El pueblo chileno ha tenido una oportunidad histórica de reformular varias estructuras de su sociedad, pero a la hora en que este texto cierra su redacción, la tendencia en el escrutinio de los votos muestra una mayoría para el NO.
Los reportes de los diversos medios de comunicación –tradicionales e independientes- informaron desde las primeras horas de una mayoritaria participación en el plebiscito para aprobar o no la propuesta de una nueva Constitución emanada de la Convención Constituyente, en generar el pueblo chileno respondió a una histórica cita con su futuro inmediato, al menos 13 millones participaron.
En sus manos el pueblo chileno ha tenido una oportunidad histórica de reformular varias estructuras de su sociedad, pero a la hora en que este texto cierra su redacción, la tendencia en el escrutinio de los votos muestra una mayoría para el NO (más del 60%), un rechazo que de concretarse deberá ser analizado con la madurez política y la responsabilidad social que requiere por parte de las fuerzas progresistas y de izquierda. El porqué de esta decisión histórica debe afrontarse aunque incomode y aunque eleve el ánimo en los debates. En los próximos días se comenzará a observar el costo de esta inclinación, ya que es evidente que la sombra de Pinochet aún pesa y se deberán develar las razones.
Los más de 350 artículos de la propuesta constitucional, reúnen proposiciones que formulan una democracia representativa y una democracia directa, mismas que son inéditas en la realidad política del país sudamericano, uno de los innovadores planteamientos que se redactaron es la mirada general que permea todo el documento basada en la paridad junto a una propuesta ecologista, representando estos elementos la base de la reivindicación de muchos derechos sociales violentados. El carácter plurinacional, la autonomía en territorios indígenas y el sistema de Gobierno presidencial con bicameralismo asimétrico –que podría poner fin al Senado-, son las reformas planteadas que mayor rechazo encontraron en los sectores de la derecha conservadora, algo que ya hemos visto en países como Ecuador y Chile, donde el carácter plurinacional del Estado generó reacciones violentas –incluido un Golpe de Estado en Bolivia- por parte de los grupos más arcaicos del conservadurismo neofascista latinoamericano. Sería muy ingenuo pensar que la campaña contra la nueva Constitución efectuada por la derecha no incluyó al miedo y la zozobra como acostumbran y como hemos visto en otros países de nuestra América.
Al momento de emitir su voto, el presidente Gabriel Boric, señaló que llamaría a la “unidad nacional”, indicando que: “puedo garantizar que nuestra voluntad y acción, independiente de cuál sea el resultado, será convocar a una amplia unidad nacional de todos los sectores, de las organizaciones sociales, de la sociedad civil, de los partidos políticos”. Lo cierto es que la inclinación en el plebiscito muestra que el carácter subjetivo de la correlación de fuerzas no puede subestimarse a la hora de las propuestas de transformación, mucho menos cuando se pretenden por la vía de la legalidad que representa en muchos sentidos, el peso de una tradición que de forma inconsciente asegura su supervivencia.
La decisión del NO –si es oficial su victoria- no significa el fin de la lucha por un nuevo Chile, pero si obliga al replanteamiento de sus formas, a la recisión minuciosa del documento constitucional propuesto y, seguramente, abrirá las calles al regreso de las movilizaciones sociales. La esperanza de una “hermosa plaza liberada” cargada de justicia sigue, a pesar de todo.
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