Un sol primaveral invade la plaza de su mismo nombre, un sol fructificante y promisorio que inunda de esperanzas a los madrileños y a muchos otros habitantes del planeta. No es un sol violento, un sol abrasador, es sin embargo intenso y se derrama generosamente entre los grupos que se multiplican en la tradicional plaza […]
Un sol primaveral invade la plaza de su mismo nombre, un sol fructificante y promisorio que inunda de esperanzas a los madrileños y a muchos otros habitantes del planeta. No es un sol violento, un sol abrasador, es sin embargo intenso y se derrama generosamente entre los grupos que se multiplican en la tradicional plaza española. Son las horas previas a las manifestaciones vespertinas en las que se preparan, se organizan, se difunden los objetivos con absoluta convicción pero serenamente, sin agresividad ni violencia. Están los que organizan la acampada, los que explican y responden preguntas, los que enfrentan a las cámaras de televisión y hasta los que sentados sobre una moqueta han organizado una guardería protegida del sol por una carpa y con infinidad de juguetes para los más pequeños.
Porque no hay límites de edad, están los abuelos y los nietos, los mayores y los menores, pero sobre todo los jóvenes, los que han resuelto tomar el futuro en sus propias manos, hartos de mentiras, de hipocresía, de falsedad, de promesas incumplidas, de abusos y de negación de sus derechos esenciales: «INDIGNADOS» como pide Stéphane Hessel en su libro que ha recorrido España como un reguero de pólvora. Y así como Mohamed Bouazizi, al inmolarse, encendió la chispa revolucionaria en Túnez así, y aunque de manera menos cruenta, la ha encendido el libro de Hessel en España y es posible que llegue a hacerlo en toda Europa.
El combustible que la alimenta es sin embargo el mismo, el agotamiento, el cansancio, la falta de futuro, la insatisfacción generada por un sistema político que por un lado alienta el consumismo, el hedonismo, los placeres individuales, la promesa de paraísos inalcanzables mientras que por otro cierra el acceso a las aspiraciones más elementales de los seres humanos: el derecho a la vida en condiciones dignas y acordes con las posibilidades realmente existentes si no fuera por la excesiva concentración de la riqueza alentada por la dictadura de los mercados financieros y el sometimiento de los políticos a los grandes intereses transnacionales que gobiernan el mundo.
Como dice Hessel, existen miles de hechos que justifican la indignación, una indignación que debe ser pacífica, para ser constructiva, que debe darse en el marco conciliatorio de las diferentes culturas y que debe transformarse en compromiso por una ética, una justicia y un equilibrio duraderos. Una indignación que debe ser levadura que contagie al mundo y lo convenza de la necesidad de realizar cambios profundos y no a conformarse con simples paliativos que al poco tiempo vuelven a perder vigencia.
Esta sensación de serena convicción me ha dejado mi breve contacto con los protagonistas de DRY (Democracia Real Ya) en la Puerta del Sol y en otras ciudades de España adonde parece renacer con fuerza la tradicional y quijotesca ensoñación española por el arrojo y las grandes epopeyas, encarnadas esta vez por la aspiración a una mayor y más activa participación ciudadana. Finalmente, como alguien me comentara, están comenzando a descubrir y a combatir al verdadero enemigo… «Cuánto más fácil era en épocas de Franco -me decían- cuando lo teníamos clara y evidentemente identificado».
Ahora parece que las cosas están comenzando a ser más evidentes, cuando la gente pierde sus casas por no poder «honrar» (¡¡¿se dice así?!!) las deudas, cuando los jóvenes descubren que no tienen futuro, cuando la evidencia de la crisis se manifiesta en la proliferación de anuncios y de carteles que proponen «Compro oro» y los tales compradores pregonan su oferta en la mismísima Sol, cuando en una misma página de El País aparece un artículo cuyo título lastimero anuncia que los bancos deberán reducir sus plantillas para no quebrar y casi a renglón seguido, en la misma página revelan que han aumentado en centenares de millones el presupuesto destinado a gratificar a sus más altos ejecutivos, cuando el PP (Partido Popular) declara que la crisis española se debe al «socialismo» (¡!), cuando Telefónica anticipa que va a despedir a 8.500 trabajadores en cinco años (el 25% de su plantilla) por que es la «única vía capaz de asegurar la rentabilidad en un universo de ingresos inexorablemente decrecientes» y su presidente recibe una gratificación de 8,6 millones de euros en efectivo y una cantidad no precisada de acciones (El País, 26/05/11).
Mientras tanto en Sol siguen organizándose. Desde los comienzos de la acampada comenzaron a establecerse diferentes comisiones con responsabilidades específicas: Limpieza e Infraestructura, Megafonía (altoparlantes y difusión en la web) la de Respeto (para evitar música y ruidos entre las 24 y las 6 h.), la Legal (para informar sobre trámites de la movilización, derechos de los ciudadanos y deficiencias del sistema), la de Distribución y recogida de mantas (nocturna), todas bajo la coordinación de una Comisión Interna, organizadas con un sistema de turnos que permite el descanso rotativo. Hay quienes se dedican a la carpintería para acondicionar muebles que hagan más confortable el campamento, se han instalado puestos de comida y hasta han recibido en donación paneles solares y un sistema de goteo para regar lo que han bautizado la «Huerta del Sol» ¡en la que esperan cosechar lechugas!
Toda una revolución que se está extendiendo al resto de España. Son innumerables las ciudades que ya cuentan con sus propias acampadas en las plazas principales y en las que comienzan a generarse propuestas como la que se ha formulado recientemente en Cataluña y que ha comenzado a difundirse. Se trata de una acción simultánea a realizar el día 30 de mayo próximo y considerada como » la primera acción no violenta de lucha masiva y conjunta» y destinada a: «manifestar nuestra indignación en contra del abuso que practican los bancos no solo contra los ciudadanos de forma independiente sino también contra los Estados». El objetivo es realizar ese día una retirada masiva de capital de las entidades bancarias. No se trata de grandes sumas sino de un monto que evoca el 15-M, 155 € por persona ya sea de los cajeros automáticos o de las diferentes sucursales bancarias.
Será como ellos mismos expresan: «un ataque no violento contra de la voracidad de los bancos, contra del sistema económico instaurado, contra de los paraísos fiscales, contra de la especulación y a favor del interés general, de la solidaridad, en definitiva de las personas. Además, en dicha fecha habrán transcurrido 15 días desde el inicio de la movilización, y será otro buen momento simbólico para recordar que nuestro movimiento sólo acaba de comenzar.»
De modo que comiencen a efectuarse los compromisos ciudadanos que según Hessel debe generar la indignación para que sea un buen fermento porque como dice su mensaje final a los constructores del siglo XXI:
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
rCR