En 1936 otro Emilio Botín, padre de éste, huía a Suiza, abría una cuenta e ingresaba parte del patrimonio familiar; mientras Valdecilla, educación, trabajo asalariado… se caen a trozos
El mar, un trastlántico, un grito: «¡El capitalismo se hunde!». Un nuevo aullido: «¡Los banqueros y los ricos primero!» Certero, El Roto hace evidente la humillación del resto. Emilio Botín, banquero experto, atribuye ese hundimiento a los «excesos» de la banca; sorprendido, acudo al Diccionario y leo que exceso es «lo que se sale de los límites de lo ordinario o de lo lícito», «abuso, delito o crimen» que fija «diferencias consistentes en sobrepasar lo establecido como normal». Por una vez y sin que sirva de precedente estoy de acuerdo, de pe a pa, con el banquero, ejemplo de reprobable exceso, y como sé que humillación es todo lo que denigre en público la cultura , pensar, raza, sexo , economía ,… de otro, compruebo que, cuando habla o actúa, el banquero nos humilla y es muy erróneo culpar de lo que ocurre, sólo, a los políticos.
Teoría. Creí en la justicia, esencial concepto maleable gestionado por humanos, creencia que, como casi todas, era errónea. En 1978, ya vivido, leía «Estrategia judicial en los procesos políticos», libro de Jacques Vergès, defensor de la argelina Djamila Bouhired, de los palestinos que secuestraban aviones, del criminal nazi Klaus Barbie, de Carlos «El Chacal», del camboyano Pol Pot y los Jemer Rojos,…, abogado que ponía su razonable inteligencia (dicen que) perversa al servicio de deslegitimar toda pretensión de que aquellos tribunales impartían justicia, marcando diferencias entre la estrategia de ruptura y la de connivencia en los juicios, explicando que en los de connivencia el acusado respeta las reglas del juego, mientras en los de ruptura se convierte en acusador del sistema injusto y concluyendo que, cuando los procesos se sacan de la semiclandestinidad de los juzgados y se hacen públicos, los de ruptura son mucho más eficaces para el defendido y sus ideas; cita como ejemplos los de Prometeo, Sócrates, Jesús, Juana de Arco, Dimitrov, que ridiculizó a Goering tras el incendio del Reichstag, Fidel Castro por el asalto al cuartel de Moncada, el juicio de Nuremberg, muestra del fracaso de pretender hacer un «gran proceso-espectáculo»,…
Excesos humillantes. Publica el New York Times que en 1936, guerra civil, otro Emilio Botín, padre de éste, huía a Suiza, abría una cuenta e ingresaba en ella parte importante del patrimonio familiar, dicen que hoy más de 2.000 millones de euros, creando una fundación que, gran invento, los administrase. Dinero hurtado a los famélicos españoles de la guerra, los años 40, 50, 60,…, que producía en Suiza sólo al banquero, sus hijos, nietos,…, la familia. Vueltos tras ganar la guerra, no trajeron aquel dinero hasta ayer, tras pagar una miseria y haber hecho crecer aquí su riqueza por medios que hacían menos libres e iguales al resto. Hoy, no contentos y mientras Valdecilla, educación, trabajo asalariado,… se caen a trozos, nos humillan al pretender perpetuarse a nuestra costa en una pirámide, un colosal, ilegal fraude que, a su nombre, sin generar trabajo ni ser culto, ¡nadie se engañe!, quieren que, además, se apropie de nuestra memoria ciudadana, la bahía. Trabajo y cultura son otra cosa.
Condiciones objetivas. Canta Franco Battiato en la bellísima «Prospettiva Nevski » que cuando «un viento a treinta grados bajo cero / barría las desiertas avenidas y los campanarios (…)», «con mi generación pasé el invierno» y, al tiempo que los Botín llevaban dinero a Suiza, con el «cine de Eisenstein, por la revolución, / estudiábamos cerrados en un cuarto», lo que nos «enseñó / cuan difícil es descubrir en la penumbra el alba». Sé, con tal experiencia, que es urgente dar respuesta a la pregunta que, en 1902 y Rusia, se formulaba Lenin, «¿Qué hacer?» , conocer los hechos, valorarlos, discutir en las calles con los nuestros, buscar sin encontrar certezas, actuar junto a los que, luchando, han perdido tantas veces en la historia. Conciencia de clase, hay que evitar los pequeños territorios, las falsas prioridades innecesarias o las insanas nostalgias que remueven la prehistoria y ocultan las (pre)ocupaciones importantes. No debemos dejarnos distraer por las mentiras, tenemos que pensar en lo de ahora, 2013, valorar los humillantes excesos del banquero que avalan los políticos, ver si en ellos hallamos esas «condiciones objetivas» que buscábamos hace años, motor de lucha por lo nuevo y, así, derrotar, como a los ricos y corruptos que pretendían perpetrar el atropello eólico, cualquier intento de humillación y exceso de esos bancos que quieren destruir, para ganar ellos, muchos más miles de puestos de trabajo asalariado.
Resistencia. Decía Robespierre, a quien debemos parte esencial de la hoy exangüe libertad igualitaria, que «los pueblos no juzgan como los tribunales, no formulan por escrito sus sentencias, lanzan rayos» y añadía que «castigar a los opresores de la humanidad es clemencia y perdonarlos, barbarie». Todos sabemos que el mausoleo que el banquero quiere construirse es, además de ilegal, radicalmente injusto y, si nos queda un adarme de dignidad en la catástrofe, deberemos luchar contra la humillación de todos sus excesos, seguros de que siempre nos podremos integrar, de pié y en lucha, en grupos de partisanos resistentes ¡¡Bella ciao!!, siempre.
Fernando Merodio es Abogado
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