El 28 de Febrero de 2006 la protesta del SOC contra la injustificable y provocadora distinción de Cayetana Fitz-James Stuart , duquesa de Alba, como «Hija Predilecta de Andalucía» por parte del Gobierno andaluz del PSOE puso en evidencia a la ‘Andalucía española’. Durante años, el oficialista y anodino 28-f construido por el Gobierno PSOE […]
El 28 de Febrero de 2006 la protesta del SOC contra la injustificable y provocadora distinción de Cayetana Fitz-James Stuart , duquesa de Alba, como «Hija Predilecta de Andalucía» por parte del Gobierno andaluz del PSOE puso en evidencia a la ‘Andalucía española’.
Durante años, el oficialista y anodino 28-f construido por el Gobierno PSOE para hacer olvidar el combativo y nacional 4 de Diciembre, ha venido incluyendo entre sus actos protocolarios una entrega de medallas. La lista de premiados ha sido siempre un ejercicio de equilibrios variopintos, integrando en paralelo a todo tipo de personas y personalidades; unas respetables y merecedoras de homenaje, otras grises y otras directamente impresentables. La relación anual ha sido habitualmente un cóctel lleno de guiños y sobreentendidos, de agradecimientos y compraventas, hecho al objeto de evitar por el juego de compensaciones posibles protestas y sobre todo de situar siempre simbólicamente al PSOE como centro y pivote indiscutible de la continuidad y estabilidad del modelo de ‘Andalucía española’ que sostiene, con el que se identifica y del que se beneficia.
Para darle eco mediático al acto y asegurarle cobertura periodística a la habitual soflama españolista del Presidente Chaves -este año dedicada a vender el Estatuto de la Dependencia en trance de elaboración- los fontaneros del PSOE han solido recurrir a integrar entre la relación de distinguidos a algún famoso , protagonista asiduo de la prensa del corazón y/o de los programas de telebasura. En 2006 este rol lo ocupaban el cantante David Bisbal, de fulgurante éxito discográfico y la Duquesa de Alba, terrateniente y aristócrata de ignotos meritos.
El gesto de la Junta de Andalucía con la Duquesa de Alba el 28-f era claro en su intención y transparente en su significado: los actuales administradores de la ‘Andalucía española’ rendían tributo a sus dueños seculares. El PSOE enaltecía en la persona de la Fitz-James Stuart a toda una casta feudal reconvertida en burguesa, núcleo histórico de una clase dirigente andaluza que con sus mismos apellidos delata su origen; responsable y beneficiaria del sometimiento y la humillación de Andalucía desde la Conquista a nuestros días. La medalla a la de Alba legitimaba toda una trayectoria histórica parásita, sostenida en la explotación y la represión persistente e inmisericorde del pueblo andaluz. Todo un ejercicio premeditado de simultaneo lavado de memoria y sostén a la alienación. Se rescribían de un golpe por enésima vez pasado y presente.
En obscena paradoja, la hija de Jacobo Fitz-James Stuart Falcó, el que fuera embajador de Franco en Londres durante la Guerra Civil sirviendo a los golpistas genocidas que masacraron decenas de miles de andaluces y asesinaron a Blas Infante , Padre de la Patria Andaluza; rica y poderosa gracias a esa victoria aún vigente, era agasajada y reconocida por una institución que se supone surgida de todo aquello que su dinastía había combatido y perseguido del siglo XIV hasta nuestros días.
Y para que nada faltara en el insulto, la Junta tenía la desfachatez de intentar argumentar que el reconocimiento era resultado del presunto «andalucismo» de la aristócrata, denotando con ello como aún hoy todos los que ejercen de españoles y actúan al servicio de España, reducen a Andalucía como nación y a su cultura a mero escenario sumiso para solaz y disfrute de señoritos y terratenientes.
Se cerraba el circulo. Algunos -ayudados por otros- de los que habían traicionado al pueblo andaluz olvidando la Reforma Agraria. Algunos -acompañados de otros- de los que lo habían engañado diciendo que la ‘Autonomía’ española habría de traerla, sabiendo de antemano que esta venia para impedirla. Los que la habían sustituido desde el Gobierno por los míseros Comunitario y Subsidio Agrario, ayudados por otros desde otros partidos y sindicatos. Algunos, en fin, de los mismos que se habían hartado de tacharla después de anacrónica y que siempre en todo este trayecto habían cuidado de los intereses clasistas de los terratenientes y de las burguesías extranjeras que explotan Andalucía, terminaban confiriéndole una distinción a aquella que podía representarlos a ambos con mayor grado de simbolismo.
