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Brigadistas internacionales

Fuentes: Gara

Me acordé de aquellos 60.000 brigadistas internacionales que lucharon junto al Ejército leal a la república frente al dirigido por Franco La Policía ha detenido a 16 personas en diversas localidades españolas por su presunta relación con el terrorismo islamista. La red, con fuerte presencia en Cataluña, se dedicaba a reclutar individuos a los que […]

Me acordé de aquellos 60.000 brigadistas internacionales que lucharon junto al Ejército leal a la república frente al dirigido por Franco

La Policía ha detenido a 16 personas en diversas localidades españolas por su presunta relación con el terrorismo islamista. La red, con fuerte presencia en Cataluña, se dedicaba a reclutar individuos a los que adoctrinaba en la práctica de la yihad. Después les enviaba a países en conflicto como Irak y Afganistán, así como a campos de entrenamiento de Al Qaeda en el norte de Africa. La operación fue ordenada por el juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón. Los agentes no han intervenido armas ni explosivos en los registros, pero sí abundante documentación, era el comentario de los medios a la redada».

La noticia se voceaba por radio, prensa y televisión. Y me acordé de aquellos 60.000 brigadistas internacionales llegados de 54 países del mundo, unidades compuestas por voluntarios extranjeros que lucharon junto al Ejército leal a la república española frente al dirigido por el general Franco, que era ayudado por los ejércitos regulares de Alemania e Italia. La idea original de la creación de las Brigadas Internacionales se presentó en Moscú en septiembre de 1936, donde se trataba de captar voluntarios comunistas y no comunistas para participar en apoyo de los republicanos españoles en la guerra. Su sede internacional de reclutamiento se estableció en París bajo la dirección del Partido Comunista de la Unión Soviética y el Partido Comunista francés. «De este país, del otro, del grande, del pequeño,/ del que apenas el mapa da un color desvaído,/ con las mismas raíces que tiene un mismo sueño,/ sencillamente anónimos y hablando habéis venido» les loará agradecido Rafael Alberti. Esta noticia de Ministerio de Interior y el comentario de prensa denigra y persigue a unos luchadores por su pueblo (también brigadistas internacionales) que se rebelan y defienden en contra de unos invasores extranjeros, que un día, montados en la mentira, decidieron invadir de modo ilegal y por el morro un pueblo para robarles el alma, su vida, aniquilar a sus gentes, y que, después de años, siguen padeciendo y sufriendo a diario matanzas, violaciones, torturas sin cuartel… Y los jueces y gobiernos de la «culta y digna» Europa colaboran en la cruzada contra el pueblo iraquí saqueando sus bienes, partiéndoles el alma con la violación y la tortura y quebrándoles la vida a balazos. ¡Son los cruzados del siglo XXI, los sucesores de aquellos libertadores de tierra santa de la Edad Media que lucharon contra los «ateos», saqueadores de medio mundo, que husmean y persiguen la generosidad de unas gentes en defensa de su pueblo en lugar de condenar al invasor, denunciar al torturador y saqueador y sentar a sus gobiernos y sus gentes en el banquillo de la justicia en nombre del derecho como lo que son: verdugos y criminales! ¡Malditos gobiernos europeos y maldita justicia la nuestra, que nos hiere el alma a quienes sentimos respeto y cariño por las gentes del mundo! Y de nuevo habla y se pronuncia por boca del juez Baltasar Garzón la España de la Inquisición, la de Juan de Austria y de la División Azul, que es la España de la Audiencia Nacional y su gobierno. Jueces de una España que persigue la solidaridad de sus gentes en lugar de obligar a retirar los carros de combate y bombas de racimo de guerras llevadas a otros pueblos y de castigar el saqueo y la venta de armamento fratricida.

Dice bien Carlo Frabetti: «la tortura es, casi siempre, una práctica oculta, negada y teóricamente repudiada por los propios poderes que la toleran o la propician. Pero en muchos países supuestamente democráticos es una práctica sistemática. En España, sin ir más lejos, hay más de setecientas denuncias al año, lo cual, teniendo en cuenta lo difícil y peligroso que es denunciar las torturas, significa que los casos son muchos más. Y lo más grave es que los torturadores nunca son castigados; algunas veces (pocas) son condenados, pero en mis veinte años de pertenencia a la Asociación Contra la Tortura no he conocido un solo caso de torturador que haya cumplido la condena impuesta. Y la tortura no podría ser una práctica sistemática e impune sin la connivencia de los tres poderes, el legislativo, el ejecutivo y el judicial. Dicho de otro modo: la tan cacareada `España democrática’ es una forma encubierta y ampliamente consensuada de fascismo». Y el juez Garzón, que ordena detener a estos brigadistas internacionales, es representante cualificado de esta España inquisitorial, barata e invasora, que lleva en su pendón y bandera su canción legionaria «El novio de la muerte». «Soy un hombre a quien la suerte/ con tal leal compañera./ hirió con zarpa de fiera;/ soy un novio de la muerte/ que va a unirse en lazo fuerte».

Ante la bestialidad que ocurre a diario en Irak, fruto de una guerra exportada por países que enseñan filosofía barata y llevan a cabo el pillaje y el derribo a martillazos de su sociedad, no puedo menos de avergonzarme y alzarme en contra del juicio del 11-M, que se acaba de desarrollarse en Madrid, contra unas gentes que han causado una nadería en comparación de lo que nuestros gobiernos y sus gentes les vienen causando a ellos: ¿Acaso nos estamos matando a sus hijos, padres, esposas con venganza veterotestamentaria de más de 70 veces siete? ¿Acaso no les hemos robado los bienes, su paz, no les hemos violado a sus mujeres, torturado y martirizado? ¿De qué nos quejamos si también ellos nos hieren? ¿Acaso creemos que sólo sentimos nosotros el dolor y la muerte? Alta justicia, repartidores de decencia y cultura, ¿en qué banquillo habéis sentado a nuestros políticos que ordenaron invadir su pueblo, disparar contra sus gentes, en dónde a los empresarios que mandaron bombas de racimo y munición de progrom, dónde están sentados aquellos que les roban el petróleo, la paz y el amigo? ¿A qué viene ese juicio? ¿A certificar una vez más nuestra inhumanidad? ¿En verdad se quiere impartir así justicia? «Llegamos y matamos a aquellas gentes […]. Para mí el éxito radica en continuar matando al enemigo», Andrew del Gaudio, capitán del Cuerpo de Marines estadounidense.

El mensaje de Europa hoy a muchos pueblos ya lo expresó hace años el poeta: «Per me si va nella città dolente./ Per me si va nell´eterno dolore./ Per me si va alla perduta gente».