El pasado 25 de Abril aparecía la encuesta de población activa. Los datos de la misma son escalofriantes: 6.202.700 parados en España, una tasa de desempleo del 27’16 %, 322.300 puestos de trabajo menos en el último trimestre, siete comunidades autónomas en las que el paro supera el 30 %, más de 2.000.000 de familias […]
El pasado 25 de Abril aparecía la encuesta de población activa. Los datos de la misma son escalofriantes: 6.202.700 parados en España, una tasa de desempleo del 27’16 %, 322.300 puestos de trabajo menos en el último trimestre, siete comunidades autónomas en las que el paro supera el 30 %, más de 2.000.000 de familias sin ingresos, etc., etc. La situación actual es dantesca y extremadamente preocupante. Las consecuencias de las cifras anteriores todavía no son visibles en toda su magnitud, pero los factores que las hacen invisibles (sostén familiar, caridad y beneficencia, medios de comunicación…) están prontos a desaparecer. Y lo más preocupante, si cabe, son las expectativas futuras de una sociedad que tiene sus esperanzas volcadas en un gobierno cuya cerrazón e intereses espurios son manifestados a diario, y en una oposición bipartita, cuya credibilidad y capacidad de cambio es nula. Estos (PP y PSOE) han iniciado desde hace tiempo su huida hacia delante. Al grito de sálvese quien pueda, comparecen en sus tribunas de diputados o ante unos medios de comunicación a su servicio y al servicio de la causa de los capitales, exponiendo unas verdades y métodos repetidos hasta la extenuación pero que, no por ello, empiezan a tener eficacia ni a mostrar sus bondades. Sí es cierto que están produciendo pingües beneficios sobre aquellos que tan meticulosamente las han diseñado, y que se traducen en el empobrecimiento del ciudadano, la pérdida de derechos sociales, el derrumbamiento de derechos básicos como la Educación y la Sanidad, o la pérdida de soberanía y de derechos laborales. ¿Para qué y para quién?
Nosotros, los que estamos al otro lado, la inmensa mayoría de los y las ciudadanos y ciudadanas que pueblan los denominados PIGs (Grecia, Italia, Portugal, España, Irlanda), somos y seremos los grandes sacrificados de estas crisis que hoy nos asisten. Somos nosotros quienes andamos desempleados, quienes tenemos que acudir a la caridad para comer, quienes trabajamos con un número cada vez mayor de alumnos o pacientes, a quienes se les ha expropiado, en aras de no sé sabe qué, sus escasos ahorros, quienes nos sentimos en la cuerda floja cada vez que el jefe quiere hablar con nosotros, quienes vemos más grande el tajo y más pequeña la moneda en la mano, llegando a cantar eso de que «trabajo de sol a sol, por un dinero que en la mano no se ve» o quienes temblamos de miedo y desesperación cuando la palabra pensiones se oye desde cualquier altavoz. Y así, sin apreciar la tragedia, de forma sutil, nuestras filas son engrosadas por un número más y más grande se seres humanos condenados a la misma suerte que nosotros.
El rumbo ha de cambiar y para ello, nuestros gritos y reivindicaciones han de ser de largo alcance y soberbias en su ambición. ¿Qué podemos reivindicar? Serían muchas las reivindicaciones pero vaya un avance:
1.- Exigencia a la UE y al BCE para la puesta en marcha de un programa de políticas de fomento y creación de empleo. Creación de un marco exterior de comercio. Revisión del modelo de financiación de los estados miembros y del papel a desarrollar por el BCE. Recuperación de la soberanía económica nacional. Revisión de la deuda nacional pública y auditoría para el reconocimiento de parte de la deuda como ilegítima. Reivindicación de un proyecto europeo que esté vinculado a las necesidades de España y crítica y rechazo frontal al modelo actual que subordina las necesidades del país a las exigencias de la banca y los mercados.
2.- Denuncia de las políticas de déficit como herramientas de coacción y represión a los estados y por ende, a la inmensa mayoría de ciudadanos y ciudadanas.
3.- Denuncia sistemática de los paraísos fiscales así como de las políticas de evasión de impuestos. Criminalización de los estados receptores de dinero evadido y de las empresas evasoras. Mecanismos de intervención, publicitación y coerción sobre multinacionales fraudulentas. Desarrollo de políticas exteriores de colaboración en este sentido.
4.- Persecución implacable del fraude fiscal y laboral, dotando para ello a los organismos pertinentes de los recursos necesarios para el desempeño eficaz de su labor.
5.- Limitación de la renta máxima a percibir en proporción 1:10 con respecto al SMI. Redistribución de la riqueza. Impuesto sobre dividendos con cargo a políticas salariales a las grandes empresas españolas. Aumento de la masa salarial en pos de las ganancias de las grandes empresas que operan en España.
Estas cinco medidas no han de ser propuestas que se conviertan en salvas al aire; han de ser la punta de lanza de las reivindicaciones y exigencias que los españoles hagamos en cada momento o lugar, y debemos hacerlas, junto a las que vengan, con la vehemencia y la fuerza que nos da el poder de la razón y la justicia social. La implementación de las mismas, por lo pronto, haría posible la tan deseada reactivación del empleo vía aumento de servicios y prestaciones sociales, aumento del consumo interno y aumento de la masa monetaria disponible para poder hacer frente a políticas reales de creación de empleo.
En el estado actual de cosas, este pasado año 2012 ha sido el primero en toda la serie histórica en el que las ganancias acumuladas por las empresas ha sido superior a la masa salarial total percibida por los trabajadores españoles, las políticas de reducción frenética del déficit público, formuladas en un modelo económico diseñado por los economistas de Harvard Carmen M. Reinhart y Kenneth S. Rogoff -y que hoy sabemos erróneo y que incorpora errores de bulto, puestos al descubierto por un estudiante de doctorado norteamericano e impropios de personas de este nivel- están llevando a los ciudadanos y ciudadanas a situaciones límite de pobreza y exclusión social (casi 10.000.000 de personas en España viven con menos de 7.300 euros al año), el fraude fiscal al Estado en el ejercicio 2012 ha sido de más de 90.000 millones de euros y de éstos, como denuncia el sindicato de técnicos de Hacienda, el 72 % proviene del fraude realizado por las grandes empresas y las grandes fortunas, mientras el 80 % de los recursos de personal de Hacienda se dedica a investigar a ciudadanos medios y pequeñas empresas, o nos desayunamos con sueldos siderales de ejecutivos y miembros de consejos de dirección de empresas, como el sueldo de la señora Belén Romana, presidenta de la Sociedad de Activos procedentes de la Reestructuración Bancaria (Sareb, más conocido como banco malo), que se eleva hasta los 32.916 euros mensuales, sociedad que acumuló unas pérdidas de 5’94 millones de euros en pérdidas. ¿Qué más tenemos que aguantar y cuánto tiempo más estamos dispuestos a esperar?
Jorge Alcázar González. Miembro del Colectivo Prometeo y del Frente Cívico Somos Mayoría.
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