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Componer e improvisar. Ecosocialismo en el tiempo roto

Fuentes: Viento sur [Imagen: “The Chicago Boy’s Project (El ladrillo)”, de Patrick Hamilton, expuesto en 2019 en el Museo Reina Sofía

«El Ladrillo» es el nombre que se le puso coloquialmente al documento escrito por el grupo de economistas liberales conocido como los Chicago Boys  (1). En él se establecían las políticas económicas a partir de las cuales Chile se convertiría en el laboratorio del neoliberalismo tras el golpe de Estado que acabó con el gobierno de la Unidad Popular y la vía democrática hacia el socialismo. Se recogían medidas como acabar con la gratuidad y los subsidios parciales en la enseñanza superior, así como la privatización de áreas de economía como la electricidad, el agua potable, las telecomunicaciones y del sistema de pensiones. Lo interesante es que este texto se empezó a elaborar en agosto de 1972, y a partir de marzo de 1973 las reuniones de trabajo fueron semanales. El golpe de Estado no ocurrió hasta el 11 de septiembre de 1973. Y ese día, mientras el Ejército golpista chileno bombardeaba el Palacio de la Moneda, las fotocopiadoras de la Editorial Lord Cochrane trabajaban sin parar imprimiendo los extensos ejemplares de “El Ladrillo”. Antes del mediodía del miércoles 12 de septiembre de 1973, con Salvador Allende muerto y Augusto Pinochet liderando la Junta Militar, el documento fue colocado encima de los escritorios de quienes gobernarían la recién estrenada dictadura.

Martín Arboleda menciona este episodio histórico en su libro Gobernar la utopía como ejemplo de anticipación, planificación y aprovechar coyunturas convulsas para aplicar un programa de reformas que rompía con la doctrina económica dominante en las décadas previas (2). El Palacio de la Moneda y las fotocopiadoras echaron humo al mismo tiempo durante aquel martes de septiembre.

Si pausamos ese macabro instante entre la costa del pacífico y la cordillera de los Andes y retrocedemos 18 meses, hasta marzo de 1972, nos encontramos con la publicación del famoso informe “Los límites del crecimiento” encargado por el Club de Roma a un grupo de científicos del Instituto de Tecnología de Massachusetts. Avanzando apenas tres meses, hasta junio de 1972, nos encontramos con la Cumbre de la Tierra en Estocolmo, la cual dio inicio al trabajo de Naciones Unidas en cuestiones ambientales.

Tal y como se mencionaba en el texto de la ponencia inicial de este debate, estos dos hechos constituyen los hitos fundamentales del inicio de lo que hoy denominamos transición ecológica de la economía. Lo que yo trataré de argumentar en este artículo es que para abordar los retos políticos y ecosociales de las décadas que tenemos por delante debemos fijarnos menos en aquellos hitos fundacionales de 1972 y mucho más en los sucesos relativos a “El Ladrillo” en 1973.

El tiempo roto en un planeta en llamas

«¿Necesitamos más investigación? Probablemente no». Así lo afirman Elke Pirgmaier y Julia K. Steinberger en un alegato que demanda a la comunidad científica resituar el foco de la economía ecológica en elementos como el poder, las clases sociales y las raíces de la destrucción planetaria en la acumulación y reproducción ampliada del capital (3). Ya conocemos la mayor parte de los procesos biofísicos que se encuentran detrás del incendio, ahora necesitamos aplicar las mejores herramientas de la Economía Política Marxista para capturar a los pirómanos. Sin embargo, para lograr esto necesitamos algo más que un buen marco de análisis teórico. Asumir la responsabilidad histórica de llevar a cabo una ruptura revolucionaria ecosocialista nos exige pensamiento y orientación estratégica.

Para ello, tal y como señala Christian Zeller, debemos ser capaces de actuar políticamente en un tiempo roto, lleno de cambios bruscos y rupturas (4). Los puntos de no-retorno del cambio climático, los fenómenos meteorológicos extremos o la combinación de desigualdades sociales y escasez de recursos, son expresiones de la crisis ecológica que nos aseguran un futuro próximo marcado por las turbulencias y la inestabilidad. A pesar de ello, la mayoría de las reflexiones y esfuerzos en favor de una transición ecológica siguen moviéndose bajo el marco mental de un tiempo lineal, homogéneo y vacío, vinculado históricamente a las nociones del progreso de la socialdemocracia. Walter Benjamin y Daniel Bensaïd criticaron estas nociones y definieron el tiempo estratégico de la política como un tiempo discontinuo, inconexo y roto.

Es justamente en ese tiempo roto donde tenemos una mínima posibilidad de lograr las transformaciones necesarias para una salida socialmente justa de la crisis ecológica. La radicalidad del diagnóstico debe coincidir con la radicalidad de la práctica política. Con un siglo de diferencia, debemos leer los últimos informes del IPCC que hablan de reducciones drásticas de emisiones de CO2 en apenas 2 décadas junto a las anotaciones de Lenin en las que afirmaba «La gradualidad no explica nada sin saltos. ¡Saltos! ¡Saltos! ¡Saltos!».

