Aire o agua. Al parecer, tal es el novedoso combustible con que funcionan los vehículos particulares en Sancti Spíritus y en casi toda Cuba. ¡Cosas veredes, amigo lector!, le exclamaría el difunto monarca Alfonso VI al Mío Cid. Pero, mirándola bien, esa invención isleña no tiene ni un átomo de nueva, porque al robo de […]
Aire o agua. Al parecer, tal es el novedoso combustible con que funcionan los vehículos particulares en Sancti Spíritus y en casi toda Cuba. ¡Cosas veredes, amigo lector!, le exclamaría el difunto monarca Alfonso VI al Mío Cid. Pero, mirándola bien, esa invención isleña no tiene ni un átomo de nueva, porque al robo de combustible en entidades hasta el propio Aristóteles quizás le haya dedicado alguno de sus tratados filosóficos.
Y como el genio de la Antigua Grecia también disertó sobre la ética, me cuestionaría si me desentiendo de las evidencias. Aquí les van.
El promedio de venta por vehículo en la red de servicentros bajo las riendas de CIMEX fue de 0.71 litro de gasolina por mes en el 2016; hasta febrero del actual año, de 1.1 litros, y en marzo bajó a 0.90. Hasta mediados de abril, el panorama mostraba similar pinta, como da cuenta la Oficina Nacional para el Uso Racional de la Energía (Onure) en Sancti Spíritus.
¿Robo o desvío de gasolina? Disculpen, pero no corren tiempos de apelar a eufemismos. Admitámoslo; es robo de un recurso -igual ocurre con el diésel- en un país cuya economía anda a gatas, lamentablemente. El decrecimiento del Producto Interno Bruto en un 0.9 por ciento al concluir el pasado año constituyó una noticia que no hubiéramos querido escuchar.
Y mientras las autoridades estatales se devanaban los sesos para que los apagones no fueran el pan nuestro de cada día, sobre todo durante el segundo semestre del 2016 -golpeado por limitaciones en los suministros de combustibles y las tensiones financieras-, una parte no desestimable de los carros particulares viajaba por las carreteras a costa del mercado negro, abastecido por el Estado.
Por el Estado, no. Provista por quienes permanecen atentos a la menor falta de control para robar y vender por la izquierda el combustible, que si me atengo a la magnitud del fenómeno, los choferes apenas son el rostro más visible. Detrás se encuentra el personal administrativo (funcionarios, dirigentes), responsabilizado con su custodia y empleo racional.
Las sesiones del Parlamento cubano, en diciembre pasado, correspondientes a la VIII Legislatura, no anduvieron con medias tintas en el análisis de esta problemática. Las intervenciones de los diputados y los informes presentados ante el plenario por los ministerios de Economía y Planificación y de Finanzas y Precios, así como la intervención del titular de Energía y Minas, Alfredo López, confirmaron un secreto a voces: el robo de combustible persiste, en mayor o menor grado, en todo el país y lleva contra las cuerdas el ahorro y el uso racional de un recurso imprescindible.
También un reciente análisis del Buró Provincial del Partido arrojó pistas más concretas sobre el asunto. Siete entidades, de las 15 inspeccionadas por la Onure en Sancti Spíritus en el 2016, llevan la cruz de la calificación de Deficiente. He aquí sus nombres y apellidos: Pecuaria Sancti Spíritus, Fábrica de Cemento Siguaney, Empresa Provincial de Acueducto y Alcantarillado, Empresa Provincial de Transporte, Servicios Comunales del municipio de Sancti Spíritus, Universidad de Ciencias Médicas y Unidad Presupuestada de Salud Provincial; en este último caso, particularmente, se descubrió un robo de más de 900 litros en La Sierpe.
Sería infantil pensar que una calificación de este tipo responde a los caprichos de inspectores. Grosso modo, las violaciones detectadas van desde irregularidades en las hojas de ruta, niveles de producción que no se corresponden con el combustible supuestamente consumido, deficiencias en la prueba del litro, hasta carros serviciados con una cantidad de gasolina por encima de las capacidades de sus tanques, algo que pudiera arrancarnos una sonada carcajada; pero la gravedad del asunto la abortaría al segundo.
En un rapto de pesimismo podría también pensar que la impunidad se legitimó. Trato de que no me venza ese criterio. Las 27 denuncias formuladas por anomalías en la comercialización de combustible dan señales de que no todo sigue igual.
Convengamos en otra realidad: si se pretende cerrar la llave del robo de combustible, deben ponerse los ojos en sus causas; lo demás devendría pura escaramuza. La ausencia de control les ha servido el combustible en la mano a los ladrones. Ni el precio de este en los servicentros de CIMEX S.A., donde se cotiza el litro de gasolina a mayores valores con respecto al mercado negro, ni la necesidad económica personal pueden justificar que alguien venda o compre un recurso que es patrimonio estatal.
Ajustados a lo visto, el fenómeno no se llevará a la mínima manifestación posible con campañas recicladas. ¿Cuántos recordamos la Operación Primero de Enero, dirigida personalmente por Fidel y protagonizada por los trabajadores sociales en el 2005 y el 2006, con el fin de desterrar el desorden y el relajo imperantes en gran parte de los servicentros cubanos? Aquella cruzada demostró que en esas unidades el robo estaba, como la caña, a tres trozos.
No ha habido escenario donde el Presidente cubano Raúl Castro no haya reflexionado en torno a la necesidad de ser sistemáticos en el enfrentamiento a las problemáticas, incluso, a contenerlas antes de nacer o cuando empiezan a observarse sus primeros síntomas. Evidentemente, abundan las direcciones de entidades administrativas que solo se han detenido a escuchar las orientaciones del mandatario. Apenas escuchar. ¿Lo asegura este reportero en un trance de intolerancia? No. Lo revelan las estadísticas de la Onure en Sancti Spíritus.
Si bien es cierto que el montaje del Sistema de Posicionamiento Global -GPS por sus siglas en inglés- en medios de transporte de la provincia sacó a flote el descontrol de gasolina y de diésel existente en las entidades donde se instaló, el país no goza de solvencia financiera para llevar la medida a cada vehículo, obviamente.
De suficientes estructuras estatales y políticas se dispone para encarar el robo; léanse Consejos de la Administración tanto a nivel municipal y provincial, Consejos Energéticos, consejos de dirección de empresas y organismos, instituciones u órganos de fiscalización e inspección, núcleos del Partido, comités de base de la Juventud, secciones sindicales… Ninguna por sí sola reducirá este fenómeno, que creció como la zarza en los potreros.
Fuente: http://www.escambray.cu/2017/combustible-por-la-izquierda/