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El Campesino frente al Campechano

Cayo Lara en la corte del último Borbón

Fuentes: laRepública

Apareció sin corbata, luciendo una insignia republicana y bajo el brazo una carpeta roja. A muchos no les gustó que Cayo Lara acudiera a la corte del Borbón a transmitirle cara a cara un sentimiento que crece en España y la recorre de punta a punta. No les gustó a los neocons y a los […]

Apareció sin corbata, luciendo una insignia republicana y bajo el brazo una carpeta roja. A muchos no les gustó que Cayo Lara acudiera a la corte del Borbón a transmitirle cara a cara un sentimiento que crece en España y la recorre de punta a punta. No les gustó a los neocons y a los fascistas, que no soportan siquiera la existencia de un político como Cayo Lara, brotado de las luchas del pueblo y no parido por las élites. Tampoco les gustó a algunos de esos «superrepublicanos» de la razón absoluta, a esos provocadores que desde un falso ultraizquierdismo pretenden dinamitar eternamente las propuestas de unidad transformadora desde la izquierda.

El caso es que Cayo Lara le dijo al Borbón, tuteándole y sin reverencias, que se jubilase, que ya era la hora de la República. Y el rey le dijo que seguiría siendo rey hasta que los españoles le echaran. El problema es que nadie ha preguntado a los españoles en un referéndum. ¿O es que pretende que lo echemos con una Revolución? Pues por nosotros encantados, algunos incluso trabajamos por ello.

El problema es que el rey juega con ventaja. Es monarca de un país «lleno de chorizos y de una Justicia que no funciona, donde la política de ahora es la cosa cosa más frívola», como decía días atrás Julio Anguita. Un país que hace cierta la afirmación de Eistein de que «el mundo es un lugar peligroso, no por causa de los que hacen el mal, sino por aquellos que no hacen nada por evitarlo». Esa es la España de hoy, la que se empieza a mirar en el espejo de Italia, la España que embiste y no piensa, la España donde 50 millones de cerebros parecen impotentes cuando una estupidez se pone de moda.

Sin embargo, en medio de tanta mediocridad algo empieza a cambiar, un inconformismo y una rebeldía que se escenificó el 31 de agosto con la visita de Cayo Lara «El Campesino» a la corte del último Borbón.

http://www.larepublica.es/javierparra/?p=234