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Carta abierta a Podemos

Fuentes: Rebelión

Con este escrito, pretendo hacer público unos cuantos comentarios que algunos de los dirigentes o fundadores de Podemos, grupo político, se han negado a oír, de viva voz, en algún posible encuentro. Debo deciros, en primer lugar, que la intervención ciudadana no debe limitarse a la votación de candidatos y responsables del grupo por Internet, […]

Con este escrito, pretendo hacer público unos cuantos comentarios que algunos de los dirigentes o fundadores de Podemos, grupo político, se han negado a oír, de viva voz, en algún posible encuentro. Debo deciros, en primer lugar, que la intervención ciudadana no debe limitarse a la votación de candidatos y responsables del grupo por Internet, a la asistencia a las «plazas» o a apoyar a las candidaturas electorales en las urnas. La aportación de ideas, del análisis calmado y de la experiencia política de los y las que aún mantienen un ideario que se opone a este sistema, es una potente forma de participación que, en gran medida, puede ayudar a los que ya han entrado en una vertiginosa carrera para enfrentarse a los de otras fuerzas políticas. Muy en concreto, les quería proponer, os quiero proponer, el debate en torno a una de mis publicaciones en las que se analiza el sistema socioeconómico del tipo de sociedades como la nuestra. Un sistema agotado respecto a la etapa de crecimiento de décadas del siglo anterior.

En artículos anteriores a las últimas elecciones, he indicado lo que podría esperarnos «de ahora en adelante». En resumen, me refería a la unión de fuerzas políticas que defienden los intereses de los ricos, para seguir en esa defensa, mintiendo y manipulando a las masas que, contradictoriamente, suelen apoyar a aquellos que les oprimen. En un primer intento, la propuesta anunciada a través de los medios era la unión de PP y PSOE, llevando a cabo el cambio en los órganos de dirección de los socialistas y colocando a individuos proclives a esa unión.

De los resultados del 24 de mayo, se infiere que dos fuerzas políticas no van a ser suficientes para formar gobiernos de la nación con mayoría suficiente, por lo que Ciudadanos ya se descuelga ofreciéndose para formar una coalición postelectoral a tres bandas: PP, PSOE y ellos mismos; con lo cual, sea cual sea la combinación, se dibuja un nítido esquema en el que se aprecia la finalidad y la posible acción política de la fusión. De ese «proyecto» de unión queda fuera Podemos porque el sistema veía peligrar sus privilegios si este grupo llegara a gobernar, con los planteamientos con los que se presentó al principio. Esta es la visión del poder real y no la mía. Pienso que, de alguna manera, exageran. Como he dicho en otras ocasiones, «Los que tienen el poder tratan de mantener una amplia franja de seguridad para proteger sus intereses y su riqueza. Por lo tanto, cuando barruntan que su poder puede quebrar, no dudan en tomar medidas desorbitadas y desproporcionadas a los efectos que algunos acontecimientos pudieran producir. Situación a la que estamos asistiendo en estos días».

Podemos se presentaba, os presentabais, como una fuerza para gobernar, no para participar, simplemente, en ese juego que tiene lugar en el Congreso de los Diputados. Las ideas y las propuestas iniciales ofrecían un panorama que bien podrían calificarse de radical o de antisistema, pero, poco a poco, se han ido suavizando hasta el punto de convertirse, ahora, en un conjunto de inconcreciones que hasta comienzan a dejar de «asustar» a los de arriba. Da la sensación de que queréis participar de la misma forma que el resto de los partidos en el marco del actual modelo político. Parece que lo que habéis hecho hasta ahora os resulta suficiente. En mi opinión, hay que continuar hasta el final, que hay que mantenerse firme, aunque la tarea se haga cada día más dura.

A Podemos le apoyan (le apoyaban), fundamentalmente, sectores sociales de lo que se conoce como clase media, con determinado nivel de formación, con una carga ideológica procedente de lo que tradicionalmente se conoce como izquierda y con deseos de trasformación radical del sistema. Ente otros motivos, ese cambio de rumbo del partido, al que nos hemos referido en el párrafo anterior, está alejando a numerosas personas que se identificaban con las propuestas iniciales. A mí me gustaba eso que decíais antes de que el miedo debiera cambiar de bando. El miedo va ligado de forma inversa al poder. Eso es lo que haría falta: que quienes ahora tienen poder se convirtieran en temerosos y que los que tienen miedo lo cambiaran por poder. ¿Habéis pensado bien si esto es posible conseguirlo por la vía de las urnas?

Por lo que parece, sin ánimo de determinarlo de forma absoluta, lo que ocurrirá con los resultados de las elecciones generales de finales de año, si el CIS no lo impide, es que los votos se repartirán, fundamentalmente, entre cuatro partidos, al margen de los que se vayan a los grupos nacionalistas. Tal como están las cosas, Podemos no obtendrá la mayoría suficiente para gobernar en solitario, es posible que tampoco con la unión con los socialistas, más el triste resultado que obtenga IU. Así que quedará limitada su función a la de la oposición, con las limitaciones que el vigente modelo impone a los que se quedan en minoría. Esta situación provocará una enorme decepción para los que tenían puestas tantas esperanzas en Podemos, lo que se convertirá en una especie de círculo vicioso que propicie una progresiva falta de respaldo electoral. Hay suficientes ejemplos, fuera y dentro de este país, de que esto ya ha sucedido: El PCE, IU, los comunistas italianos, los Verdes en Alemania, y algunos casos más.

En consecuencia, yo os propongo que seáis valientes y que elaboréis una propuesta alternativa, verdaderamente opuesta al actual sistema. Muchos la apoyaríamos. Hay que hablar, sin ambages, de la nacionalización progresiva de la economía, con todo lo que eso conlleva: comenzar por la intervención de las actuales entidades financieras, por la gestión centralizada de los sistemas de producción y distribución de la energía y de la actividad extractiva. Enseñanza y sanidad públicas y de calidad. Supresión total de la industria bélica. Total, merece la pena arriesgar ya que no vais a alcanzar las metas formuladas, porque con el actual planteamiento el fracaso está servido, como así auguran propios y extraños. Antes o después alguien tiene que luchar por una alternativa de las características señaladas, de lo contrario, si no se inicia alguna vez la trasformación, este tipo de sociedades seguirá por el camino de la sinrazón y de la incertidumbre, por lo que no es difícil inferir un futuro poco alentador.

Por último, decir que en el hipotético caso de que alguna alternativa real pudiera intervenir para el cambio es imprescindible contemplar la condición humana y el comportamiento de nuestra especie a través de la historia. Sin remontarnos demasiado a otros tiempos lejanos, todos los intentos de cambios en profundidad, con enfrentamientos al poder de distinta índole, han fracasado. El Frente Popular en el 36, El caso de Chile, incluso la Revolución Bolchevique. Pero no está demás intentarlo de nuevo, dadas las actuales condiciones. Me gustaría finalizar, no obstante, con una cita de Trotsky que comparto plenamente: «El error de Marx y Engels, respecto a los plazos históricos, provenía, por una parte, del menosprecio de las posibilidades ulteriores inherentes al capitalismo, y por el otro lado, de la sobreestimación de la madurez revolucionaria del proletariado». (L. Trotsky, 1937, Prólogo al Manifiesto del Partido Comunista de 1848).

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.