba ‘Socialdemocracia, fin de ciclo’ un Le Monde diplomatique del pasado año y decía así: «era una organización obrera que hoy lo es de las clases medias urbanas acomodadas1«. La izquierda abertzale encaja perfectamente bajo esta definición y es un ejemplo más de la paradoja que teóricos socialdemócratas como Norberto Bobbio han desvelado en torno a la democracia parlamentaria: La representatividad de las masas es, siempre, falsa. Es falsa porque una cosa son las luchas de poder que fraguan las cada vez más profesionalizadas clases políticas y, otra muy distinta, la capacidad de dichas clases para convencer a las masas para que se identifiquen con algún poder.
Por todo ello creo a pies juntillas que podemos seguir empobreciéndonos considerablemente y que la mayoría de la población vasca seguirá percibiendo la identidad nacional como el mayor de sus problemas de ámbito político. Es por ello que Bildu difícilmente puede sacar rédito electoral de una política económica contundente. El problema es que a la ofensiva neoliberal le traen sin cuidado las reivindicaciones identitarias. Es más, en general, sabemos entre poco y nada sobre el componente absolutamente político de esta ofensiva así como de la influencia capital – nunca mejor dicho – que esta tiene y tendrá sobre nuestras vidas.
Si ‘izquierda abertzale’ es la suma de dos tendencias, objetivamente la primera de ellas no se ha peleado con la intensidad de la segunda. El significado de ‘izquierda’ es cada día más insulso pero creo que es importante recordarlo. Izquierda es progreso, es igualitarismo pero, ante todo, es justicia socioeconómica. Es por ello que pongo una luz de alarma y doy aviso a navegantes para que la tan anhelada normalización política vasca no sea un manto con el que tapar el contexto de anomia económica.
Desde una visión pragmática entiendo perfectamente que la línea del frente abertzale (territorialidad, presos, procesos judiciales, etc.) limite el asalto de bastiones de tal dificultad estratégica como el patente hundimiento del sistema económico productivista pero l@s vasc@s, con Estado o sin él, no esta(re)mos a salvo del descalabro.
Los primeros pasos de Bildu en política económica
La Comunidad Autónoma Vasca tiene unos índices de exclusión social y empobrecimiento considerables pero las clases sociales más bajas no tienen altavoz político alguno porque nadie es representante de su miseria y, bien como causa o como consecuencia, los miserables no tienen representación en ella. El economista Isidro Esnaola analizó en Gara el programa de las diferentes formaciones políticas de cara a las elecciones a las Juntas Generales del pasado 22M. El titulo de su artículo no deja lugar a dudas: ‘Política fiscal, escurriendo el bulto’2.
La defensa de las clases más sometidas es la principal carta de presentación de la izquierda. Esa izquierda que apenas crece en nuestra tierra pero que no para de brotar por toda Latinoamérica. He intentado recopilar los pocos gestos de Bildu en materia económica y, a día de hoy, recuperar el Impuesto de Patrimonio y subir el Impuesto de Sociedades es todavía un mero proyecto. Es reseñable que, como señala la consultora KPMG, los empresarios vascos se encuentran entre los diez países a nivel mundial que menos pagan en Impuesto de Sociedades3.
Entre las medidas ya implantadas está la disminución de cargos dentro de la Diputación de Gipuzkoa junto con el recorte de los sueldos de los miembros del gobierno foral, lo cual permitirá el ahorro de un millón de euros a las arcas forales4. Todos los diputados de Bildu cobrarán entre 70.000 y 75.000 euros, o lo que es lo mismo, entre un 10 y un 15% menos que sus predecesores. Por último es reseñable un donativo de 150.000 euros a los países del cuerno de África de los fondos de la institución guipuzcoana5.
Por mi parte me planteo numerosas preguntas e intento ser cauto con las respuestas. ¿Cómo se puede contradecir a una formación que rebaja sus propios sueldos? Es imposible, ¡absolutamente imposible! De hecho, el triunfo de los guiños mediáticos es que son difícilmente criticables. Si entro a criticar la cuantía de sus sueldos, soy tan parcial como ese niño enrabietado que asegura tener menos paga que los demás. Si por el contrario entro a valorar la política de donaciones, siento hacer demagogia. Por lo tanto, sólo me queda conocer qué salario consideran apropiado cada uno de los diputados de la izquierda abertzale en relación a su nivel vida y función pública. Es decir, antes de hacer sangre, me gustaría saber qué opinan sobre ganar 6000 euros mensuales más pagas extras en concepto de una Euskal Herria socialista.
