En su carácter de anfitrión de dos reuniones sobre cambio climático, Canadá asumió el papel de líder en el intento por poner en marcha el Protocolo de Kyoto. Así, presiona a otros gobiernos para que recorten más drásticamente sus emisiones de gases invernadero. Pero la situación canadiense es embarazosa, pues sus propias emisiones treparon 24,2 […]
En su carácter de anfitrión de dos reuniones sobre cambio climático, Canadá asumió el papel de líder en el intento por poner en marcha el Protocolo de Kyoto. Así, presiona a otros gobiernos para que recorten más drásticamente sus emisiones de gases invernadero.
Pero la situación canadiense es embarazosa, pues sus propias emisiones treparon 24,2 por ciento entre 1990 y 2003, mientras las de otros dos grandes emisores, como Alemania y Gran Bretaña, disminuyeron según informó este mes la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
La Undécima Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático y la Primera Reunión de las Partes del Protocolo de Kyoto comenzaron en Montreal este lunes y se extenderán hasta el 9 de diciembre.
El informe mostró que en los países industrializados las emisiones de gases de efecto invernadero (responsables del recalentamiento del planeta global) disminuyeron, en promedio, un 5,9 por ciento.
Pero esa proporción se explica, principalmente, por la significativa disminución de emisiones en Alemania (18,2 por cinento) y Gran Bretaña (13,3 por ciento).
Por el contrario, el 24,2 por ciento de aumento de las emisiones canadienses superó incluso el 13,3 por ciento de Estados Unidos, a pesar de que el presidente George W. Bush retiró la firma del gobierno del Protocolo de Kyoto.
Esto significa que, si Canadá pretende cumplir con sus compromisos en Kyoto, para 2008 deberá reducir 35 por ciento sus emisiones, una cifra por demás ambiciosa a juzgar por lo hecho hasta el momento.
La mayoría de los científicos atribuyen el actual ciclo de recalentamiento planetario a la acción humana, en especial a la generación de gases invernadero por la quema de combustibles fósiles como petróleo, gas y carbón en procesos industriales, de transporte y domésticos.
El Protocolo de Kyoto estableció metas de recorte de las emisiones de gases invernadero para los países del Norte industrializado.
«A pesar de los fuertes compromisos públicos, la inacción de Canadá echa por tierra su credibilidad», dijo Dale Marshall, analista de políticas de cambio climático de la no gubernamental Fundación David Suzuki, de Canadá.
Como consecuencia, «otros países cuestionan el liderazgo de Canadá respecto del cambio climático», dijo Marshall.
Consideradas las reuniones sobre cambio climático más importantes desde la de Kyoto, en 1997, las de Montreal tienen el objetivo de implementar los primeros instrumentos para la reducción de emisiones de acuerdo con el Protocolo y para abrir las negociaciones hacia reducciones más profundas luego de 2012.
El Protocolo de Kyoto entró en vigencia en febrero, cuando Rusia lo ratificó.
Pero Kyoto fue sólo el inicio. Se requerirán reducciones mucho mayores para impedir un cambio climático peligroso e impredecible, dijo Marshall. Muchas organizaciones ambientales coincidieron.
«Los últimos descubrimientos científicos indican que un aumento de más de dos grados en la temperatura mundial es un punto crítico con consecuencias potencialmente catastróficas», dijo Matthew Bramley, del no gubernamental Instituto Pembina.
La semana pasada, esta organización ambientalista presentó propuestas de mecanismos para lograr profundas reducciones en las emisiones de gases invernadero.
Las temperaturas globales promedio aumentaron alrededor de 0,7 grados en los últimos 100 años, pero el ritmo se está acelerando rápidamente.
La Unión Europea (UE) también aprobó el límite de dos grados. Dado que el recalentamiento tiene un mayor impacto en el hemisferio norte, ese límite casi seguramente significará temperaturas cuatro o seis grados más elevadas en Canadá septentrional, capaces de derretir hielos.
