El descubrimiento de chuzadas al sistema telefónico de periodistas, defensores de derechos humanos, políticos y magistrados en Colombia volvió a poner sobre el tapete el peligro que reviste pensar y decir lo que se piensa, y de otro lado, que al interior de las fuerzas militares hay quienes se prestan para hacer este tipo de […]
El descubrimiento de chuzadas al sistema telefónico de periodistas, defensores de derechos humanos, políticos y magistrados en Colombia volvió a poner sobre el tapete el peligro que reviste pensar y decir lo que se piensa, y de otro lado, que al interior de las fuerzas militares hay quienes se prestan para hacer este tipo de seguimientos a quienes consideran enemigos del sistema. Grave a todas luces.
Las denuncias de la revista Semana sobre las verdaderas razones del retiro del general Nicacio Martínez, comandante del Ejército, directamente relacionadas con el espionaje a las llamadas telefónicas de varios ciudadanos, ponen de manifiesto que todo cuanto se dice y se hace, incluso, lo que se escribe, puede estar siendo visto con el filtro de «peligrosidad» para el establecimiento. Hacia ese objetivo se ha direccionado la utilización de los equipos de última generación de que disponen algunas unidades militares.
No es algo nuevo. Hace casi diez años, el entonces Departamento Administrativo de Seguridad-DAS-estuvo inmerso en un escándalo por chuzadas que, igual, incluía a periodistas, defensores de derechos humanos, políticos y magistrados.
Lamentable para la institucionalidad y, en particular, para el ejército, encargado de un aspecto tan relevante como la seguridad para la ciudadanía, la salvaguarda de la soberanía nacional y el respeto a los Derechos Humanos y el Derecho Internacional Humanitario.
Cabe recordar que el desempeño del general Nicacio Martínez estuvo rodeado de escándalos, y deja una larga estela sobre la que difícilmente podrán echar una cortina de humo, como el supuesto atentado al presidente del partido Farc, Rodrigo Londoño.
Los colombianos reclamamos investigaciones que den con los responsables, porque no son todos los militares quienes están comprometidos. Pero ese grupo reducido que violenta el derecho a la libre expresión, a través de estas chuzadas, empaña lo que están haciendo en cumplimiento de su obligación constitucional, aun cuando el presidente Iván Duque esté empecinado en vender a nivel internacional, la imagen de Colombia como un paraíso.
Interceptaciones intimidantes
Estas interceptaciones ilegales resultan intimidantes. Ninguno de quienes tenemos una opinión contraria, que no es un delito sino un derecho inalienable en todo país que se precia de respetar la libertad de expresión, nos sentimos seguros. Desdicen de un gobierno que sigue la ideología del hoy senador, Álvaro Uribe Vélez, en cuyos dos períodos de presidencia se presentaron desapariciones forzadas, muertes de líderes sociales, y censura al ejercicio periodístico.
La Fundación para la Libertad de Prensa-FLIP-rechazó esta situación y reclamó una investigación que genere resultados. Alrededor de este pronunciamiento, todos debemos cerrar filas.
No cabe menos que reclamar la solidaridad internacional de quienes escriben sobre lo que piensan, de aquellos que en la intelectualidad encuentran el ambiente propicio para proponer y generar cambios, de tal manera que lo que está ocurriendo en Colombia no pase inadvertido. Es por razones humanitarias, en un país en el cual escribir es otra forma de suicidio…
Blog del autor www.cronicasparalapaz.wordpress.com
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.