El mundo enfrenta hoy una crisis financiera y económica de amplio espectro. También vive el desequilibrio ambiental, el debilitamiento de la hegemonía norteamericana, y otros fenómenos de gran impacto. En ese contexto se mueve América Latina. Los pueblos indo-afro-americanos están buscando y construyendo – a pasos agigantados – identidad, autonomía, democracia e inclusión social. Europa, […]
El mundo enfrenta hoy una crisis financiera y económica de amplio espectro. También vive el desequilibrio ambiental, el debilitamiento de la hegemonía norteamericana, y otros fenómenos de gran impacto. En ese contexto se mueve América Latina. Los pueblos indo-afro-americanos están buscando y construyendo – a pasos agigantados – identidad, autonomía, democracia e inclusión social. Europa, EE.UU. y el mundo entero están a la expectativa de ese proceso. Y allí está Colombia. En la esquina estratégica más importante de América, eje nodal de todos los proyectos estratégicos del subcontinente. [1] Enfrentada a seguir en la pre-modernidad o a sumarse al avance democrático popular.
En medio de ese panorama global, continental y nacional está el proyecto político denominado Polo Democrático Alternativo PDA. Recoge en su seno hombres y mujeres que sintetizan experiencia, conocimiento, sacrificio, honestidad y ética acumulada durante los últimos 50 años. Es la esperanza concentrada de un pueblo. Están allí representadas todas las tendencias de una izquierda variopinta que había intentado unificarse desde los tiempos del Frente Unido del cura Camilo Torres (1963), sin poder lograrlo. De allí los esfuerzos de las clases dominantes por evitar su consolidación. «Cuando los de abajo nos unimos, los de arriba tiemblan», decía un activista social.
Breve recuento histórico
La izquierda colombiana ha estado dividida desde su creación. Los principales dirigentes del Partido Socialista Revolucionario PSR de los años 20 fueron desconocidos cuando se fundó el Partido Comunista (1930) [2] . Los comunistas nunca entendieron ni aceptaron al principal caudillo popular y líder carismático colombiano del siglo XX, Jorge Eliécer Gaitán, fundador de la UNIR [3] . Después, la lucha guerrillera y las líneas socialistas y comunistas internacionales dividieron a la izquierda entre abstencionistas pro-lucha armada y «electoreros»; foquistas, pro-cubanos, maoístas, trotskistas, y decenas de líneas, atomizaron a la izquierda durante muchos años.
En los años 70 y 80, aparece el M-19, movimiento innovador, conectándose con la realidad nacional, con sentido pragmático pero trasmitiendo idealismo y mística, rechaza los dogmatismos y los alineamientos internacionales, y utiliza una simbología nacional y popular. Fue un viento renovador del cual sigue alimentándose parte de la izquierda actual. Incentivadas por este reto, las FARC en 1985 lanzan el proyecto de la Unión Patriótica. Fue un paso enorme. La izquierda armada, tradicional, «ortodoxa» – para muchos -, se atrevió a arriesgar. Y… ¡sí que arriesgó! Pero lo hizo con un pié en la insurgencia y otro en la civilidad. Error histórico que las clases dominantes cobraron con brutalidad y sangre. Más de 3.000 militantes asesinados en el lapso de 10 años representan ese legado de sacrificio y horror.
Las dos vertientes que hoy se disputan la dirección del Polo se manifestaron por separado en los años siguientes. Los unos, firman los acuerdos de Paz que llevaron a la convocatoria de la Asamblea Nacional Constituyente de 1991. Los otros, no participan de ese proceso que, para ellos, era legitimar un régimen antidemocrático, sanguinario y neoliberal. Fue – según esa visión -casi una traición. Así son de profundas las diferencias acumuladas que son parte de nuestros problemas actuales.
