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Caricaturas de destrucción masiva

Fuentes: axisoflogic

Traducido para Rebelión y Tlaxcala por Germán Leyens

¿Qué demonios les pasa a esos musulmanes? ¿Son incapaces de apreciar el humor? No cabe duda de que las caricaturas publicadas en Europa que muestran desfavorablemente al Profeta Muhammad son atrevidas, groseras y tal vez hasta insultantes. Pero a menudo se bromea a costas de personajes religiosos sin provocar la reacción que hemos visto por parte de musulmanes en todo el mundo. Es difícil imaginar a devotos cristianos, por ejemplo, que no hayan sido ofendidos (muchas veces) por las producciones de Monty Python: pero no recuerdo haber visto a curas y acólitos en la calle pidiendo la muerte de Gran Bretaña.
Pero, aunque la actual reacción a las caricaturas pueda ser sorprendente para algunos, y esperada por otros, se trataba sólo de bromas, ¿no es cierto?
No, no fueron sólo bromas.
Dejando de lado si los musulmanes son obstinados e incapaces de apreciar una broma, por lo menos si es a costa de ellos, esas caricaturas no fueron publicadas para divertir. Tampoco fueron publicadas, como afirma el redactor jefe del danés Jyllands-Posten, para «examinar si la gente sucumbirá a la autocensura, como hemos visto en otros casos cuando se trata de temas musulmanes.» Fueron publicadas para inflamar, para denigrar, para enfurecer, para humillar.
Se ha argumentado que los musulmanes no tienen que tomar las cosas y a sí mismos tan en serio. Puede o no tener su validez, pero no quita el hecho de que los periódicos que publicaron esas caricaturas sabían perfectamente lo que estaban haciendo y la reacción que podían esperar. Sin tener en cuenta si los musulmanes son obstinados, la publicación de esas caricaturas no fue algo diferente que gritar «¡fuego! en un teatro abarrotado. Podrán haber subestimado la furia con la que reaccionarían los musulmanes, pero sabían que provocarían cólera. Lo hicieron con intención cuidadosa y maliciosa.
NO se trata de un tema de «libertad de la prensa». Desde luego los periódicos tenían «derecho» a publicar las caricaturas; es de lo que trata la libertad de la prensa. Pero aunque no se debe limitar ese derecho, la comprensión de las ramificaciones de la publicación de esas caricaturas en particular, debería haber sido evidente. Su publicación fue simplemente una estupidez garrafal.
No cabe duda que la reacción de los musulmanes es extrema e injustificable. Pero es comprensible. Esas caricaturas fueron publicadas en Europa, donde los musulmanes forman un grupo marginado. Fueron publicadas en un periódico bien conocido como órgano derechista, contrario a los inmigrantes, y cabe poca duda de que los editores de Jyllands-Posten tenían la intención de herir. Los musulmanes lo saben. Y saben que sus hermanos que viven en Europa son guetoizados y oprimidos y que no pueden haber dejado de considerar esto como una provocación contra un pueblo oprimido. Jyllands-Posten está vinculado al Partido Popular danés que se opone a un enfoque multicultural ante la creciente población inmigrante de Dinamarca y consta que ha declarado que es imposible asimilar a los musulmanes a la sociedad danesa. Eso también lo saben los musulmanes.
La publicación de esas caricaturas no fue un ejercicio de la libertad de la prensa, fue un paso fríamente calculado que no tenía otra intención que dañar. Jyllands-Posten, y todos los que luego publicaron las caricaturas, se propusieron deliberadamente la creación de un problema, inflamar una situación ya volátil, encender la cola del gato por el placer de verlo sufrir. Mienten los editores del mundo que dicen otra cosa. Nunca se les ocurriría publicar fotos o caricaturas de una mujer que es violada por una pandilla o de alguien que sodomiza a un niño. Comprenderían que las normas de la sociedad serían brutalmente ofendidas por cosas semejantes y no hablarían de «libertad de la prensa». Del mismo modo, sabían que una gran parte de su sociedad sería brutalmente ofendida por esas caricaturas y decidieron publicarlas a pesar de todo, por el simple placer de causar esa ofensa. Los editores de periódicos no son generalmente estúpidos, así que es seguro que comprendieron la reacción que probablemente sobrevendría. Su decisión de publicar sólo puede ser considerada como una acción intencional para provocar precisamente esa reacción.
Existen aquellos que afirman que la reacción de los musulmanes está arraigada en el fundamentalismo religioso – y es seguro que en parte es así. Pero la mayor parte de la reacción proviene de condiciones contemporáneas de opresión imperialista. Incluso Newsday, publicado en Usamérica lo reconoce. «La profunda ofensa sentida por muchos musulmanes ante las caricaturas tiene que ver con la política actual en la misma medida que con la teología.»
Esta situación hace el juego de los opresores del mundo. Cuando los negros usamericanos salieron a las calles en masas revoltosas durante los años sesenta, los comentaristas reconocieron los años de frustración acumulada por la marginación social. Pero por dentro, la mayoría de los melosos periodistas y políticos de la época sabían que los disturbios sólo ocurrieron porque esa gente era negra; los civilizados blancos nunca habrían actuado de esa manera. Y nunca se ha perdonado a los negros por su reacción violenta ante la opresión.
Hoy en día, en muchos sitios, los musulmanes son los negros, son los judíos guetoizados, los sikh restringidos y limitados, los pueblos indígenas oprimidos de muchos países. Y están reaccionando tal como era de esperar. Alguien ha tomado una chispa, y la aplicó, con reflexión previa y deliberada, a la yesca extremadamente seca. El fuego resultante no puede sorprender a nadie.
El actual alboroto terminará por acabar. Pero no así el resentimiento. Los musulmanes seguirán considerando que son oprimidos en muchos lugares, y que son odiados en muchos lugares, que son chivos expiatorios convenientes. Y tendrán razón.
No existe justificación para la turbulencia que musulmanes han desatado en el mundo… pero sólo un consumado imbécil dejará de comprenderlos.
Gracias a Peter Simonsen por sugerir este artículo y su título.
 
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Paul Richard Harris es un editor de Axis of Logic y columnista basado en Canadá. Para contactos: [email protected]
http://www.axisoflogic.com/artman/publish/article_21050.shtml

Traducido del inglés al castellano por Germán Leyens, miembro del colectivo de traductores de Rebelión y asimismo de Tlaxcala, la red de traductores por la diversidad lingüística ([email protected]). Esta traducción es copyleft.