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CCOO no será nunca más un sindicato de clase

Fuentes: Rebelión

Esta afirmación no es mía, es de George Mavrikos, Secretario General de la FSM (Federación Sindical Mundial). La hizo en mi presencia, ante Carmelo Suárez, Secretario General del PCPE (Partido Comunista de los Pueblos de España). Carmelo expresó que el PCPE era de la misma opinión. En realidad ambos se basan, al coincidir en esta […]

Esta afirmación no es mía, es de George Mavrikos, Secretario General de la FSM (Federación Sindical Mundial). La hizo en mi presencia, ante Carmelo Suárez, Secretario General del PCPE (Partido Comunista de los Pueblos de España). Carmelo expresó que el PCPE era de la misma opinión.

En realidad ambos se basan, al coincidir en esta valoración de CCOO, en la experiencia de decenios de lucha contra el reformismo sindical. Se ha luchado en muchos países del planeta contra la degeneración de sindicatos que fueron de clase y que, gracias a la patronal, han ido evolucionando hasta posiciones de gran reformismo sindical. Este paso atrás en el sindicalismo de clase se ha dado desde EEUU hasta bastantes países europeos, y ahora se da en algunos países excolonizados.

Yo puedo hablar de la larga experiencia de lucha desde dentro de CCOO para intentar mantener su condición de sindicato de clase. Fundamos CCOO en los años 60 del siglo pasado, con un gran trabajo y sacrificio (que comportó asesinatos, torturas, cárcel, exilio, despidos, hambre, etc., y también mucha solidaridad, en especial la organizada por la FSM) en el que participamos comunistas, socialistas, nacionalistas, cristianos de base, y gente de izquierdas en general. Nacieron como sindicato de clase, independiente, democrático, representativo, asambleario, participativo, unitario, de lucha, sociopolítico, internacionalista (características que recordé en un artículo el año pasado).

Pero a partir de los Pactos de la Moncloa (1977), y gracias a la negativa influencia del eurocomunismo en una parte importante de los dirigentes de CCOO, el sindicato que impulsó heroicas y muy importantes luchas contra la dictadura fascista de Franco, el sindicato que ganó grandes conquistas para la clase obrera de todo el estado español y fue ejemplo para sindicalistas de América Latina, se ha ido transformando lentamente en un sindicato amarillo, modelo de reformismo sindical, y en un sindicato muy útil para los intereses del gran capital.

Esa evolución ha durado más de 30 años. Cada vez las posiciones de clase en CCOO se han hallado en situación más minoritaria. Por ejemplo en 1983, los defensores del sindicalismo de clase aún ganábamos en Catalunya el derecho al respeto a las decisiones de las asambleas de trabajadores antes de la firma por la dirección del sindicato de un Pacto general. Pero ahora en CCOO, antes de firmar un nuevo Pacto Social, ni se consulta a los órganos estatutarios, y se impone a los cuadros medios la obediencia a los máximos dirigentes, que incluso despiden a aquellos que no acatan sus cupulares decisiones.

Empezó CCOO abandonando su relación con la FSM (años 80 del pasado siglo), para poco a poco acabar firmando todo tipo de Pactos Sociales (es decir pactos que niegan la lucha de clases), negativos para la clase obrera del estado español. El pacto, referente a la empresa SINTEL (cuyos trabajadores, para luchar por defender sus derechos laborales, acamparon en la Castellana de Madrid durante 6 meses), firmado por José Mª Fidalgo (en su calidad de secretario general de CCOO), que facilitó a la multinacional Telefónica pasar de 70.000 trabajadores a menos de 30.000, es uno de los ejemplos (éste, a nivel de empresa, es el origen de la actual huelga de los contratados de Movistar-Telefónica), a los que debemos añadir los Pactos de Toledo (que iniciaron la pérdida de derechos de los Pensionistas y Jubilados), y los Pactos Sociales que han limitado el poder adquisitivo de los salarios y retrasado la edad de jubilación (empeorando las condiciones para llegar a cobrar una pensión digna).

Cierto que se ha luchado durante decenios desde dentro de CCOO. Hubo una época en que incluso había en los procesos congresuales listas alternativas y documentos diferentes al propuesto por la dirección saliente. Hasta se legalizó una corriente interna (corriente crítica, en la que gastamos muchas energías) que intentaba frenar esta conversión de CCOO en sindicato amarillo, domesticado por el capitalismo. Ya ni esta corriente queda en CCOO.