A finales de siglo XX empiezan a confluir las fuerzas de izquierda. El movimiento social presionó por la unidad. Aparece el Frente Social y Político FSP y después el Polo Democrático Independiente PDI. En el 2003 una reforma política electoral obliga a unificarse a los diferentes sectores. Se sella la fundación del PDA con la llegada de Alternativa Democrática, que recogía entre otras, una de las agrupaciones históricas de orientación marxista más particular de la izquierda colombiana, el MOIR [4] . Con un programa consensuado, el «Ideario de Unidad», y un candidato inédito, el maestro Carlos Gaviria, de origen liberal, se obtienen 2 millones 600 mil votos en 2006, la mayor votación que ha obtenido la izquierda en Colombia.
El momento y las concepciones políticas
Hoy este proyecto político enfrenta una fase crucial. Acaba de superar parcialmente un conato de división que – adportas de una campaña electoral – hubiera sido una herida mortal. Los antecedentes tienen como referencia el reciente congreso del Polo pero las diferencias vienen de atrás. Hace dos años – a finales de 2006 – con ocasión de la crisis de la parapolítica, Gustavo Petro, senador y carismático dirigente del «sector democrático», lanzó su propuesta de «Acuerdo Nacional por la Verdad». Convocó a todos los sectores y personas decentes de la nación a firmar un acuerdo para «separar la política del crimen». Invitaba – intrépidamente – al mismo presidente Uribe a participar de ese acuerdo. Sólo un sector del Polo lo acompañó en ese propósito. La iniciativa no cogió fuerza, y Petro tuvo que emplearse a fondo en una especie de «juego de la subasta» [5] con Uribe. Los ataques arteros del presidente, cobrándole su pasado guerrillero, lograron desgastarlo políticamente. Serias lesiones dejó ese traspié.
La concepción política que sustentaba esa propuesta, es la que hoy enfrenta a las dos principales vertientes de la izquierda colombiana. Es la misma discusión que estuvo detrás del llamado al «Diálogo Nacional» que hizo Jaime Bateman en los años 80 o la que se dio con ocasión de la Constituyente de 1991. Para el «sector democrático» es necesario obligar al contradictor político a jugar en un mismo escenario, para lo cual hay que ser propositivo. La izquierda tradicional, atada a la visión insurreccional de «toma del poder», aspira a derrotar totalmente a las clases dominantes. Los caminos intermedios, los avances democráticos, los acuerdos con quien representa al régimen, según ellos, sólo conducen a la entrega y la conciliación. Son visiones fuertemente encontradas.
Ello explica – en parte – el hecho de que la izquierda «tradicional» no cuente con experiencia administrativa en gobiernos locales o regionales. Parten del precepto que administrar gobiernos municipales o departamentales sin controlar el «poder político nacional» (Estado central), sólo sirve para ayudarle a resolver los problemas a las clases dominantes. Según dicha concepción, desde esos gobiernos se termina siendo funcional y operativo al modelo.
Esas dos visiones se van a enfrentar en la consulta del Polo en el mes de septiembre/09. Carlos Gaviria aspira a ganar la consulta interna para ratificar la decisión del congreso del Polo de ir con candidato propio a las elecciones de mayo de 2010 (primera vuelta). Cuenta con la ventaja de ser mayoría en la estructura del partido y haber alcanzado la importante votación de 2006. Gustavo Petro buscará ganar la consulta con la propuesta de que el Polo debe tener como prioridad la integración de una gran confluencia democrática para derrotar el proyecto uribista. La izquierda tradicional pretende ganar las elecciones con un programa netamente anti-neoliberal, mientras que el «sector democrático» coloca en primer lugar la defensa de la democracia instituida por la Constitución de 1991. Lecturas diferentes del momento político se van a medir por el favor del electorado.
El partidor a un año de la primera vuelta, escenarios y perspectivas
El bloque uribista en el gobierno le apuesta a la reelección. Si no consigue aprobar el referendo todo apunta a que se unificará alrededor de Juan Manuel Santos. Sergio Fajardo, con un proyecto ciudadano, pretende convertirse en un candidato alterno a Uribe, pero sin necesidad de enfrentarlo. Intenta canalizar el rechazo que se percibe en una parte de la sociedad colombiana a la polarización entre izquierda y derecha. En una dinámica similar han presentado sus nombres como precandidatos los ex-alcaldes de Bogotá Antanas Mockus, Enrique Peñalosa, y Luis Eduardo «Lucho» Garzón. Completa este grupo Martha Lucía Ramírez, ex-ministra de defensa del primer gobierno de Uribe. Además, el partido liberal impulsa una consulta interna para escoger candidato a la presidencia entre 7 candidatos, que tienen una relativa baja aceptación en el electorado, y el partido conservador hará también su consulta pero lo más seguro es que estará en la coalición uribista.