La Andalucía resistente frente a la ‘Andalucía española’
Con lo que no contaba el PSOE era con la concentración convocada por el SOC.
No había en la protesta demandas concretas, como en otras ocasiones, que pudieran ser vistas con mayor o menor simpatía o que fueran vividas y sentidas como más o menos asumibles por otros sectores populares. Esta vez no iban allí a reivindicar más que la dignidad de toda la clase obrera y la memoria de toda la nación andaluza. Y bastaron las denuncias de las hectáreas acumuladas por la de Alba, de sus millonarias subvenciones y de sus practicas laborales para que ‘las cañas se tornaran lanzas’.
La famosa de peinado estropajoso y lengua aún más trabajosa perdió de inmediato todo su ropaje postmoderno y se transmutó de nuevo al punto, simplemente, en una vieja terrateniente ricachona. La falsa ‘Andalucía Imparable’ del siglo XXI, tan del gusto del PSOE, se mostró unida en intimo vinculo a la Andalucía doliente del inmediato pasado y del dependiente presente. Era la Andalucía de siempre la que, inmune al maquillaje, salía a la superficie.
La Andalucía nacional y popular, representada por unos cientos de trabajadores y militantes, puso en evidencia a la ‘Andalucía española’ de sus explotadores y paniaguados. La Andalucía resistente que existe bajo el opresivo manto español rompía el corsé y se hacia presente.
Enseguida supieron los del PSOE que las simpatías populares, dentro y fuera de Andalucía, se iban a ir del lado de los jornaleros. No por casualidad, llevan años viviendo a cuenta de usufructuar recuerdos usurpados, así que no podían engañarse acerca de los efectos demoledores de esa indeseada imagen sobrevenida desde el fondo de la historia gracias a la acción del SOC.
Su nerviosismo teñido de ira se concretó en represión y con ello el núcleo del asunto quedaba aún más al descubierto si cabe: «los guardias le pegaban a los jornaleros por orden de un Gobierno que premiaba a una terrateniente». Lo hacían por orden de un Gobierno del PSOE. Pegaban como antes lo habían hecho tantas veces -por similares razones y defendiendo parecidos intereses- ejecutando ordenes de sucesivos Gobiernos españoles del PP, la UCD, Franco, la República española, la Restauración, la Monarquías hispánicas Borbón y Habsburgo… y así seguiríamos remontándonos atrás, hasta la Conquista.
La duquesa de Alba volvió a ser la encarnación viva de un pasado ignominioso que pervive en el presente. Además por su boca salió incontenible todo el desprecio y el odio de clase acumulado durante siglos y no tuvo mejor idea que llamar «locos» y «delincuentes» a los trabajadores que se atrevieron a fastidiarle el día. Los mismos calificativos que sus antepasados habían usado tantas veces a lo largo de la historia para insultar a quienes -monfíes, herejes, sindicalistas, militantes…- se habían declarado insumisos al dominio de su clase española; los mismos adjetivos que en tantas ocasiones habían precedido o acompañado a su martirio.
Y sus administradores del PSOE -con Chaves a la cabeza- recurrieron en cascada a otras descalificaciones contra los que habían osado traer la realidad a escena para aguar su fiesta. Ni siquiera falto a la cita el ABC , órgano de siempre de los terratenientes españoles en Andalucía, para denunciar en un editorial* la protesta, calificándola de «decimonónica», como si la dignidad de clase y nacional tuviera fecha de caducidad. El viernes 10 , a las 9,30 horas , en los juzgados del Prado en Sevilla, el Estado español en represalia por el acto de dignidad del 28-f juzga a Diego Cañamero como responsable.
Lo que no podrán ya evitar es que Chaves y el PSOE y la Duquesa de Alba se hayan mostrado nuevamente como dos caras inseparables de la ‘Andalucía española’ . Esa misma que mientras nos encadena a la dominación española vía Estatutos de dependencia, premia duquesas, apalea obreros y juzga sindicalistas combativos.
Hoy como siempre, que el grito de ¡Viva Andalucía Libre! nos acompañe en la resistencia y en la dignidad. Independencia, República, Socialismo.