Al Secretario General de la Confederación Sindical de CCOO y a los miembros de la comisión ejecutiva: En relación con el reciente caso del tema de las pensiones y el voto favorable dado por el asesor de CCOO Miguel Ángel García como asesor en el comité de expertos, y el «error» reconocido por la Dirección […]
Al Secretario General de la Confederación Sindical de CCOO y a los miembros de la comisión ejecutiva:
En relación con el reciente caso del tema de las pensiones y el voto favorable dado por el asesor de CCOO Miguel Ángel García como asesor en el comité de expertos, y el «error» reconocido por la Dirección del sindicato, queremos manifestar lo siguiente:
No es una cuestión técnica ni basta con distanciarse o pedir disculpas, el mal está hecho. La participación de Miguel Ángel García en el comité de expertos sobre pensiones, y su voto favorable al informe allí elaborado, nos deja un malestar profundo e íntimamente relacionado con nuestras luchas cotidianas y con el desamparo creciente de los trabajadores frente al empujón brutal de la llamada troika. Los abajo firmantes, trabajadores y miembros de la Sección Sindical Intercentros de CCOO Nissan, nos sentimos muy inquietos por este «error» de la Dirección del sindicato, que ilumina – incluso según la más favorable de las interpretaciones – dos zonas de sombra incompatibles con la labor de un sindicato de clase que declara actuar siempre con los trabajadores y en favor de los trabajadores.
La primera es de contenido. Se podrá decir ahora que Miguel Ángel García no fue invitado como miembro de CCOO y que su opinión individual no representa la posición oficial del sindicato sobre las pensiones. Lo cierto es que la Dirección de CCOO autorizó su presencia en el comité, a sabiendas de quiénes participaban en él y de cuál era la relación de fuerzas y de que, por tanto, la única contribución posible era la de legitimar la reunión misma o, por decirlo de otra manera, la de naturalizar la discusión sobre las pensiones. Ahora bien, si hay un terreno en el que CCOO debe ser inflexible es éste. Los trabajadores podemos sentirnos más o menos orgullosos de nuestro trabajo, que debe ser siempre realizado en condiciones de dignidad laboral y salarial, pero no trabajamos por trabajar. Trabajamos para descansar, en el sentido de que pagamos – con tiempo y dinero, es decir con trabajo – nuestro derecho inalienable a dejar de trabajar. Las pensiones no son una recompensa ni una condecoración ni una concesión caritativa a las franjas más vulnerables de edad. Es una devolución, una deuda. ¿Será entonces que todos los ciudadanos tienen que pagar las deudas de los bancos mientras que esos mismos bancos presionan para que las empresas y el Estado no paguen las deudas contraídas con los trabajadores? ¿Y CCOO tendrá que ceder o, al menos, generar la ilusión de que esa deuda sí – al contrario que las otras – es negociable?. Sólo hay una deuda sagrada y es la deuda con los trabajadores.
Ese es el único marco de legitimidad en el que debe moverse un sindicato de clase y la Dirección de CCOO no puede permitirse, por tanto, ningún gesto que lo debilite o que induzca la ilusión de otros marcos posibles. Naturalizar la discusión sobre las pensiones en las condiciones dictadas por el gobierno – para cuestionar su sostenibilidad – es asumir una lógica al mismo tiempo de donativo y de derrota. Si la participación de Miguel Ángel García es un «error», se trata sin duda de un error catastrófico.
Pero hay también una cuestión de forma. Teniendo en cuenta lo que estaba en juego, las consecuencias previsibles de esa participación, ¿debía tomarse la decisión sin consultar a los afiliados? Hay que recordar que los afiliados no trabajamos para una empresa y además para el sindicato. Nosotros somos el sindicato. El sindicato no es nuestra herramienta de trabajo sino nuestra herramienta de defensa en el trabajo. Es – aún más – una herramienta de auto-defensa. No es el sindicato el que nos defiende, como un padre a sus hijos o un rey a sus súbditos; somos nosotros, a través del sindicato, los que nos defendemos a nosotros mismos. Esa herramienta, por tanto, no es un martillo o una fresadora. Es una decisión colectiva. Y si nos preocupa que, en medio del brutal empujón de la troika y bajo el tsunami de la crisis, la Dirección de CCOO tome decisiones erróneas, nos preocupa no menos que las tome a espaldas de los trabajadores a los que dice representar. Mucho nos tememos que lo que hace erróneo el error es precisamente el procedimiento de esta decisión; y que se cometerían muchos menos errores de contenido en general si las decisiones fueran más generales; es decir, si los dueños de la herramienta, los afiliados, pudiesen determinar colectivamente su uso.
Hoy sabemos que lo que llaman crisis se parece más a una guerra: una guerra contra la clase trabajadora en la que se eligen muy conscientemente las armas y los frentes. La crisis no es la naturaleza: es un conjunto de decisiones políticas que pueden ser contrastadas políticamente. En el caso de las pensiones es evidente que hay alternativas. Pero si la crisis es más una guerra que un fenómeno natural irresistible, la responsabilidad de los sindicatos es mayor que nunca. Nacieron para eso, para tratar de vencer o, al menos, de resistir en las guerras que las clases poderosas libran siempre, con manifestaciones más o menos agudas, contra los trabajadores. Hoy son más agudas que nunca. ¿No se requerirá por tanto más claridad y más participación que nunca?. El «error» cometido por la Dirección de CCOO en el caso del comité de expertos de las pensiones nos inquieta mucho, estimado compañero, porque oscurece la claridad de la lucha y porque revela comportamientos oscurantistas más propios de una empresa que de un sindicato. Los abajo firmantes, trabajadores y afiliados de la Sección Sindical Intercentros de CCOO Nissan somos los legítimos dueños de todas las herramientas. Que no nos quiten también la única herramienta que tenemos para defendernos de lo que nos quitan todas las demás.
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