Recomiendo:
1

«Burla» eclesiástica

Fuentes: Nueva Tribuna

La Iglesia católica en España, en vez de cada vez tener menos privilegios, no solo los mantiene, sino que año tras año los aumenta.

Se entiende como burla a la acción, ademán o palabras con que se procura poner en ridículo a alguien o algo. Y según esta escueta definición de la RAE, es lo que podríamos decir que está haciendo una parte de los dirigentes de la Iglesia católica, en España, no solo con sus adeptos feligreses sino también con todos aquellos y aquellas que no creemos en ella y, sobre todo, no profesamos ningún tipo de religión. En pocas palabras, creemos que la laicidad es el camino a seguir, aun considerando y respetando a aquellos que piensan lo contrario y que profesan una religión, son creyentes e incluso algunos ultraortodoxos religiosos. Pero opino que las creencias religiosas, su creencia y su implicación deben estar siempre en un ámbito privativo y nunca ese ámbito debe superar, condicionar ni usurpar las libertades, entre ellas la libertad de conciencia. En resumen y siendo objetivo: España no puede caminar —y determinados partidos exigir, incluso con amenazas— hacia un nacionalcatolicismo, en pleno siglo XXI, y más cuando solo el 17% de la población es creyente en todos los sentidos, y un poco menos practicante. Aunque cuando vamos a determinados pueblos vemos que el ámbito religioso, en sus fiestas, supera a los actos culturales laicos. Por desgracia, creo que todo es debido a los tantos años de dictadura y a la transición débil que hemos tenido y que, aun teniendo gobiernos de izquierda, no han tenido la suficiente valentía y han tenido miedo de ir modernizando la sociedad y, sobre todo, de ir acabando con la “crueldad religiosa” que la dictadura genocida franquista impuso durante tantos años. Ha sido más fácil, pero a la vez cobarde, no reformar o intentar cambiar que ser valiente y, sin dejar de respetar las creencias privativas de cada uno, proclamar verdaderamente la laicidad en nuestra Constitución y no de la manera que consta, de manera un poco confusa, como ya existe en otros países limítrofes a nosotros, como por ejemplo Francia.

Todo esto viene a cuento por los muchos hechos en los que vemos y observamos las personas que creemos en la libertad de conciencia y respetamos las creencias religiosas, siempre en el ámbito privativo, no oficial, donde la Iglesia católica se cree con el poder que la dictadura le dio y con el poder que la Edad Media inició, al ser los únicos que sabían leer.

Pues la Iglesia católica, con el beneplácito de los gobiernos más conservadores de Aznar y Rajoy y la permisividad del gobierno de Felipe González y el “no quererse meter en problemas”: “con la Iglesia hemos topado” de los gobiernos de Zapatero y Pedro Sánchez. La Iglesia católica en España, en vez de cada vez tener menos privilegios, no solo los mantiene, sino que año tras año los aumenta y, lo peor, se burla de la sociedad, entre ellos de sus propios creyentes, pues todavía se cree con el poder de “criticar” que no se le ayuda mucho y que ellos son los únicos que defienden a la ciudadanía. Cuando creyentes, laicistas, ateos, etc., ven cómo día a día la Iglesia está dejando de ser cada vez menos iglesia y defensora de los principios de su biblia y creencias para convertirse en una empresa mercantil y defensora de ideas cada vez más retrógradas y carentes de libertad, no solo de conciencia, sino de todas las libertades, para seguir el ejemplo del medioevo y no de una sociedad moderna del siglo XXI.

