No se trata solo de mirar hacia atrás, sino de comprender cómo el devenir político de un país del sur reverberó en múltiples geografías
Chile en los años setenta no fue un caso aislado ni una nota de pie en la historia latinoamericana: fue un epicentro. El triunfo de Salvador Allende y la Unidad Popular en 1970 abrió un camino inédito, un experimento democrático y socialista que despertó entusiasmo, temor y debate en distintas latitudes. Tres años después, el golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973, con la violencia brutal que lo acompañó, convirtió a Chile en un símbolo global: de esperanza frustrada para unos, de advertencia contra el comunismo para otros, y de resistencia y dignidad para quienes vieron en la figura de Allende un referente perdurable.

El prólogo de Un golpe global. La experiencia autoritaria chilena en el mundo, editado por Marcelo Casals y Mariana Perry, nos invita a recorrer esa dimensión internacional de la experiencia chilena. No se trata solo de mirar hacia atrás, sino de comprender cómo el devenir político de un país del sur reverberó en múltiples geografías: en las plazas europeas donde se protestaba contra la dictadura; en México, que abrió sus puertas a miles de exiliados; en las luchas contra dictaduras en Grecia o Checoslovaquia, que encontraron en Chile una metáfora de resistencia; o incluso en los discursos de la derecha italiana, que utilizó el golpe como advertencia política.
Este texto introductorio abre el mapa de conexiones, solidaridades y disputas que Chile puso en movimiento. Nos recuerda que el exilio no fue solo una tragedia individual, sino también una vía de circulación de ideas y de articulación de redes que fortalecieron la causa de los derechos humanos. Nos muestra cómo la dictadura chilena, al mismo tiempo que implementaba un modelo económico neoliberal pionero, se convertía en un ícono de la violencia estatal y en un espejo incómodo para las democracias occidentales.

Más que una introducción, este prólogo es una invitación a mirar la historia chilena en clave global. A reconocer que lo ocurrido en Santiago en 1973 se enlazó con luchas y reflexiones en muy distintos rincones del planeta, transformando a Chile en un símbolo polivalente: de fracaso, de advertencia, de resistencia y de memoria.
Leerlo es, en definitiva, abrir una puerta hacia una historia compartida, que nos interpela hasta hoy con una pregunta de fondo: ¿cómo se convierte la experiencia de un país en un golpe global?