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Brigadas Internacionales, Gracias. Pásalo. (II)

Fuentes: Rebelión

  «Venis desde muy lejos… Más esta lejanía ¿qué es para vuestra sangre que canta sin fronteras? La necesaria muerte os nombra cada día, no importa en qué ciudades, campos o carreteras.   De este país, del otro, del grande, del pequeño, Del que apenas si al mapa da un color desvaído, Con las mismas […]

 

«Venis desde muy lejos… Más esta lejanía

¿qué es para vuestra sangre que canta sin fronteras?

La necesaria muerte os nombra cada día, no importa en qué ciudades, campos o carreteras.

 

De este país, del otro, del grande, del pequeño,

Del que apenas si al mapa da un color desvaído,

Con las mismas raíces que tiene un mismo sueño,

Sencillamente anónimos y hablando habéis venido.

 

No conocéis siquiera ni el color de los muros

Que vuestro infranqueable compromiso amuralla.

La tierra que os entierra la defendéis seguros,

A tiros con la muerte vestida de batalla.

 

Quedad, que así lo quieren los árboles, los llanos,

Las mínimas partículas de luz que reanima

Un solo sentimiento que el mar sacude: ¡Hermanos!

Madrid con vuestro nombre se agranda y se ilumina»

 

Madrid, diciembre 1936.

«A las brigadas Internacionales» Rafael Alberti.

 

 

Es en diciembre de 1936 cuando las Brigadas Internacionales pueden organizar un cuerpo de sanidad. Para entonces se habían incorporado a sus filas médicos y enfermeras voluntarios extranjeros y españoles, crearon hospitales cerca de las líneas de combate y en la retaguardia, es bien conocida y fotografiada la cueva-hospital de La Bisbal de Falset, en pleno frente, pero también emplearon la caja de los camiones para atender a los heridos lo antes posible. Dejaron escritos sobre su experiencia la enfermera de color, norteamericana, Esther Blanc, la austriaca Gudl Steinmetz, el médico norteamericano Hank Rubin. A ellos se les sumaron españoles como Moisés Broggi. Se hicieron cargo de los hospitales de la retaguardia como el de Benicasim, o el Hospital Sueco-Noruego de Alcoy.

En un artículo de Paul Preston traducido por Martos Redondo Madrigal, se recoge la aportación general del personal sanitario que se integró en las Brigadas (conductores, camilleros, enfermeras, médicos,…) y en concreto la labor desarrollada por Len Crome y Reginal Saxton, el primero nacido en Letonia y el segundo inglés, mencionando también al quizás más conocido Norman Bethune, canadiense, al neozelandés Douglas Jolly y al polaco Mieczyslaw Domanski (conocido por Duvois), realizaron su trabajo en los alrededores de Madrid, donde se combatía, arriesgando sus vidas: Jarama, Guadalajara, Brunete, El Escorial.

La entrega de los brigadistas daba lugar a lo que Len Crome cuenta en su escrito titulado»Walter (1897-1947) A soldier in Spain», History Workshop Journal, nº 9, primavera 1980, p. 117. (Walter era el general de nacionalidad polaca que tenía a su cargo la División 35) refiriéndose a éste relato Paul Preston escribe: «Len fue a discutirlo con el general Walter a su cuartel general, en un olivar a un kilómetro aproximadamente del frente. Cuando le sugirió que podría no valer la pena gastar demasiado tiempo en casos perdidos, como los de lesiones severas en la cabeza, Walter estalló: «¡Nunca me imaginé que ustedes fueran tan caníbales! ¡Dígale a sus médicos de mi parte que si oigo tal cosa otra vez se enviará a todos sin excepción a las primeras líneas de combate y sin fusiles! Usted será el primero en ir. Y cuando usted esté herido quizás se pregunte si su lesión es lo bastante leve para merecer tratamiento».

