¿Es «legal» una ley que prohíba beber en la calle? Evidentemente no, las autoridades tienen la obligación de ayudar a la gente, de solucionar problemas, diría anticiparse y prever problemas que se pueden dar y darle solución pero esto es pedir la luna para una clase política de una absoluta incapacidad de entender el mundo […]
¿Es «legal» una ley que prohíba beber en la calle? Evidentemente no, las autoridades tienen la obligación de ayudar a la gente, de solucionar problemas, diría anticiparse y prever problemas que se pueden dar y darle solución pero esto es pedir la luna para una clase política de una absoluta incapacidad de entender el mundo en que vive. Esto sí que es patético cuando necesitamos gente capaz de cambiar el mundo en que vivimos y hacer frente al pensamiento único neoliberal-salvajementecapitalista nos encontramos con una clase política incapaz siquiera de entender el mundo en que vivimos. Ahora están preocupados porque los jóvenes se reúnen por su cuenta los fines de semana. El «problema» es que se ensucian las calles, el alcohol «que es un peligro», los padres que no se responsabilizan de sus hijos, bla, bla, bla, pero nadie dice: «»nuestros políticos, y los alcaldes en particular, que son unos inútiles».
Los jóvenes desenmascaran las mentiras. Por lo visto, y lo dicen los mismos reportajes de la tele sin escandalizarse, nadie entiende nada y nadie sabe como atajar este «inmenso» problema que tenemos. Evidentemente el problema son los jóvenes que no hacen lo que se espera que hagan, nunca son los responsables de la cosa por su manifiesta inutilidad. Entonces salen los guardianes del pensamiento únicos (los tertulianos la mayoría aznaristas y algunos felipistas reciclados en este asunto «milagrosamente» unánimes) que hay que sacar a la policía, que probrecitos los vecinos, que que responsabilidad los padres que permiten que sus hijos se emborrachen, que «nosostros» no teníamos de nada y ahora tenéis de todo y no me digas a mi porque tienes polideportivos para hacer deporte, bla, bla, bla. Se habla mucho de los jóvenes que son un problema que hay que enseñarles… pero no hablan nunca los jóvenes. A poco que les sacan se puede descubrir que estan empeñados (los responsables de la cosa, sus consortes tertuliados, etc) en ver una realidad, su realidad, que es una absoluta mentira. Y los jóvenes cuando se les preguntan dicen: Oigan que esto se ha extendido porque es una forma de reunirnos, encontrarnos, es más barato, bebemos un poco alguno se puede emborrachar pero no es lo habitual, no voy a renunciar a salir con mis amigos y no entendemos porque se escandalizan, nos dicen que vayamos a la discoteca pero allí si que se emborrachan más y en algunas se consumen drogas en los botellones como mucho alguno saca un porro. Total, que hay una disparidad absoluta de lo que se escandalizan y cuentan «los medios» y la realidad de la calle.
Entonces la pregunta que surge es: ¿cómo es posible que de una manifestación pacífica de ocio como el botellón los «responsables de la cosa» y los medios hayan creado un problema? Dejemos algunas cosas claras primero: en los botellones se consume alcohol moderadamente y las borracheras severas son mínimas pero se puede hacer mucho para que en las concentraciones de fines de semana se pueda beber para pasarlo bien y con menos riesgo de «coma etílico» si informamos y facilitamos un ambiente más acogedor para los botellones… En los botellones no hay drogas, o no significativamente, entre otras cosas porque se hacen para ahorrar dinero entre los jóvenes con menos recursos y la droga la consumen los jóvenes que tienen más recursos (evidentemente los traficantes no son ninguna Ong)… La suciedad en las calles es un asunto del ayuntamiento que tiene que saber que está para servir y facilitar la vida de los vecinos y no para impedir y prohibir según les venga en gana porque no saben, en este caso, limpiar las calles cuando toca… El ruido de los vecinos que no les dejan dormir, asunto también del ayuntamiento si siempre se hace en el mismo sitio (recordamos que los botellones son una manifestación caótica improvisada y espontánea) producen un cansancio y hartazgo de los que no participan de la fiesta así que el ayuntamiento debe facilitar zonas (no siempre las mismas) donde se puedan realizar estas sanas concentraciones de fiesta los fines de semana aunque debe quedar claro que la calle es también para llenarla de gente y hacer fiesta… «¡Es que mean en la calle!» en Barcelona se monto mucho escándalo por esto pero resultaba que se arregló fácilmente cuando el Ayuntamiento puso urinarios en la calle… quizás más que urinarios en la calle los ayuntamientos deberían de llegar a acuerdos con los pequeños bares de la zona para que facilitaran este servicio a la gente de la zona sin ser clientes…
