Desde hace bastantes años en muchos barrios obreros parece que hay un generalizado sentimiento de inseguridad. En muchos barrios de Vallecas, Carabanchel, Usera, etc., parece que hay problemas de delincuencia bien relacionados con la droga, bien con robos o, incluso, con bandas supuestamente organizadas para delinquir. Lavapiés no parece una excepción. Por eso en Lavapiés […]
Desde hace bastantes años en muchos barrios obreros parece que hay un generalizado sentimiento de inseguridad. En muchos barrios de Vallecas, Carabanchel, Usera, etc., parece que hay problemas de delincuencia bien relacionados con la droga, bien con robos o, incluso, con bandas supuestamente organizadas para delinquir. Lavapiés no parece una excepción. Por eso en Lavapiés muchos vecinos y vecinas creen que hay que tomar medidas para acabar con los problemas de seguridad.
Todos creemos que hay que acabar con la delincuencia. Pero cada uno tiene sus soluciones. El ayuntamiento tiene una supuesta solución: allí donde parece que hay problemas serios de delincuencia, habrá que poner cámaras de videovigilancia para disuadir a los potenciales delincuentes. Pero esta medida puede ser más que discutible por diversas razones:
1. Las cámaras no eliminan la delincuencia porque no atacan a la raíz del problema sino que como mucho la trasladan de sitio. Si hay delincuencia en un barrio y pones por ejemplo 20 cámaras en diversas zonas, supuestamente evitarás la delincuencia en esas zonas del barrio consiguiendo el traslado de los supuestos delincuentes a otras zonas del barrio u a otra zona del barrio de al lado. No parece muy útil mover la delincuencia unos cuantos metros más allá.
2. El modelo de seguridad que pretende sustentarse en la instalación de cámaras de seguridad para prevenir la delincuencia ya está fracasando allí donde ha sido implantado como en Londres, pues 10.000 cámaras (que supone un jugoso negocio de 286 millones de euros) apenas han servido y, por eso, el 80% de los delitos siguen sin resolverse.
3. Las cámaras suponen un verdadero recorte de libertades que carece de base ética. Hoy se afirma que hay un grave problema de seguridad en la vía pública y que, por lo tanto, hay que vigilar esas zonas públicas para evitar que se cometan actos delictivos. Dentro de unos años podremos escuchar: hay porcentajes escandalosos de violencia doméstica. ¿Cómo evitarlos? ¿Poniendo cámaras en todas las casas donde pueda haber alguna forma de violencia doméstica? Hoy esta propuesta nos parece escandalosa. Pero en realidad sólo depende del grado de libertad que uno quiera ceder. Con el grado necesario de miedo habrá quien esté dispuesto cualquier parcela de libertad en su vida por un poco de supuesta seguridad. O lo que es peor, algunos estarán dispuestos a ceder toda su libertad no por seguridad sino por un cierto grado de sensación de seguridad.
Sobre la ética de la video-vigilancia y la política del miedo como forma de control social que paraliza y atenaza a las personas se podría decir mucho, dado que forma parte del sistema de valores del nuevo capitalismo vigente.
Parece que además hay una pregunta fundamental. Si hay delincuencia en muchas zonas de Vallecas, Usera, Villaverde, Tetuán, etc. ¿por qué las cámaras llegan sólo a Lavapiés? Es evidente que detrás de las cámaras, hay un comienzo de operación de transformación de Lavapiés en zona «chuequizada». Es decir, se pretende convertir un barrio obrero en una zona de moda y consumo estilo Calle Fuencarral convirtiendo el centro de Madrid en un gran centro comercial al aire libre y salpicado de algún que otro espacio más o menos cultural. A muchos les podrá parecer bien este proyecto, pero deben comprender que nosotros no queremos que nuestra vida sea vigilada para satisfacer proyectos económicos basados en un consumismo desenfrenado e irracional, en meter miedo y en perder parte de esta libertad que todavía tenemos.
La delincuencia no se solucionará con millones de cámaras porque las cámaras no eliminan la desigualdad económica, social y cultural, y la desigualdad genera marginación y la marginación es el caldo de cultivo apropiado para la delincuencia. Y la desigualdad es parte necesaria del capitalismo. Por eso mientras el modelo capitalismo-estado ordene nuestras vidas siempre habrá delincuentes con o sin cámaras. Más cerca o más lejos. Según los turbios intereses de unos pocos.
¿Cámaras para acabar con la delincuencia en Lavapiés?
A otro perro con ese hueso.
Fuente: http://madrid.cnt.es/noticia.php?id=286
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