Cierto que en la base de CCOO siguen existiendo (no podría ser de otra forma, pues la clase obrera siempre será reivindicativa y luchadora) grupos, cada vez con menor incidencia en el global de CCOO, que siguen intentando ejercitar el sindicalismo de clase. Gracias a ello ha habido luchas ejemplares en la minería, en Panrico, en la CocaCola, y en muchas empresas. Son afiliados a CCOO que intentan aplicar los 10 criterios, más arriba subrayados, criterios que fueron fundacionales del sindicalismo antifranquista.

Pero la realidad muestra que estos sindicalistas de base no van en sus luchas más allá de conseguir victorias para la clase obrera en su empresa. No intervienen en las decisiones generales del sindicato CCOO, ni siquiera critican (a veces no se atreven, para no ser expulsados de CCOO, como ha sucedido una vez detrás de otra) los Pactos Sociales que la cúpula de CCOO firma año tras año. En realidad su correcta lucha a nivel de empresa (suelen ser grandes empresas) olvida que el sindicalismo de clase debe actuar a nivel general para no degenerar en sindicalismo corporativo, también negativo en la batalla contra el capitalismo.

Hoy estos sindicalistas de base, algunos han intentado incidir dentro del aparato de CCOO a través del llamado «Ganemos CCOO», no pueden ni podrán cambiar nada substancial de las importantes y negativas decisiones de la cúpula de CCOO. El ejemplo más reciente es el nuevo Pacto Social que CCOO y UGT están preparando (con el teatro habitual para simular que negocian) en el que darán a la patronal otra victoria, el sustituir el IPC (Índice de Precios al Consumo) por el PNB (Producto Nacional Bruto). Reivindicación de la CEOE que CCOO ya ha dicho que aceptará, contradiciendo sus documentos congresuales (la dirección de este sindicato amarillo tiene decenios de práctica de no cumplir con los acuerdos de sus congresos), y dejando los aumentos salariales aún más en manos de la patronal.

No conozco (a pesar de haberlos buscado ampliamente y de haberlos solicitado a los pocos que aún creen que todavía vale la pena estar afiliado a CCOO) ningún documento, ni ninguna batalla interna, contra el reformismo sindical, de estas bases sindicales de CCOO que aún creen ejercer sindicalismo de clase dentro de esta degenerada organización.

Pero aún que existiera esta experiencia en algún lugar, solo servirá como excepción a usar por la traicionera (a la clase obrera) dirección de CCOO para aparentar democracia interna.

Este Primero de mayo de 2015, CCOO ha vuelto a ser un instrumento de la gran patronal, tanto por sus propuestas, como por sus consignas. No han atacado al capitalismo, solo han dicho que está mal gestionado. CCOO hace en lo sindical lo mismo que IU+Podemos+PSOE hacen en el terreno político, crear confusión ideológica.

Para regenerar el sindicalismo hace falta tener una visión que vaya más allá de la propia empresa en la que el sindicalista está trabajando, más allá de las luchas concretas (por unitarias que sean) en las que un trabajador pueda participar. Es necesario tener clara la realidad en su conjunto, tener clara la existencia de la lucha de clases, en toda su dimensión, y ver como los sindicatos amarillos siguen siendo un instrumento financiado por la burguesía dada la gran utilidad que para ella tiene la lucha ideológica (así CCOO contribuye, contra lo que hacía cuando la fundamos, a evitar la necesaria rebelión contra los explotadores).

Hoy es fundamental es imprescindible asumir que el sindicalismo de clase, el único que se enfrenta al capitalismo, debe cumplir con las 10 características antes citadas, ser: de clase, independiente, democrático, representativo, asambleario, participativo, unitario, de lucha, sociopolítico, e internacionalista.

Sin todas estas características y sin la coordinación de la lucha de clases con dimensión nacional, estatal e internacional, no existirán posibilidades de que el sindicalismo ayude a acabar con la lacra del capitalismo. Y para el sindicalismo de clase destruir el capitalismo seguirá siendo el principal objetivo.

Que nadie se engañe, CCOO es (como decían los dos dirigentes arriba citados) un sindicato que nunca volverá a ser un sindicato de clase.

Quim Boix. Miembro del Consejo Presidencial de la FSM, y Secretario General de la UIS (Unión Internacional de Sindicatos) de Pensionistas y Jubilados (PyJ) de la FSM

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.