¿Cómo veo yo el asunto del botellón, ellón, ellón? Es una manifestación social, pacífica y civilizada y como tal hay que apoyarla y poner recursos para poder canalizar las ganas de fiesta y reunión de los jóvenes de tal forma que se reduzcan los problemas que pueden surgir: borracheras desmedidas, pandillas violentas, delincuencia y drogas, etc. O sea que se trata de ayudar a que la fiesta sea más mejor en la calle, barata y abierta a todo el mundo, con movidas y actividades colaterales de todo tipo (con conciertos improvisados de música, acciones teatrales, etc), con kioskos de bebida y bocatas y lo que sea pero todo montado por los mismos jóvenes según les venga en gana y no teledirigidos por los «monitores» y la policía de turno. Si algo habría que prohibir es impedir que se metan mayores, por ejemplo de 25, que sean movidas de jóvenes para jóvenes…Es una tontería rancia de tetulianos decir: «Y por qué no vais al polideportivo por la noche que está abierto»… A ver tiene que quedar claro lo que dicen con razón: «nos vamos al botellón porque nos da la gana ¿passa algo?», evidentemente es el momento de la fiesta de jóvenes que están demostrando que tienen un gran nivel de autonomía, de conocimiento y de capacidad como para montársela fuera de los canales del oficialismo bienpensante… Como vamos a ver a continuación es tanta la inutilidad de los responsables de la cosa que es maravilloso ver como algunos se manifiestan en contra de este orden establecido aunque sea en algo tan intrascendente como el botellón-ellón-ellón.
¿Cómo veo yo el asunto del botellón, ellón, ellón? El botellón escupe al mundo de cartón piedra que se está montando con un dispendio de gasto enorme y de espalda a las verdaderas necesidades de la gente. En el botellón se está manifestando también que la gente ya tiene la suficiente capacidad como para montársela sin el dirigismo de las élites políticas y empresariales de turno que se forran a costa de los impuestos de la gente pero para hacer un mundo en su propio beneficio y que la gente no quiere. Se ve claramente este despotismo «constructor y megalómano» en el simple alcalde Ruiz Gallardón-don-don y su empeño en hacer de Madrid «la mejor ciudad del mundo» pero no porque es más cómoda y más habitable, con empleos sostenibles y útiles, sino porque hay mucha obra «monumental» que nadie ha pedido ni quiere, con la gente más empobrecida por la especulación en la vivienda y con nuevos impuestos como los parquímetros en los barrios de Madrid (el representante de los vecinos de Carabanchel le he oído decir que están «privatizando las calles»). ¿Se ve? El simple alcalde Ruiz Gallardon monta toda una ciudad de postín y a la vez a los vecinos les mete más incomodidades incluso «privatizando» las calles de los barrios con parquímetros que que casualidad los montan con un negocio formidable unos amigos de los concejales… Algo parecido podíamos decir de Clos en Barcelona con su Forum pero hay que reconocer que Clos tiene una mayor sensibilidad y en Barcelona se gobierna con más delicadeza aunque los afanes prohibicionistas y multadores de los últimos tiempos indican que tampoco se enteran mucho de lo que pasa. Se nota que hace falta una nueva forma de hacer política y de gobernar que promueva y canalice las demandas sociales, que desarrolle los presupuestos participativos que permiten que se hagan las cosas que la gente quiere y necesita y no lo que los intereses «de los grandes constructores» y otros merodeadores de la política se les antojan. La izquierda desde luego tiene mucho que aprender y cambiar porque no se trata de elegir entre iniciativa privada o dirigismo político (la derecha, innovadora ella, aporta la fusión total de los dos ámbitos) sino permitir que las necesidades sociales sean gobernadas por la interacción de la propia gente con más y mejor desarrollo de la vida social de los barrios y es aquí, en facilitar y desarrollar la vida de los barrios, donde vendrán muchos de los nuevos empleos…
Pongamos unos ejemplos de este dirigismo político que derrocha y dilapida recursos para montar un mundo que nadie encima les ha pedido:
