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Blanqueros y abstencionistas

Fuentes: Rebelión

Las pasadas elecciones del 30 de Mayo cuentan de antemano con un ganador: el continuismo uribista. Este es su triunfo presidente Uribe, afirmó el vencedor Juan Manuel Santos. ¿De qué sorprenderse? El patrón es conocido. Más de la mitad de la población apta para sufragar, sobre 15 millones, se abstuvo de hacerlo. De 29.983.279 votantes potenciales, menos de […]

Las pasadas elecciones del 30 de Mayo cuentan de antemano con un ganador: el continuismo uribista. Este es su triunfo presidente Uribe, afirmó el vencedor Juan Manuel Santos. ¿De qué sorprenderse? El patrón es conocido. Más de la mitad de la población apta para sufragar, sobre 15 millones, se abstuvo de hacerlo. De 29.983.279 votantes potenciales, menos de la mitad, 14.764.362, sufragaron y 224.355 fueron votos blancos para una participación del 49.24% del total. Mal tiempo para votar, pensarían los abstencionistas.

Habíamos escrito líneas atrás que las parlamentarias del 14 de Marzo significaban esa continuidad de la que hablamos. Lo ratifican los 6.758.539 votos a favor del ganador, es decir, el 47.29% del total sufragados. Poco le faltó al candidato uribista para vencer en primera vuelta. Duplicó a su competidor de la ola verde, Antanas Mockus, quien obtuvo 3.120.716 de sufragios, el 21,84% del total de votantes. La historia no sólo es el resultado de los buenos deseos, sino también de los más perversos.

Y así fue en estas elecciones, a pesar de las fallidas predicciones acerca del palo que serían la ola Verde de Antanas Mockus y la masiva votación que superaría la abstención histórica. Ni una cosa ni la otra. Una vez más la tozuda realidad hizo estallar en pedazos el globo de la ilusión en que muchos se montaron. No es la primera vez que la realidad supera los refinados análisis y derroca esa especie de dictadura en que se han convertido las encuestas.

Hacia la segunda e innecesaria vuelta del 20 de Junio vuelven las cábalas y encuestaduras con el ridículo de hacer cree que hay una disputa democrática entre dos opciones distintas por el poder, cuando en realidad lo único diferente es la forma y el estilo, no el contenido cuya esencia sigue siendo uribista: seguridad democrática, cohesión social, inversión extranjera, bla, bla, bla y la amenaza de Mockus de poner un poquito más de impuestos con que mantener aceitada la máquina de guerra y tirarle una migaja del presupuesto a educación. No hay que seguir viviendo de ilusiones, ya está decidido quién continúa en la Casa de Nari el 7 de agosto. 

La decisión de quién continúa en el poder ya fue tomada entre otros por el sistema oficial de favores que se cobran y se pagan en puestos burocráticos. Sistema entronizado en el poder desde hace décadas; fue decidida por la compra de votos; por el miedo inculcado en la población que si no es la continuidad uribista es el regreso a la violencia y terrorismo de la guerrilla; por el chantaje a familias en acción de que votaran Santos sino querían perder el miserable subsidio estatal; por el chantaje e intervención presidencial de no ir a abandonar el camino, y qué camino! Cuentan que en ese idílico camino se encuentra la gallina de los tres huevitos de oro.

Podría haber empezado incluso el mal llamado empalme entre Uribe y Santos, que no será más que un formalismo de nombres para ministerios, altos cargos del estado y embajadas que pondrá en práctica una vez más el sistema oficial de favores que se cobran y se pagan, que se hacen y se retribuyen. Podría incluso afirmarse que ni Santos necesita de alianzas, ni a Mockus le alcanzarían las que haga.

Es buen tiempo para los blanqueros y envidiable para los abstencionistas. Hora de llamar a crear un movimiento nacional por el voto blanco, digno manifiesto de protesta. No habrá segunda vuelta, sólo champán y propaganda de quienes han vilipendiado la democracia, la Constitución, la paz y la soberanía. Es hora de aullar, pensaron los perros.  

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.