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Carta al señor Donald Trump

Fuentes: Rebelión

Señor Donald Trump: Sirvan estas líneas para expresar inequívocamente el rechazo total y consciente a las políticas de confrontación, racismo, discriminación, explotación, injerencia imperialista y claro genocidio que Usted representa y practica, los pueblos del mundo no buscamos la guerra como Usted lo hace ni pretendemos imponer a otros la forma particular que nos caracteriza […]

Señor Donald Trump:

Sirvan estas líneas para expresar inequívocamente el rechazo total y consciente a las políticas de confrontación, racismo, discriminación, explotación, injerencia imperialista y claro genocidio que Usted representa y practica, los pueblos del mundo no buscamos la guerra como Usted lo hace ni pretendemos imponer a otros la forma particular que nos caracteriza al entender e interpretar el mundo. La humanidad con toda su diversidad y riqueza busca sobrevivir frente a las condiciones de violencia y opresión que durante siglos gobiernos como el suyo han impuesto, dividiéndonos con fronteras y nacionalismos sustentados por el odio y el culto al fanatismo, separándonos en clases sociales que se confrontan como sostén del sistema capitalista que por naturaleza y origen es inhumano.

Las voces que hoy alzamos para rechazarle a Usted en todo el mundo, son las mismas que alzamos para denunciar y resistir el constante deseo de exterminarnos que ha guiado la política de su país desde su constitución como nación convirtiéndola en el imperio que ahora se desquebraja y que Usted dirige, sabemos muy bien que al escribirle lo hacemos también a quienes le precedieron y a quienes acompañan y aplauden sus medidas, ya sea porque estén gobernando alguna otra nación imperialista o lacaya, o ya sea porque simplemente disfrutan el sabor cruel de la codicia. La violencia con que Usted busca imponer su forma de ver el mundo, sus intereses y los del imperialismo estadounidense, es la misma violencia que ha invadido a nuestros países, que nos ha hecho por muchos años dependientes, que ha impuesto dictaduras y condenado al dolor a millones de seres humanos, no crea que hemos olvidado los asesinatos ni las desapariciones forzadas, mucho menos la tortura y la represión aún hoy presente, seguimos buscando los fragmentos y los rostros que nos arrancaron en nombre de eso que con todo el cinismo posible llaman «democracia y libertad».

Señor Trump, no viene usted a sembrar el miedo ni el pánico, no viene a tampoco a procurarnos la desolación, nuestros pueblos se forjaron al calor de la batalla, en la lucha por la independencia y la soberanía, esas grandes hazañas guiadas con la luz de Simón Bolívar, José Martí, Sandino, Miguel Hidalgo, Benito Juárez, San Martín, Fidel Castro y el Che Guevara entre muchos otros hombres y mujeres, son las conquistas que hoy busca Usted con sus aliados arrebatarnos para convertirnos en nuevas colonias y saquearnos, sobre-explotarnos y destruirnos. Es Usted el símbolo de la muerte, representante de los cuatro jinetes de la apocalipsis. Desea doblegar nuestra dignidad con amenazas, con golpes de Estado, con intervenciones militares, con propaganda vulgar generada por las grandes corporaciones mediáticas a su servicio; al servicio del capitalismo. ¿Por qué se empeña en sofocar a pueblos libres y soberanos como Cuba y Venezuela con bloqueos económicos genocidas? ¿Por qué si por todo el mundo y a lo largo de la historia de su nación han pregonado ser los defensores de las libertades y la democracia insisten en intervenir en países que viven verdaderos procesos democráticos emanados de sus pueblos como sucede en Venezuela? ¿Por qué les duele tanto la libertad y la soberanía de las naciones latinoamericanas? No somos ingenuos, Usted no se cree su propio discurso, sabe muy bien lo que hace y quienes le acompañan también lo saben, a ustedes la historia no los absolverá de nada, muy al contrario, la historia los condenará por todos sus crímenes lesa humanidad y todo el daño que han causado al planeta y a las culturas, nosotros, lo pueblos sabremos resistir como lo hemos hecho desde siempre. Usted, señor Trump, nunca conocerá el verdadero significado de las palabras dignidad, justicia, solidaridad, amor y paz, pues Usted y quienes le acompañan representan en su totalidad absolutamente lo contrario: son los agentes provocadores de la crisis que vivimos.

