Decidnos dónde quedaron las luchas por una sociedad nueva, contra el capitalismo y por la República. Aquellas que abandonaron ayer aquellos «hombres de Estado», y que hoy vosotros, ciegos, sordos e incapaces ni siquiera reconocéis. Esas luchas que hoy resucitan y que no queréis afrontar. En esta carta no mencionaré nombres. No es necesario. Que […]
Decidnos dónde quedaron las luchas por una sociedad nueva, contra el capitalismo y por la República. Aquellas que abandonaron ayer aquellos «hombres de Estado», y que hoy vosotros, ciegos, sordos e incapaces ni siquiera reconocéis. Esas luchas que hoy resucitan y que no queréis afrontar.
En esta carta no mencionaré nombres. No es necesario. Que se sientan aludidos los responsables de la situación actual de Izquierda Unida, los que lleváis el timón, y los que permitís que el timón mantenga el rumbo.
Hablo en mi nombre, pero con la certeza de quien no hace más que repetir un sentimiento extendido entre la militancia, entre los comunistas y entre los miles y miles de personas que han perdido la ilusión en el proyecto de Izquierda Unida. Y la han perdido porque durante los últimos años girasteis el timón hacia el espacio libre que dejó libre el PSOE, hacia las aguas pantanosas de la socialdemocracia que nunca debimos surcar, y en las que aún estamos encallados.
Nadie duda de vuestra buena fe, pero tampoco de vuestro error y de vuestra traición. Una traición a todas las luchas que han forjado nuestra historia y que muchos de vosotros abandonasteis, quizá resignados o quizá aburguesados.
Decidnos dónde quedaron las luchas por una sociedad nueva, contra el capitalismo y por la República. Aquellas que abandonaron ayer aquellos «hombres de Estado», y que hoy vosotros, ciegos, sordos e incapaces ni siquiera reconocéis. Esas luchas que hoy resucitan y que no queréis afrontar. Vosotros, principales responsables de que muchos compañeros, impotentes, resignados, tiren la toalla y abandonen la lucha – o ante tanta inoperancia, la hagan por su cuenta – marchaos.
Responsables de no saber mostrar a la sociedad otro camino que no sea el de la resignación a regirse por las leyes del mercado y el capitalismo, dirigentes de Izquierda Unida, marchaos y dejad paso a quienes harán lo que vosotros habeis sido incapaces de hacer.
¿Acaso alguna vez pensasteis unir a la izquierda con un discurso «verde», ecosocialista y moderado? ¿creísteis que con salir en la foto de las pancartas os ganaríais la confianza y el respeto de la izquierda transformadora y anticapitalista? ¿qué habéis conseguido con ese discurso socialdemócrata? Únicamente sembrar dudas, desconfianza y seguir fragmentando a la izquierda real en España.
Habéis sido incapaces de elaborar un discurso claro, revolucionario – si es que la palabra aún está en vuestro vocabulario – y realista con el que conectar con esa izquierda; un discurso fruto de impregnarse en ella y actuar con ella, y un discurso con el que representarla. Y también, un discurso con el que conectar con esa masa social que no cree en la política como instrumento para cambiar las cosas, con los incrédulos y con los resignados. Pero para eso se necesita una forma distinta de hacer política, radicalmente distinta.
El cáncer de la burocracia y de la caza de cargos se come a Izquierda Unida. Nos sobran «políticos profesionales» y no son más burócratas lo que necesitamos. Por tanto, nuevas generaciones de «políticos profesionales», ¡absteneos si no queréis un final aún más indigno, para la coalición y para vosotros!
Todo está cambiando. El auge de la izquierda nacionalista, fruto del españolismo rancio de los últimos años y de la ausencia de una fuerza política a nivel estatal que las represente, debe hacernos recapacitar sobre lo que debe ser un proyecto como el de Izquierda Unida. El doble – o triple – discurso de la coalición, en Madrid, en Euskadi o en Catalunya la empuja al abismo. La vergüenza de una Ezker Batua, tan capaz de venderse al nacionalismo de Sabino Arana como de expulsar de su sede al Partido Comunista Euskadi nos sonroja. Al igual que nos han sonrojado, con más frecuencia de lo moralmente aceptable, determinadas actuaciones en gobiernos municipales, de IU en solitario o conjuntamente con el PSOE, en los que se han llevado a cabo políticas de privatizaciones, agresivas con los trabajadores y con actuaciones despreciablemente nepotistas. ¿Qué sanción merecen algunas de esas actuaciones que nos indignan y desprecian nuestra identidad?
Ya es mucha la gente que no cree que el estado de Izquierda Unida sea recuperable. Su coma profundo, su falta de capacidad de ilusionar y de transmitir, así como su falta de discurso claro y comprensible parecen indicar que el futuro de la coalición quizá sea su desaparición.
Desde 1986 ha cambiado la realidad política, tanto en España, como en el mundo. La caída del llamado campo socialista, el auge y caída de Izquierda Unida casi al mismo tiempo que la aparición en escena del movimiento antiglobalización y el actual contraataque de la izquierda anticapitalista en América Latina y en algunos países de la vieja Europa, son elementos que, más allá de enriquecer a la coalición, la han aislado. Los burócratas siempre vais un paso por detrás, pero vuestro inmovilismo no ha sido capaz de paralizar las luchas, los movimientos y a los grupos que a lo largo de estos años han ido naciendo, creciendo y experimentando. Quizá sea el momento de otra Izquierda Unida – las siglas son lo de menos -. Se cumplen todas las condiciones sociales excepto la de la voluntad política para conformar un frente anticapitalista y republicano a nivel estatal; movimientos en este sentido están sucediendo en Francia y en Alemania.
Es posible que la razón de esa falta de voluntad sea mucho menos metafísica, y que no solo responda a que os habéis convertido en unos burócratas. Quizá la deuda millonaria de IU con los bancos sea parte de la explicación. Una deuda tolerada – a IU y al resto de partidos -, a cambio de favores políticos, como es la ausencia de cualquier crítica hacia la banca – incluidas inversiones relacionadas con la guerra – o hacia el sistema «democratico» establecido. El sistema no es cuestionado, ni el capitalismo mismo. Decidnos, ¿es esta dependencia la que os ata? ¿Es esa mano que os alimenta la que nos envenena?
Dirigentes de Izquierda Unida: no escucháis a las bases ni a la izquierda militante, y no sois un referente para esa gente que cree que otro mundo es posible, y que actúa. Estáis donde estáis únicamente porque sois el sustento de quien decide que estéis. Hasta ese punto de degradación hemos llegado.
* Javier Parra. Militante de la Agrupación de Profesionales del Partido Comunista de Madrid