Que Petro haya aceptado participar en la consulta del Polo (en las condiciones que hayan sido, así fuera echándose para atrás) es un hecho político de enorme importancia. Los titulares estaban preparados para darle carta de defunción al proyecto de izquierda. La manera como se adelante la campaña y la preparación de las fuerzas enfrentadas para respetar los resultados obtenidos, va a ser un elemento fundamental para el futuro político – no sólo del PDA – sino de todo el país.
Es claro que al interior del Polo hubo un movimiento para atraer a las fuerzas petristas. La decisión de «Lucho» Garzón de irse del partido puso en evidencia la gravedad de una escisión absoluta. Pudo más la racionalidad política que la radicalización ideológica. La no invitación a Petro al evento de los «quíntuples» significa que el denominado «centro político» no está muy dispuesto a encontrar puntos de acuerdo con la izquierda. Se puede concluir que para hacer virar ese centro hacia la izquierda, se requiere, no sólo argumentos, sino fuerza política.
Cambia nuevamente el panorama político al unificarse el PDA (así sea precariamente). Quienes colocan énfasis en la construcción de la confluencia democrática como los que aspiran a que el Polo vaya a las elecciones con candidato propio, deberán realizar los máximos esfuerzos para que la consulta interna cobre fuerza. He ahí un punto de encuentro. Los escenarios a la vista son múltiples. Entre ellos se pueden destacar los siguientes:
1. Que la consulta del Polo se potencie, la del partido liberal no despegue, las candidaturas de independientes se diluyan, y se den las condiciones para que la izquierda se coloque al frente de una gran confluencia democrática que enfrente al proyecto uribista. Es la situación ideal pero de muy difícil realización.
2. Que se consolide una confluencia de «centro» sin participación del Polo, las consultas partidarias (Polo, liberales) no despeguen, y por tanto se creen condiciones para que continúe en el gobierno la derecha uribista o se presente una «transición insípida», al estilo de la que encabezó en el Perú el presidente Alejandro Toledo.
3. Que la consulta del Polo la gane Carlos Gaviria con una relativa fuerza, el partido liberal realice un ejercicio aceptable, y la candidatura de Fajardo se posicione a nivel nacional recogiendo las fuerzas de centro. Ese equilibrio podría llevar a participar en forma dispersa en la primera vuelta facilitándole las cosas al bloque uribista. Una segunda vuelta, si se da, generaría las condiciones para la confluencia.
4. Que en medio de esa gran cantidad de candidaturas (7 liberales, 2 del Polo, los «quíntuples» y las que pueden aparecer), no se logre entusiasmar a la gente, y Uribe y su proyecto se mantengan como el único referente de autoridad y gobernabilidad. La dispersión de candidatos envía señales de gran debilidad.
Todos estos escenarios dependerán de otras variables como la profundización de la crisis económica, las presiones internacionales contra la reelección por efecto del desprestigio del gobierno ante las evidencias de violación de derechos humanos y la corrupción, pero también, de las acciones violentas de las FARC y/o los triunfos militares del gobierno, que en últimas tienen el mismo efecto mediático y electoral a favor de Uribe.
[1] Ver: IIRSA. Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Suramericana
[2] Uribe, Tila. «Los años escondidos: sueños y rebeldías en la década del veinte». Editorial CEREC, Bogotá, 1984. La autora es hija de Tomás Uribe Márquez.
[3] UNIR: Unión Nacional de Izquierda Revolucionaria fundada por Gaitán en 1933.
[4] MOIR: Movimiento Obrero Independiente y Revolucionario fundado por Francisco Mosquera en 1969.
[5] Davis, M. D. Introducción a la teoría de juegos. Alianza Editorial, 1ª edición. 1971