Luces sobre cómo perciben mujeres negras y mestizas las inequidades en el acceso a las oportunidades económicas de la actual reforma en Cuba, arrojan los resultados parciales de una investigación desarrollada por una joven investigadora cubana. De acuerdo con entrevistas a mujeres negras y mestizas en La Habana, realizadas por la socióloga Geydis Fundora, 96,43 […]
Luces sobre cómo perciben mujeres negras y mestizas las inequidades en el acceso a las oportunidades económicas de la actual reforma en Cuba, arrojan los resultados parciales de una investigación desarrollada por una joven investigadora cubana.
De acuerdo con entrevistas a mujeres negras y mestizas en La Habana, realizadas por la socióloga Geydis Fundora, 96,43 por ciento de ellas está de acuerdo con que «es necesario que el Estado tome nuevas medidas para atender a las personas que están en desventaja económica y social en la actualidad».
A la afirmación sobre que «en Cuba no hay discriminación racial para acceso a trabajo de mejores ingresos», el 78,57 por ciento de la muestra estuvo en desacuerdo, mientras que 67,68 por ciento consideró que en los sectores pobres actualmente prevalecen mujeres, ancianos y negros.
Según Fundora, 71,43 por ciento de las mujeres negras y mestizas de varios municipios de La Habana encuestadas estuvo en desacuerdo con que «en la Cuba actual no predominan las personas que viven en situación de pobreza» y ese mismo por ciento aceptó que, «en la actualidad, es más difícil satisfacer las necesidades básicas que hace 10 años».
Sobre la afirmación de que en el país «quienes no tienen buenos ingresos o cargos de dirección es por falta de esfuerzo», 82,14 por ciento de las entrevistadas se manifestó en desacuerdo, reveló la estudiosa en una presentación pública de sus resultados preliminares.
La encuesta también indaga sobre cómo se percibe la exclusión y la inclusión de mujeres afrodescendientes en diferentes escenarios de la sociedad.
De acuerdo con 28,57 por ciento de las entrevistadas, esta franja femenina está mal representada en los espacios de toma de decisiones políticas relevantes, mientras que similar por ciento las consideró relativamente bien representadas en los empleos de mejores ingresos y 21,43 por ciento las ve ahí mal representadas.
En el ámbito educativo, 25 por ciento de las participantes las considera bien representada e igual por ciento opinó lo contrario.
En los medios de comunicación, la cuarta parte de ellas indicó que están relativamente bien representadas, mientras 21,43 por ciento estimó que en ocasiones está representada de forma negativa y en otras, positiva.
Entre los saldos positivos de los cambios económicos, las encuestadas mencionaron la diversificación de opciones de empleo e ingresos (sector estatal, trabajo privado, cooperativas, entrega de tierras y pluriempleo), estrategias de desarrollo municipal, avances en la descentralización y facilidades para la autogestión en necesidades básicas como la construcción de la vivienda.
También consideraron como favorables los derechos garantizados con la nueva ley migratoria vigente desde 2013, el uso de telefonía móvil y otros, así como la ampliación de acceso a la información mediante el correo electrónico y acceso a Internet en espacios públicos.
Algunos de los saldos negativos en la equidad identificados son el aumento de la pobreza en familias afectadas por reducciones del sector estatal y con insuficientes activos para generar negocios privados, desempleo por insuficiente cobertura en las iniciativas generadas por la reforma y disparidad de ingresos por tipo de inserción en el mercado laboral.
Según arroja el estudio, se perciben negativamente el desigual aprovechamiento de las oportunidades de obtener o reparar la vivienda (irregularidad de los materiales en el mercado y dificultades en la aprobación de subsidios), y el fortalecimiento de procesos de marginalización de grupos sociales que pierden sus redes de amparo por las medidas de racionalización en subsidios y servicios públicos.
Ante ese panorama, Fundora consideró que para seguir pensando las transformaciones en el modelo económico y social cubano, «los cambios deben tener perspectiva sistémica, multidimensional, que incluyan el enfoque de equidad».
A juicio de la investigadora, no basta un enfoque de garantía de derechos e igualdad de oportunidades que desconozca la configuración cultural en sus expresiones sexista y racista, por lo que es imprescindible proyectar el diseño, implementarlo, controlarlo y evaluarlo de una forma más participativa.
Fuente: http://www.ipscuba.net/genero/como-las-mujeres-negras-y-mestizas-ven-las-inequidades-en-cuba/