-Antigua y querida Sala Olimpia en el barrio más típico de Madrid, Lavapies, es reconvertida en Teatro Valle Inclán con una inversión de 20 millones de euros casi nada. Recojo la información de la revista Diagonal de 2 de marzo, Laura Corcuera: se ha gastado el doble de lo presupuestado, y un arquitecto vecino dice: «el nuevo Teatro Valle Inclán no es un proyecto de ministerio sino del Ayuntamiento ya que no se trata de una iniciativa cultural a priori, sino de un proyecto urbanístico que se ha convertido más tarde en un proyecto cultural». Los vecinos reivindican (1) otro tipo de ayudas, (2) denuncian los abusos policiales para impedir las protestas que contrastan con la imagen de vanguardia cultural que debería dar el nuevo espacio y, (3) dada la irreversibilidad del dinero que se ha invertido en él, exigen otras políticas de precios y de programación. El barrio ve otra oportunidad perdida en esos 5380 m2 que reúnen una sala principal y otras dos con una gran dotación técnica. Pero es que hasta la oficina técnica del teatro ve con preocupación la situación: ¿Cómo traer los abrigos de pieles, el público del María Guerrero, a Lavapies? Este derroche es un claro ejemplo de cómo se monta algo con claros intereses inmobiliarios pero sin el más mínimo interés en conocer lo que la gente pide y en motivarla para la participación. En vez de intentar montar pisos de alto standing en Lavapies, algo que por lo visto ha fracasado, lo que se tenía que haber hecho es facilitar pisos para jóvenes y espacios y presupuesto para canalizar sus iniciativas… Y los jóvenes madrileños seguro que hubieran sabido contaminarse y actuar con todos los nuevos vecinos emigrantes que también están llegando a Lavapiés. Una iniciativa de revitalización de barrios tan fácil, tan barato y tan necesario para revitalizar el barrio más típicamente madrileño de Madrid. Pero claro no entienden (no les interesa) que no se trata de construir y construir, de propaganda y propaganda.
– El Consejo de la juventud monta una web: kelifinder.com para informar a los jóvenes sobre la vivienda. Pura propaganda, resulta que la campaña se ha hecho famosa porque regalan unas zapatillas para que los jóvenes se animen a buscar piso… Evidentemente si hay que cambiar las cosas es porque inutilidades como el Consejo de la juventud y las Cámaras de comercio (en el plano empresarial que hoy no tocan) necesitan una reinvención total. El Consejo de la juventud son unos funcionarios que representan supuestamente a los jóvenes pero en realidad no representan nada ni a nadie (es patético ver a R.Zapatero y a porretas-Rajoy en los mítines rodeados de jóvenes aplaudidores), el consejo de la juventud es una forma de cubrir una apariencia en base a financiar a las asociaciones «juveniles» más integradas en el sistema. Se ve claramente en la famosa web kelifinder que no es más que propaganda al no permitir que sean los propios jóvenes los que critiquen y publiquen sus alternativas e iniciativas (imposible de conseguir en una web como esa). Patético ver como anuncian 600 pisos cuando se necesitan miles en otro contexto y posiblemente en otras localizaciones y con jóvenes con empleos sostenibles… Patético ver como «facilitan» información cuando es información lo que sobra… Patético ver como regalan «zapatillas» para patearse las calles cuando se supone que si montas una web es para facilitar las cosas y que no sea necesario patearse las calles. Evidentemente como en casi todos los temas el Consejo de la juventud no tiene nada que decir, ni se entera ni quiere enterarse y no refleja ni de lejos lo que es la juventud española. Patética la Ministra más deficiente del gobierno Zapatero apoyando algo tan flojo y propagandista como es la campaña kelifinder, lástima porque su ministerio debería ser el más importante…
– El gobierno francés con problemas para reformar los contratos de los jóvenes. Es verdad que las empresas necesitan flexibilidad pero es necesario recordar que los jóvenes necesitan más y mejores empleos aunque sea en un contexto nuevo. El problema no es que los jóvenes no quieran trabajar o que no quieran flexibilidad (que no solo no la rechazan sino que la piden), el verdadero problema es que el gobierno francés (como todos) no tiene credibilidad para garantizar el mantenimiento del nivel de vida, y empleos suficientes y sostenibles para todos…. La gente no es tonta y por eso les rechaza sus «reformas bienintencionadas».
Pues así están las cosas, la vida sometida a la inutilidad, la cobardía o la burocracia de muchos. ¡Viva el botellón!