Algunos dirigentes de esa Iglesia católica nos demuestran el cariz real de lo que es actualmente esa Iglesia que se burla de sus propios creyentes y de la sociedad en general, puesto que ha realizado, e incluso todavía realiza, de manera puntual ahora, inmatriculaciones de bienes públicos para ponerlos a su nombre y, lo peor, para ponerlos a nombre de representantes religiosos particulares, con lo que eso significa de burla. En resumen, mantienen su estatus de notarios y, por tanto, registran terrenos públicos, viviendas e incluso edificios que no han sido ni deberían ser de propiedad eclesiástica. Uno de los casos más llamativos es el de la Mezquita de Córdoba, recientemente de actualidad por su incendio. Pues bien, no solo se lo anexionaron por medio de una inmatriculación que les costó 30 euros, sino que, aun sacando más de 22 millones de euros por donativos —“otra burla”—, no solo exigen que sea el gobierno local, autonómico y estatal el que corra con los gastos, casi millón y medio, de la reparación de lo destruido, que ellos, con su negligencia, han producido en parte, pues guardaban en la sala incendiada productos de limpieza eléctricos.

¿Tendrán cara? Faltan al respeto a un monumento nacional, son irrespetuosos con la historia y, lo peor, no le dan valor a un arte anterior al edificio donde han anexionado la catedral, e incluso sus entradas-donativos comparten titularidad, poniendo en entredicho la verdadera historia de convivencias religiosas cristiana-musulmana. Otro edificio emblemático es el Micalet de Valencia, donde la Iglesia se ha apropiado de él y, de manera burlesca, está sacando con sus donativos un dinero que no repercute en la mejora de las instalaciones y que, cuando hay que hacerlo, recurren a la falacia de que es un monumento nacional y, por tanto, debe pagar el Estado. ¿El dinero que se recauda va al Estado también? Respuesta: no. Es más, incluso los donativos, como tales, están exentos de IVA.

Y hablando de ello, vamos a recordar que la Iglesia tampoco paga el IBI de todas sus propiedades, incluso de aquellas en las que no se realizan actos religiosos. Tienen hoteles, residencias, casas particulares que alquilan y un etcétera de bienes inmuebles que no solo no pagan IBI, sino que los beneficios no repercuten, ni siquiera en mejoras sociales y de los propios edificios, sino que repercuten en un aumento del patrimonio económico. ¿Es o no una burla?

Pero para mí, si todo esto es una burla y reírse de la ciudadanía, más lo es cuando, siendo beneficiados con millones de euros para sus conciertos escolares, con sus no pagos a Hacienda, pese a estos beneficios, estos privilegios, que aumentan día a día con la X en la declaración de renta de toda la ciudadanía. Esta Iglesia, estos dirigentes falaces, se atreven a poner coto a libertades, a censurar derechos e incluso a amenazar. Esta forma de actuar es una burla, puesto que no solo se ríen de la propia ciudadanía que les cree y sigue, sino también de todos aquellos que pensamos que no deben tener privilegios con respeto a nadie. Pues profesar una creencia es de ámbito privativo y no global, y lo peor es que viven de unos privilegios que robaron e impusieron durante una dictadura, participando, por desgracia, algunos muy activamente, en la destrucción de libertades y en la creación y puesta en marcha de planes para provocar inmadurez, miedo y analfabetismo. Total, como en el medioevo.

Por último, indicar que en ningún momento he querido molestar a nadie que profese y crea en la Iglesia y en sus discursos, sino he querido criticar, reflexionar, pues me parece, con todos mis respetos a las creencias privativas, que algunos dirigentes eclesiásticos se burlan y se ríen, puesto que no solo mantienen un estatus de poder que no deberían tener, sino que exigen más privilegios y amenazan con volver a un nacionalcatolicismo propio de la dictadura y no de una sociedad plural, laica, atea, multirreligiosa del siglo XXI. Ah, por cierto, señores del PP y Vox, si la Mezquita estuviera en manos del Estado, ¿habrían pedido dimisiones? Supongo que sí. Pero como ha sido del cabildo, un dirigente religioso, lo que van a pedir es que el Estado pague y ya. Lo dicho: burla de una Iglesia, perdón, de unos dirigentes eclesiásticos, pues no toda, por suerte, es así, con el beneplácito de unos partidos que, unos por cobardía y otros por convicción, pretenden continuar con el nacionalcatolicismo pese a su declive y a que la ciudadanía cada vez es más laicista.

Fuente: https://www.nuevatribuna.es/articulo/sociedad/burla-eclesiastica/20250916101412242286.html