¿Por qué se empeña en discriminar a los inmigrantes mexicanos y centroamericanos? Parece disfrutar enjaular a los niños y separarlos de sus padres sabiendo el daño que se les causa, fomenta con sus discursos de odio y racismo la persecución y el asesinato de inmigrantes en la frontera de su país, sabe muy bien de los grupos extremistas que armados patrullan la línea divisoria de las dos Américas. Resulta necesario reconocer que a pesar de que nuestros pueblos no buscan las divisiones y reconocen hermandad en quien les tiende la mano de la concordia, es imposible no reconocer que sigue siendo justa la distinción de Martí al hablar de la América sajona y de Nuestra América, pues por un lado está la América imperialista que busca imponerse, pisotear y dominar sin importar las formas para lograrlo y, por el otro lado, la América nuestra que se edificó de la tragedia misma y que de ella resurgió para redefinirse en lo que somos; un conjunto de pueblos hermanados por la historia y por nuestra realidad compartida. ¿Por qué pretender amedrentar al pueblo y gobierno de México mediante medidas económicas como la imposición de aranceles a los principales productos comerciados? ¿Acaso en verdad ignora usted el daño que han causado las políticas capitalistas en toda Latinoamérica obligando a millones de seres humanos a abandonar sus lugares de origen? ¿Ignora usted que es precisamente su país, los Estados Unidos, quien ha difundido, promovido e impuesto esas políticas a través de las prácticas ya descritas? ¿Desconoce Usted que la migración que se observa en América Latina en su mayoría es de carácter económico resultado de la precariedad y sobre-explotación humana y de los recursos naturales? No señor Trump, no puede engañarnos, Usted es consciente del daño que han causado y lo oculta con el descaro propio de un tirano.

Señor Trump, no somos ignorantes de nuestra historia aunque pretendan robarnos la memoria, sabemos quiénes y cómo se ha generado la crisis ecológica y humana que padece el mundo, sabemos en carne propia lo que significa la palabra imperialismo, sin importar que con grandes sumas de dinero implanten en las universidades del continente líneas de pensamiento enajenante que buscan negar la verdad. No hay forma de ocultar lo que se observa tan claramente en las llagas aún abiertas de Nuestra América, sabemos que el imperialismo significa devastación y que Usted es por ahora el dirigente. Su deseo como de quienes le acompañan y aplauden es el de vernos de rodillas, callados y sometidos. Es verdad que en nuestras propias patrias hemos tenido y tenemos cómplices del imperialismo, hay quienes prefieren el brillo falso del alago que el sincero resplandor del origen humilde, pero a pesar de ellos, nuestra dignidad está intacta. Señor Trump, seamos claros, la única forma de frenar la migración por causas económicas es la erradicación del capitalismo y desde luego del imperialismo, pero además, no olvide jamás que la migración es un derecho humano y es obligación de los pueblos defender sus derechos. La soberanía de nuestras naciones no se negocia, se respeta y se asume. A lo largo de la historia se ha demostrado que los imperios se derrumban y los pueblos se erigen por sobre sus ruinas, nuestras naciones desean la paz, pero eso no significa ni significará jamás que permitiremos ser sometidos, ninguneados y humillados.

Señor Trump, exigimos el fin del hostigamiento, el fin de las amenazas y violaciones de los derechos humanos que el imperialismo estadunidense comete en todo el mundo, exigimos el fin de los bloqueos económicos y las medidas genocidas, el fin de toda injerencia imperialista de los Estados Unidos en Latinoamérica y en el mundo, exigimos respeto a nuestras naciones y culturas, respeto a la vida humana y a la naturaleza, respeto a su propio pueblo, un pueblo hermano alejado en muchos sentidos por las políticas y los discursos que ponderan la soberbia en vez de la armonía. Es tiempo ya de dejar atrás las guerras, invasiones y golpes de Estado, es el tiempo de las naciones y las culturas libres, autónomas, soberanas y autodeterminadas, es el tiempo de poner fin a los imperios y dar paso al gobierno de los pueblos.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.