«Si ustedes expulsaran a todos los que no son particularmente obedientes, pero que son inteligentes, y solo dejaran a su alrededor estúpidos obedientes, seguramente arruinarían al Partido» Carta de Lenin a Bujarin Resulta muy difícil escribir sobre una organización a la que no pertenezco, sin embargo es de vital importancia referirse a este tema por […]
«Si ustedes expulsaran a todos los que no son particularmente obedientes, pero que son inteligentes, y solo dejaran a su alrededor estúpidos obedientes, seguramente arruinarían al Partido»
Carta de Lenin a Bujarin
Resulta muy difícil escribir sobre una organización a la que no pertenezco, sin embargo es de vital importancia referirse a este tema por el papel estratégico que cumple en nuestra sociedad y nuestro sistema político. Fue el propio Raúl quien nos convocó a todos a asumir un papel crítico en la sociedad, y como la vanguardia de nuestro modelo social debe ser el Partido, hablemos entonces de este.
La historia del Partido Comunista en Cuba es compleja, está caracterizada por una lucha constante a favor de las clases más necesitadas, siendo el único partido en la etapa republicana que apoyó las luchas sociales de forma unánime y sistemática. Esa debe ser la primera lección histórica: su raíz y esencia altruista, la segunda bien pudiera ser aprender de los errores cometidos, porque aunque la lógica lo indica, vale destacar que el Partido no es infalible (solo menciono como ejemplo el Pacto con Batista a inicios de los años 40).
Queda claro que los militantes deben tener un pensamiento revolucionario con posturas críticas y autocríticas; críticas en el sentido de decir su opinión abierta y objetivamente en todo momento sin que ello «le cueste la cabeza», como decimos los cubanos. Se debe ser autocrítico también pero no en el sentido de la mea culpa que tanto imperó en los 70 y algunos quisieran prolongar; sino en el de reconocer los errores y evitar repetirlos, sin empecinamientos ni autoritarismos.
Siempre me asustó escuchar a muchos de mis compañeros, militantes ellos, referirse a este como El Inmortal , esto me preocupaba porque está claro que el Partido se puede destruir, como mismo ocurrió a finales del siglo XX con tantas otras organizaciones comunistas europeas, y también se puede destruir la Revolución, algo que no es secreto para nadie pues hasta Fidel lo dijo en el 2005. Pero es que mis amigos lo llaman inmortal porque las ideas que el PCC representa no mueren nunca, y ahí si tienen razón, el Partido es la materialización de los sueños de muchos cubanos que ya han dado su sangre.
Vale la pena mencionar también las torturas y asesinatos que sufrieron los militantes antes del triunfo revolucionario, es como le decía yo a un amigo miembro del Partido Comunista Alemán, en la Cuba actual es relativamente fácil ser comunista, lo difícil es serlo dentro del sistema capitalista, en algunas naciones tienen hasta que operar en la ilegalidad y por increíble que parezca, los movimientos neonazis en Alemania operan con mucha más libertad que los comunistas.
En Cuba tenemos mucho camino adelantado pero eso no significa que no tengamos desafíos, porque el Partido está compuesto por personas que con un gran espíritu de sacrificio, también pueden equivocarse, por eso es tan importante que tengamos un margen para la crítica, incluso a todos los niveles, porque los comunistas necesitamos hasta de las opiniones con las que no estamos de acuerdo.
El Partido aglutina a la mayoría de los comunistas cubanos, pero eso no significa que en sus filas todos lo sean o que fuera de sus filas no los hayan, cuántos militantes del PCC no han desertado en misiones internacionalistas o se fueron en salidas ilegales del país, y cuántos comunistas no habrán fuera del Partido, yo me considero comunista y aún no soy militante aunque espero serlo, Raúl Roa no era militante del Partido durante la época republicana y nadie podía dudar de sus convicciones.
A lo largo de la historia han existido casos que demuestran que el Partido puede ser susceptible a errores, tanto en sus inicios como ahora. Julio Antonio Mella fue expulsado de sus filas por haber realizado la huelga de hambre que retó a Machado, Cesar Vilar fue expulsado del Partido por apoyar el asalto al Cuartel Moncada en la época en que los comunistas aún no se unían a la lucha armada, e increíblemente, después del triunfo revolucionario continuó marginado y no fue hasta recientemente que fue reivindicado.
Y el ejemplo más reciente en nuestra memoria sería el de Esteban Morales, que según se comenta (y esta es la única vía de información porque el aparato partidista suele ser parco de palabras) fue expulsado por varias razones entre las que se destaca el artículo que escribiera contra la corrupción. Este escrito llama la atención sobre elementos muy importantes a tener en cuenta y que por espinosos se suelen omitir en los debates académicos y políticos que se realizan en nuestro país.
Por suerte se impuso el sentido común y se reinstituyó a Esteban Morales en la organización un año más tarde, aunque no dudo que sienta algún resentimiento hacia los que tomaron la injusta medida, ojeriza que puede estar justificada porque a veces se toman medidas en nombre del Partido que en realidad lo que hacen es perjudicarlo.
Estos tres nombres que acabo de mencionar son ejemplo claro de que debemos estar siempre atentos a las palabras de Lenin, que los militantes obedientes no son precisamente los mejores, que Mella no era el más disciplinado de los comunistas de su época, pero si era de los más revolucionarios y de los pocos que sabían realmente qué era el comunismo. En la mayoría de los casos, l a obediencia ciega es más dañina que la crítica más mordaz, aunque esta sea inoportuna, porque al menos de la segunda se aprende algo.
Nos enseña el marxismo que el desarrollo nace de las contradicciones, nuestro Partido las necesita más que ninguno entonces, no puede ser nunca una organización obediente y en la que todos estén de acuerdo unos con otros, o con las orientaciones emanadas de los superiores. El PCC, al que aspiro ingresar algún día, debe estar compuesto necesariamente por personas críticas e inteligentes, de lo contrario, las palabras de Lenin se habrán hecho realidad.
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