Canadá necesita reducir 25 por ciento sus emisiones de gases invernadero respecto de 1990, para 2020, y 80 por ciento para 2050, dijo Bramley a IPS. «Un punto menos y Canadá fracasará en su intento de influir internacionalmente», dijo.
Todos los países industrializados necesitarán hacer reducciones similares, agregó.
Pero más que recortes obligatorios en las emisiones, como las impuestas en Kyoto, las señales tempranas de varias delegaciones en Montreal indican un aliento a las inversiones en nuevas tecnologías y acuerdos de adaptación y reducciones voluntarias.
Profundas reducciones en las emisiones del orden de 60 a 80 por ciento para 2050 se vuelven necesarias en muchos países, coincidió Alex Manson, director general del Buró Ambiental de Cambio Climático en Canadá.
Pero antes que nada, Canadá tiene el gran desafío de cumplir sus compromisos de Kyoto, en 1997, cuando acordó reducir sus emisiones anuales seis por ciento respecto de 1990 antes de 2012.
En los últimos años, Canadá se ha convertido en el mayor proveedor de petróleo de Estados Unidos, lo que está detrás de buena parte del aumento en las emisiones, explicó Manson.
A 2,1 millones de barriles por día, Canadá suministra alrededor de 10 por ciento del consumo estadounidense.
Más de la mitad del petróleo canadiense procede de arenas alquitranadas. El proceso de extracción requiere delimitar franjas de suelo y rocas de cientos de miles de hectáreas y luego, con agua hirviendo, separar el alquitrán.
Es un proceso caro e intensivo desde el punto de vista energético. Un barril de petróleo enviado a Estados Unidos desde áreas de arenas alquitranadas genera 25 por ciento más de gases invernadero que un barril desde Arabia Saudita.
Se planea que la expansión multimillonaria en dólares del sector de la arena petrolera colme la continua demanda de Estados Unidos, así como las exportaciones a otros países sedientos, como Japón y China. Eso hará que las emisiones sean aún mayores.
A comienzos de este año, Canadá anunció un plan de 10.000 millones de dólares para cumplir con sus compromisos de Kyoto. Pero críticos del «Proyecto Verde» dijeron que se coloca la carga de las reducciones sobre los hombros de los contribuyentes canadienses.
Los grandes emisores de gases invernadero, como la industria del petróleo y el gas, son responsables de alrededor de la mitad de las emisiones del país, pero su objetivo de concretar las reducciones se ubica en apenas 12 por ciento del total necesario.
El Proyecto Verde reconoce la poca disposición de Canadá para reducir las emisiones internas y destina miles de millones de dólares a comprar lo que se llama compensaciones o créditos de carbón.
Por ejemplo, bajo el Protocolo de Kyoto, Canadá puede reforestar partes de Costa Rica, ganando créditos para compensar algunas de sus emisiones en su propio territorio.
Por ese motivo, concretar la reducción interna de emisiones estimada podría costar a los canadienses entre 1.000 millones y 3.000 millones de dólares anuales.
Esta reducción podría crecer fácilmente si los muchos programas de reducción voluntaria no funcionan tan bien como el gobierno espera, dijo Marshall.
Gastar miles de millones en comprar créditos en el exterior no sólo erosionará el fuerte apoyo público a Kyoto, sino que además hará poco por ayudar a Canadá a transformar su economía para que pueda hacer las profundas reducciones necesarias en las próximas décadas, agregó.
Será necesario un cambio transformador de la economía canadiense, coincidió Manson.
Las nuevas tecnologías, que capturan el dióxido de carbono de las plantas de carbón y otras fuentes y las bombean subterráneamente, serán necesarias para poder hacer profundas reducciones en las emisiones, dijo.
«En el futuro, Canadá, como todos los demás, tendrá que emitir 15 por ciento menos de gases invernadero que hoy». El desafío es cómo hacer eso y tener un producto interno bruto que sea comparable con lo que el país tiene ahora, señaló.