Comparativamente, gran parte de sus colegas han tomado medidas de tendencia similar. En un artículo del pasado año, el diario Deia ofrecía datos sobre el gabinete de Patxi López, gabinete que – después de acceder al gobierno mediante un pucherazo disfrazado de proceso judicial- se atreve a tildar a la coalición abertzale como «demócratas a media jornada«6. Las cifras de dicho artículo informan sobre la bajada porcentual de los sueldos a los altos cargos de las administraciones publicas: «los sueldos de los altos cargos de la administración de la CAV sufrirán un recorte de entre el 6 y el 7%, mientras que en el resto del Estado español las rebajas oscilan entre un 8% y un 15%7«. Curiosas coincidencias.
Hablando en votos
Las políticas económicas keynesianas gustan y son fáciles de entender para la población. ¿Aumento del gasto social y construcción de vivienda subvencionada a casco porro? ¿Donde hay que firmar? – se han preguntado durante décadas los votantes de las economías más «desarrolladas» del mundo – mientras, por lo bajini, sus representantes políticos dejaban correr los tenebrosos planes (y sus correspondientes beneficios) entre las clases capitalistas. El meollo de la cuestión, volviendo a Euskal Herria, es que el continuismo económico le asegura a la izquierda abertzale no molestar a la burguesía jeltzale que es, a todas luces, la que va a cortar el bacalao – al menos económicamente hablando – una vez completado un hipotético proceso independentista.
Corrientes internas de la izquierda abertzale han luchado por las reivindicaciones marxistas durante décadas y bien sea por pragmatismo, electoralismo o por una cuestión de «tiempos»; esa tendencia no se atisba por ningún lado. Teniendo Bildu bajo llave tan poderosas instituciones, las medidas económicas deberían empezar a dejarse entrever porque el mutismo político generalizado ante el desastre capitalista en curso es tan global como indigno.
Si aceptamos que la izquierda abertzale ha logrado una importante concentración de poder y que durante prácticamente toda su carrera política ha sido una formación capaz de mover cielo y tierra a favor de convicciones políticas ampliamente deslegitimadas, ¿por qué no hace alusión a las reivindicaciones socioeconómicas más fundamentales en esta situación de ahogo económico para un amplio espectro de la ciudadanía? Penalización de la vivienda vacía, impuestos radicalmente progresivos, alternativas frente al desarrollismo imperante… Las de cajón vaya. En palabras de José Ramón Castaños, ex-militante de ETA-VI, «nadie le pedirá – a Bildu – que imponga nuevos tributos a las grandes fortunas y a los movimientos de capital, porque a pesar de que la Diputación de Gipuzkoa que ellos gobiernan tenga competencias en materia de política fiscal, no tiene mayoría suficiente para hacerlo«8. Tengo serias dudas sobre este planteamiento porque las «mayorías» son una variable respuesta social y, parafraseando la famosa cita de Paulo Freire, no son sino que están siendo.
El pasado 26 de Mayo, en plena vorágine postelectoral, la patronal guipuzcoana (ADEGI) salió en «defensa» de Bildu concediéndoles «el beneficio de la duda«9. Si bien siempre queda la sombra de la duda en torno a la estrategia de Bildu a largo plazo en materia económica así como del papel de los dos partidos que acompañan en coalición a la izquierda abertzale – aunque parece evidente que ninguno de los dos tiene un peso sustancial – la patronal no debería de tener duda ninguna de los intereses de la verdadera izquierda. Esa izquierda que no ha hecho su trabajo, que se esconde detrás del «muro de las limitaciones» y que prácticamente en su totalidad opera bajo los confortables dictados de la socialdemocracia.
Frei Betto, teólogo de la liberación y asesor durante la primera legislatura de Lula da Silva, hizo una mordaz crítica del gobierno en su voluntaria salida del ejecutivo brasileño: «¡Cuidado! Usted puede estar contaminado por el virus socialdemócrata cuyos principales síntomas son usar métodos de derecha para obtener conquistas de izquierda y, en caso de conflicto, desagradar a los pequeños para no quedar mal con los grandes10«. Al parecer la izquierda abertzale no está vacunada contra la infección y es que, antes o después, habrá que preguntarse dónde está el límite del empobrecimiento económico ante el cual la población dejará de priorizar la histórica lucha soberanista a la hora de de dar su voto.
Qué curioso… yo también empiezo a pensar en términos electorales.
Notas:
1 Marzo 2010. Le monde diplomatique nº 173
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=101509
2 Mayo 2011. Gara
http://www.gara.net/paperezkoa/20110517/266678/es/Politica-fiscal-escurriendo-bulto
3 Agosto 2011. Gara
4Julio 2011. Diario de noticias de Gipuzkoa
5 Agosto 2010 Página oficial de Bildu
6 Agosto 2010 El mundo
http://www.elmundo.es/elmundo/2011/08/22/paisvasco/1314012683.html
7 Junio 2010 Deia
8 Agosto 2010. Viento Sur
http://www.vientosur.info/articulosweb/noticia/?x=4263
9 Mayo 2005. El País
10 Enero 2004. Cubadebate
http://www.cubadebate.cu/opinion/2004/01/03/diez-consejos-para-los-militantes-de-izquierda-2/
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