Estamos asistiendo a un espectáculo político de auténtico bodevil en torno al Estatut y a la Generalitat, que produce sonrojo a todos aquellos que no siendo catalanes, queremos a esa tierra. Lo primero que llama la atención es la poca categoría de la clase política actual, que salvo excepciones, como la de Joan Saura […]
Estamos asistiendo a un espectáculo político de auténtico bodevil en torno al Estatut y a la Generalitat, que produce sonrojo a todos aquellos que no siendo catalanes, queremos a esa tierra.
Lo primero que llama la atención es la poca categoría de la clase política actual, que salvo excepciones, como la de Joan Saura (ICV) están muy por debajo del pueblo que dicen representar.
Me gustaría analizar algunos aspectos de la política catalana actual. Empezaré por lo realizado por el Tripartito. Estamos asistiendo a una descalificación global de su labor de gobierno, pero debo decir que algunos aspectos que han desarrollado han sido muy positivos y citaría algunos como educación, sanidad, medio ambiente, la potenciación de proyectos de I+D o poniendo orden en las cuentas de la Generalitat.
Este gobierno partió con unos enemigos políticos muy claros, la derecha españolista (PP) y la catalanista (CIU) y sectores socialistas de tendencia neoliberal, con unos medios de comunicación que no quieren a la izquierda en el poder catalán, por nada del mundo.
Conociendo la oposición con la que se iban a encontrar, la actuación de los partidos que lo componen ha sido muy desigual, mientras el PSC ha estado en la lógica de lo que se espera de él, no así su presidente Maragall, con actuaciones fuera de lugar, personalista y entrando en debates estériles, no sabiendo coordinar la política de los tres componentes de la coalición.
La sorpresa positiva ha sido IVC-IU, cuyo comportamiento ha sido ejemplar, siendo fiel a los acuerdos firmados y destacando como ya dije anteriormente la figura de Joan Saura.
La gran decepción ha sido para mi ERC, y lo siento de corazón. Los republicanos no han proyectado una sola idea que no fuera autorreferencial, ni la menor sensibilidad en aspectos que no sirvieran para su propia imagen, ni la menor dignidad en unos valores cuya representación había adoptado. Para los proyectos de progreso para su pueblo, absoluta indiferencia. En definitiva, ha practicado una política de corte clientelista, dejando un legado lleno de desplantes cara a la galería y mucho pasillo, pero sin conocer la realidad de la calle y sus gentes.
De su paso por el poder real quedan un montón de anécdotas intrascendentes y una sensación de escepticismo, del que momentáneamente le salve la obcecación de algunos forofos poco críticos. Una pena.
El gran proyecto político del Tripartito, ha sido el nuevo Estatut. ¿Es bueno el Estatut? Como he escrito en anteriores artículos, me parece tal como está redactado un mal proyecto, regulando y tocando aspectos que no deberían. Cualquier jurista que se precie le produce sonrojo y sopor este articulado. Pero dicho esto, cabe preguntarse.
¿Supone un avance este nuevo Estatut sobre el anterior?
Esta claro que éste no levanta pasiones, pero evidentemente supone un avance importante en algunos aspectos que servirán para mejorar la vida de Cataluña. Este avance es el que en estos momentos se puede hacer debido a la correlación de fuerzas existentes, con una derecha nacional totalmente extremista y fuera de la realidad y con un ERC que no ha sabido entender cuales son las posibilidades políticas del momento, no entendiendo cual es su papel en el poder. Ha intentado estar en el Gobierno y en la oposición al mismo tiempo.
¿Qué hacer en el referéndum del Estatut? Particularmente poniendo en la balanza los inconvenientes y las ventajas me permitiría un SI crítico. Pero tanto gane el SI como el NO, Cataluña sale tocada en su imagen y mucho más su clase política.
Una vez aprobado el Estatut, se celebrarán elecciones y dos son las opciones posibles, una coalición CIU/PSC y la otra la reedición del Tripartito. Veamos que significan cada una de ellas.
Si triunfa una coalición CIU / PSC, que es lo que desean los nacionalistas conservadores y amplias mayorías del PSOE nacional, implicaría la vuelta al poder de CIU en la Generalitat y el apoyo del catalanismo conservador en Madrid a los socialistas. Esto entusiasma al mundo empresarial tanto catalán como español, pues aseguraría la continuidad de políticas neoliberales favorables a las clases dominantes, pero un retroceso para amplias capas de la población.
La segunda opción pasa por la reedición del Tripartito, con la elaboración de unas nuevas bases y programas. El gran problema de este proyecto es ERC. En mi opinión se debe producir un equilibrio entre sus tendencias nacionalistas y su proyecto de izquierdas, es decir que sin renunciar a su nacionalismo le dé más cariz de izquierda a su programa. Su gran obsesión es CIU, pero si los republicanos quieren ser una alternativa de poder y no un partido marginal, debe asentarse en él las señas de la izquierda pues las del nacionalismo ya lo están. CIU tiene perfectamente ensamblado su nacionalismo con su proyectos conservador, mientras que ERC esta desequilibrado mucho nacionalismo y poca izquierda. Si los republicanos consiguen equilibrarlo habremos ganado todos aquellos que apoyamos posturas progresistas.
Deben de saber que si hay una reedición del Tripartito, éste será apoyado por los sectores más nacionalistas del PSOE, por IU y por miles de progresistas, pero que seguirán contando con el hostigamiento del conservadurismo catalán y español y por amplios sectores del PSOE proclives a las doctrinas neoliberales.
Mucha responsabilidad tienen los republicanos y su dirigente Carod Rovira. Esperemos que estas críticas que vierto hacia ellos sirvan de reflexión positiva para el cambio que creo que deben realizar. Miles de progresistas lo esperamos pues Cataluña se lo merece, pero también el resto del Estado, pues un PSOE con el apoyo de CIU y PNV, no realizará la misma política que los socialistas con IU y ERC.
Suerte, Cataluña se merece lo mejor.