Dibujo: Carlos Latuff «Vivo en el país más rico del mundo, cuya única materia prima es el dinero de los demás» (Jean Ziegler) Latinoamérica es reconocida por su biodiversidad. Desde hace 500 años, el territorio americano viene siendo sistemáticamente explotado para la extracción de lo que es llamado «recursos naturales». Los comunes -que comprenden […]
Dibujo: Carlos Latuff
«Vivo en el país más rico del mundo, cuya única materia prima es el dinero de los demás» (Jean Ziegler)
Latinoamérica es reconocida por su biodiversidad. Desde hace 500 años, el territorio americano viene siendo sistemáticamente explotado para la extracción de lo que es llamado «recursos naturales». Los comunes -que comprenden toda la biota y ecosistemas, y que son patrimonio colectivo- fueron transformados en recursos y apropiados, o más bien usurpados, por una lógica feudal e imperial que se modernizó, guardando la misma impronta colonialista.
Los commodities son artículos de consumo que se encuentran en su forma natural, o sea, sin haber pasado por un proceso de industrialización. Son las llamadas materias primas que sirven para la manufactura de otros bienes o para consumo directo. Su asociación con el mercado financiero no es por casualidad, ya que también significa mercancía; un bien transable, negociable y, sobre todo, especulable.
La negociación del precio de las materias primas es realizada vía electrónica por los llamados brokers y es posible negociar cualquier commodity sin, necesariamente, tener la intención de adquirir el producto. Es decir, el bien que se negocia pasa a ser apenas un papel negociable de acuerdo con las condiciones del mercado. En el caso de los alimentos, los inversionistas negocian cosechas futuras para después especular con el precio. La crisis financiera que empezó en fines de 2007, como consecuencia del rompimiento de la cadena especulativa inmobiliaria estadounidense, hizo que el mercado buscase alternativas para garantizar la supervivencia del modelo de negocio.
Una importante alza en las transacciones de commodities se dio a partir del año 2008. Los precios de los principales bienes primarios llegaron a aumentar 183% y las inversiones en mercados futuros llegaron a 14% del total del mercado. El valor estimado fue de 55.000 millones de dólares en 52 días hábiles del dicho año. Si por un lado los medios de comunicación hegemónicos celebraban un aumento en la producción de alimentos, intentando instalar el discurso de que era necesario alimentar al mundo y evitar una crisis alimentaria; por otro, los pueblos de los países del Sur trataban de denunciar las consecuencias de la especulación con los alimentos que desencadenó un aumento en los precios, agravando la situación de pobreza y hambre de las mayorías sociales.
La fiebre de los commodities también impactó, y sigue impactando, en los territorios donde los monocultivos destinados a la exportación llegan a tomar casi todas las áreas cultivables y que reciben inversiones de transnacionales que asfixian a los pequeños productores, además de disminuir las superficies destinadas a los cultivos de hortalizas para la alimentación humana. La producción industrial también lleva al uso extensivo de agrotóxicos que dañan los ecosistemas, generando gastos a los Estados y otros perjuicios no mensurables, y que no es contabilizado como un costo por las gigantes del agronegocio.
El destino de los cereales exportables contradice el discurso de que la población mundial ha aumentado y, por ende, es necesario producir más alimentos. La realidad es que gran parte de los monocultivos está destinada a la producción de agrocombustibles, visto como una oportunidad a los inversionistas frente a la crisis climática y el falso planteo de que los llamados «biocombustibles» serían una alternativa sustentable a los combustibles de matriz fósil.
Cada cinco segundos, un/a niño/a menor de diez años se muere de hambre en el mundo. Los conflictos por la tierra y el asesinato de pueblos originarios, afrodescendientes y campesinos es una triste realidad a la que se enfrenta la resistencia de quienes nunca dejaron de luchar por pan, tierra y trabajo. Por ello, desde Virginia Bolten, preguntamos, ¿hasta cuándo la ganancia de unos pocos seguirá siendo más importante que la vida de las mayorías?
Referencias: http://www.cadtm.org/Volvamos-a-hablar-de-las-causas-de ; http://www.cadtm.org/spip.php?page=imprimer&id_article=10040#nh20