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Camarada Javier Verdejo: ¡ni olvidamos, ni perdonamos!

Fuentes: La Haine

El 14 de agosto de 1976, hace 30 años, en las playas de Almería cayó abatido a balazos Francisco Javier Verdejo Lucas, de 19 años de edad, estudiante de Biología en la Universidad de Granada, y militante de la Joven Guardia Roja (JGR), las juventudes del Partido del Trabajo de España (PTE).

Javier estaba realizando una pintada en los muros del Balneario de San Miguel, en el barrio del Zapillo, su intención era pintar «Pan, Trabajo, y Libertad», pero sólo pudo pintar «Pan, T…», ya que en ese momento apareció una pareja de la Guardia Civil. Los camaradas de Javier que estaban vigilando le avisaron de la presencia de los pikoletos y los jóvenes salieron corriendo en distintas direcciones, Javier huyó en dirección a la playa, pero allí fue abatido por las balas asesinas de la Guardia Civil.

El entierro de Javier fue una demostración popular de indignación y rabia, miles y miles de jóvenes se concentraron en la Plaza de San Pedro exigiendo justicia. Hubo innumerables muestras de dolor a lo largo y ancho de Andalucía, como la de Rafael Alberti, la del cantaor almeriense José Sorroche, la del grupo de sevillanas de Morón, Gente del Pueblo, que le dedicaría una emocionante sevillana revolucionaria a Javier y al joven vasco asesinado en Hondarribia durante una manifestación proamnistía, Jesús María Zabala, en septiembre de ese mismo año, casi un mes después de lo de Javier; o la del poema del actual Alcalde de Marinaleda Juan Manuel Sánchez Gordillo.

Pero en este, como en otros casos, las responsabilidades no se depuraron, nadie fue condenado, a nadie se le pidieron si quiera explicaciones de lo ocurrido, todo un asesinato impune. Como ocurriría un año más tarde con el joven malagueño José Manuel García Caparrós, o en la misma Almería en 1981, cuando se torturó y asesinó a tres jóvenes «confundidos» por la Guardia Civil como militantes de ETA, en lo que se conoció popularmente como «Caso Almería». En el caso de Javier, como en otros, se echó tierra de por medio, muchísima, se olvidó, para vergüenza y desgracia de este Pueblo Andaluz, aunque en aquella época la izquierda reformista, PSOE y PCE, dijera que todo el olvido era por el bien de la «democracia» que estaba por nacer y que todos íbamos a disfrutar.

El partido en el que militó Javier, el PTE, fue uno de los pocos partidos de lo que se podría considerar como «izquierda revolucionaria española» con una cierta implantación de importancia en Andalucía. El PTE, partido que se definía como marxista-leninista «pensamiento Mao Zedong», participaría activamente en la creación del SOC (Sindicato de Obreros del Campo), también participaría en el resurgimiento de la reivindicación nacional andaluza en los 70 del siglo pasado, sin embargo, en el 78 daría el «sí» a la Constitución española, excepto la organización vasca del PTE, el ELP en sus siglas en euskera, que reivindicaría la abstención. El PTE crearía su organización nacional andaluza, el PTA (Partido del Trabajo de Andalucía), más tarde, el PTA se desgajó de su referente estatal creándose el PAU-PTA (Pueblo Andaluz Unido-Partido de los Trabajadores de Andalucía) de izquierda nacionalista, pero para el 82, numerosos cuadros de este partido pasarían a ingresar las filas tanto de la socialdemocracia española, el PSOE, como del regionalismo pequeñoburgués andaluz, el PSA-PA. Solo un grupo de militantes continuaron la batalla en la organización independentista Liberación Andaluza (LA), que acabaría desapareciendo.

También ha cambiado mucho la Almería de Javier; Juan Goytisolo escribió en 1962 el libro «La Chanca», que es el nombre de un popular barrio almeriense. En mayo 1981 en el diario El País, Goytisolo escribiría: «Las caminatas por la Chanca y por sierra de Gata me pusieron por primera vez en contacto con la brutal problemática tercermundista: subdesarrollo, analfabetismo, injusticia, resignación, violencia institucionalizada,…». El lema escogido por Javier y sus camaradas no era casual, la Almería de la época era una de las zonas más terriblemente pobre, marginada y olvidada de toda Andalucía y de todo el Estado español, con unos altísimos índices de emigración. Pero Almería pronto encontraría el camino de la «prosperidad» rápida y fácil del turismo, y sobre todo, del cultivo en invernaderos. De ser una provincia destacada por su emigración, pasará a todo lo contrario, a recibir inmigrantes para trabajar en la agricultura del plástico y en los servicios. Se sacrificó la pesca, por orden de la Unión Europea y sus tratados con Marruecos, claro está. El Pueblo de Almería pronto olvidó la opresión y el agravio del pasado, las penurias y la miseria de aquellos tiempos. Sin embargo, el «maná» de la agricultura del plástico, como todo en el capitalismo, está preso de contradicciones, de las dependencias a las multinacionales y a las políticas de la Unión Europea, y de la competencia exterior. Nada dura para siempre.

Hoy, 30 años después del vil asesinato de Javier, es justo recordarle, y hacerlo como se merece: luchando. Por otro lado, en estos momentos que tanto se está hablando de la «Memoria Histórica» cabría preguntarse cuándo le llegará el reconocimiento a todos los muertos de la «democracia borbónica española», de la «democracia del postfranquismo», a esos muertos que también reclaman justicia y dignidad. Viendo la reciente «Ley de Memoria Histórica» del PSOE, dirigida a las víctimas del franquismo, poco o nada se puede esperar, entre otras cosas, porque ellos, el PSOE, participaron activamente en la creación de esa «democracia borbónica española», con todos sus muertos, y nadie arroja piedras contra su propio tejado.

Hay un hermoso poema de Alonso de Molina, escrito en el 2004, y que puede servir como sencillo y sentido homenaje al Camarada Javier:

Aquella madrugada

Aquella madrugada,
13-14 agosto 1976,
Almería fue roja
y Andalucía verde, blanca, verde

La sangre prohibida
de Javier Verdejo
quedó para siempre
encadenada a sus sueños

Sobre el color amarillo
del tiempo el pájaro,
los pájaros son otros
pero aún cantan

In memoriam
Agosto 2004
28 años después

Camarada Javier Verdejo: ¡ni olvidamos, ni perdonamos!