Se cumplió un año más del Golpe de Estado en Chile efectuado el 11 de septiembre de 1973, tras el cual fue asesinado el presidente socialista Salvador Allende, a manos de una horda de militares fascistas encabezados por Augusto Pinochet.
Las calles chilenas amanecieron llenas de gente que reclamaba que nunca más una dictadura sea instaurada en el país sudamericano, algo que se enmarca con la reciente votación por el apruebo o rechazo de la propuesta para una nueva Constitución que suplantaría a la aún vigente de 1980 proclamada por el dictador Pinochet, aunque finalmente el sufragio mayoritario prefirió el rechazo, quedando “todo igual”.
El reclamo popular chileno ha retomado la protesta y las calles, un día después del rechazo a la propuesta constituyente, estudiantes de nivel secundaria salieron a exigir reformas integrales del sistema educativo, mismas que estaban contempladas en el documento rechazado, lo que para los jóvenes significó un retroceso, pues es justo recordar que el octubre rebelde de 2019 tuvo su origen en protestas de ese mismo sector estudiantil, además, no se debe hacer a un lado el hecho de que en Chile la educación fue privatizada violentamente durante la dictadura y las contrarreformas sociales efectuadas por las políticas neoliberales, por ello, el malestar de los y las estudiantes que veían en la propuesta de reforma a la Carta Magna una oportunidad de recuperar el carácter público de la educación y varios de sus derechos violentados.
En esta ocasión, la efeméride contó con la participación del Gobierno chileno, el mandatario Gabriel Boric emitió un mensaje en el que dijo que se recuerda a quienes: “fueron desaparecidos sin que hasta hoy conozcamos su paradero, a quienes sufrieron persecuciones, humillaciones y exilios, a quienes en los largos años de la dictadura civil y militar cayeron víctimas de la represión”. La dictadura desapareció y asesinó a miles de mujeres y hombres, y, sin duda, marcó a las generaciones que nacieron bajo su sello, siendo que la sombra dictatorial aún nubla el porvenir chileno.
Tras 49 años del Golpe, Chile vive un proceso político que pudiera ser contradictorio, la llegada al poder de Boric restituyó la esperanza de cambios y el proceso constituyente tuvo como base los reclamos sociales de 2019 que se aglutinaron en el acuerdo que dio lugar a la propuesta de Carta Magna, pero, ambos procesos, pudieran terminar confrontándose y dispersando la posibilidad de unidad progresista, si Boric no avanza directo hacia la derogación de la anquilosada herencia legal de Pinochet, de nada servirán los discursos y los recordatorios en cada efeméride, además, los grupos progresistas participantes en la constituyente se confrontan a sectores conservadores y neofascistas “empoderados” por el resultado de la votación del pasado 4 de septiembre, por lo que si ambos sectores, Gobierno y fuerzas políticas progresistas, no profundizan el diálogo-debate y conforman una estrategia unitaria, la esperanza podría acabar convirtiéndose en desilusión.
Esta fue una efeméride diferente, es cierto, ya que muchos de los últimos gobiernos desdeñaron la figura de Salvador Allende y se mostraron abiertamente partidarios del neoliberalismo y de las formas neofascistas que han avanzado en Latinoamérica, pero los cambios están todavía por verse, aún queda mucho por andar para un nuevo Chile en plenitud.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.