El historiador prosigue diciéndonos cómo la labor del personal de sanidad de las Brigadas atendió en pleno frente, en tiendas de campaña, graneros, vagones de tren, cuevas,… y en su tiempo de descanso enseñaban a leer y a escribir en las poblaciones donde se hallaban; hace referencia concreta a Cuevas Labradas, provincia de Teruel, donde los sacerdotes impedían a las mujeres asistir a las clases de los médicos porque «eso -aprender a leer- era de ateos».

La experiencia de Reginal Saxton transformó aspectos importantes de la medicina, creó instrumentos para poder llevar a cabo transfusiones de sangre en condiciones infrahumanas, en la ofensiva del Ebro, junto con el Dr. Douglas Yolly y su equipo, salvó numerosas vidas de combatientes, ideó y transformó camiones en hospitales, y su trabajo en la cueva de La Bisbal de Falset, a orillas del Ebro, hizo escribir al periodista sudafricano David Zagier: «Pensé, mientras miraba fijamente a la cueva oscura, que un día los nuevos españoles libres erigirían una estatua delante de esta cueva. Una estatua en honor a un hombre llamado Dr. Reginal Saxton».

Las aportaciones a los Servicios Sanitarios de las Brigadas por parte de las organizaciones de ayuda fueron esenciales, recogían y enviaban dinero, agrupaban a los voluntarios (médicos, chóferes, enfermeras, camilleros) obtenían ambulancias, medicamentos, material como medicinas o instrumental.

Norman Bethune, el más conocido de los médicos que participaron en la guerra, que moriría ejerciendo de médico para el ejército popular chino en su guerra de liberación, escribió un poema titulado «Luna roja» (que aparece en «Sealed in Strugle. Canadian Poetry & the Spanish Civil War. An Anthology, La Laguna (Tenerife) Center for Canadian Studies, Universidad de La Laguna, 1995) traducido por Incola Vulpe y Maha Albari:

«Y esta misma pálida luna esta noche,

Que riela tan calladamente,

Clara y alta, El espejo de nuestra pálida y preocupante mirada,

Elevada al frío cielo canadiense.

Abajo las maltrechas cimas de las cordilleras españolas

La pasada noche, se elevó despacio y salvaje y roja,

Reflejando desde su escudo iluminado,

La sangre que salpicaba las caras de los muertos.

A ese disco pálido, levantamos nuestros puños cerrados

Y

A aquellos muertos sin nombre renovamos nuestros votos,

Camaradas, que luchasteis por la libertad y el mundo futuro,

Que moristeis por nosotros, os recordaremos».

 

El 5 de Julio de 1938 el Comité de No Intervención hace la propuesta de retirada de tropas extranjeras tanto a los fascistas como al Gobierno de la República. La propuesta es aprobada por el Gobierno el 26 de Julio, y pone en marcha la salida de la Brigadas Internacionales. Los golpistas, con Franco a la cabeza, que la habían aceptado, contestaron el 16 de Agosto que incumplirían lo acordado, no llevarían a cabo el acuerdo. Alemanes, italianos, portugueses, marroquíes, cuerpos de ejércitos profesionales -cuyos diferentes reemplazos utilizaron entre 300 y 400.000 hombres- se quedaron. Mientras, los miembros de las Brigadas Internacionales -los datos recogidos en Albacete nos dicen que hubo en torno a 35.000, sin ser reemplazados- comenzaron a salir de España el 2 de Noviembre de 1938, por Cervera salieron los dos primeros trenes con interbrigadistas franceses.

El 27 de Octubre el Gobierno de la República llevó a cabo la despedida oficial en el casino de La Rabassada. En las pancartas se leía: «España será siempre una patria vuestra. Y los españoles, vuestros hermanos». Al día siguiente, 28 de Octubre, fue la despedida popular, desfilaron por La Diagonal de Barcelona, los representantes del gobierno, del Ejército Popular de la República, el Cuerpo Diplomático y más de 200.000 personas participaron. Hoy la Asociación de Amigos de las Brigadas internacionales sostiene su ejemplo de compromiso solidario con los antifascistas españoles.

Brigadas Internacionales, Gracias.

Pásalo.