Hacer política revolucionaria en un tiempo roto nos exige dos esfuerzos fundamentales. Tal y como lo describió un compañero, son las mismas habilidades que debe tener el buen músico de jazz: componer e improvisar. Y ambas deben ir de la mano.

Los diagnósticos de la crisis ecológica no nos dibujan una imagen nítida de cómo será el futuro próximo. La complejidad de los procesos biofísicos y la imprevisibilidad de los procesos sociales hacen imposible tener una bola de cristal con la que conocer lo que ocurrirá en 5-10-15-20 años. Las consecuencias no son mecánicas, y aún con los mejores análisis solo podemos llegar a intuir el contorno del tablero en el que se desarrollará la historia. Sin embargo, aunque no tengamos una bola de cristal, sí que conocemos lo suficiente de la crisis ecológica como para estar preparadas y actuar con audacia política en las múltiples crisis y conflictos que se van a suceder.

Sabemos que en el futuro próximo van a desarrollarse situaciones como incendios masivos, sequías, crisis energéticas, crisis alimentarias, millones de refugiados climáticos. Estos fenómenos no pueden ser leídos como algo externo, sino que forman parte de las crisis del capitalismo en este momento histórico. Y como tales, deben ser aprovechadas para la práctica revolucionaria. Debemos anticiparnos, planificar y aprovechar las coyunturas convulsas para sumar apoyos masivos a nuestras propuestas de transformación radical de la sociedad.

¿Durante la primavera de 2023 gran parte de las explotaciones agrícolas anuncian que no pueden iniciar la siembra si no se les asegura una ayuda para cubrir los elevados costes energéticos y de fertilizantes? Salgamos con todo para lograr una reforma agraria que redistribuya la propiedad de la tierra e inicie la reconversión hacia técnicas agroecológicas. ¿Durante el verano de 2024 los embalses de las cuencas del Guadiana y el Guadalquivir se encuentran por debajo de su mínima capacidad por la actuación de las empresas eléctricas y miles de cosechas se pierden por las restricciones de riego? Salgamos con todo para acabar con la privatización del sector eléctrico. ¿Durante el otoño de 2025 da inicio una quiebra en cadena del sector de la automoción que emplea a 540.000 personas en el estado español? Salgamos con todo para poner fábricas bajo control popular y reorientarlas hacia la producción de los vehículos necesarios para un sistema masivo de transporte público colectivo y hacia la recuperación de metales estratégicos a partir del desensamblado y reciclado de vehículos al final de su vida útil.

Cada una de estas medidas son urgentes y necesarias desde ya, deberíamos haber empezado hace años, por lo que puede parecer un error esperar hasta que llegue un evento futurible. Sin embargo, tal y como hemos comprobado en las cuatro últimas décadas y como señalan Elke Pirgmaier y Julia K. Steinberger, debemos situar la cuestión del poder en el centro de nuestra estrategia ecosocial. Lograr llevarlas a cabo no ocurrirá por gradualismos, sino por saltos rupturas que sean capaces de aprovechar la coyuntura adecuada para doblarle el brazo al poder de las eléctricas, los terratenientes y el capital de la industria automovilística. Esto es a lo que Andreas Malm se refiere cuando habla de utilizar los síntomas de la crisis climática para impulsar en una revolución contra sus causantes  (5) . Y esto es algo que ya está aprovechando la extrema derecha, en un sentido contrario, tal y como relata el periodista alemán Karl Mathiesen sobre el ascenso del apoyo a Vox en Andalucía a partir de las crisis de escasez de agua (6)..

Es aquí donde enlazamos con los sucesos relativos a “El Ladrillo” chileno. La estrategia revolucionaria del tiempo roto debe ser capaz de anticipar las oportunidades de ruptura que se abrirán en el futuro y tener los ejemplares listos para imprimir en el momento adecuado. Sabemos qué hay que hacer. No hace falta más investigación. Lo que necesitamos es resolver cómo aplicarlo. Algunas transformaciones ecosociales que son urgentes ahora mismo son también incapaces de enlazarse con las normas sociales y significados culturales vigentes. Pero es justamente en aquellos momentos en los que el tiempo se condensa y se rompe cuando nuestras propuestas pueden llegar a ser compartidas y defendidas con la masividad y músculo social necesarios para llevarlas a cabo. Porque, de poco valdría lograr una reforma agraria agroecológica si no eres capaz de aguantar mediante estructuras de poder popular los embates golpistas a los que se verá sometido el proyecto político por parte de los poderes económicos. Será en el proceso de lucha donde construyamos ese músculo que sirva como cimiento para las siguientes victorias, será en la lucha donde se creen las posibilidades de otras realidades y futuros radicalmente más justos.

Pero la política revolucionaria no consiste en esperar a que el momento adecuado llegue. Sino que consiste en construir los partidos y organizaciones capaces de estar preparadas para actuar en aquellos momentos. Tal y como afirman Kai Heron y Jodi Dean: «Ya no tenemos el lujo de la espontaneidad. Para que el cambio climático no intensifique la opresión y acelere la extinción, tenemos que construir y unirnos a organizaciones adecuadas al reto de pensar y actuar en transición” (7). Es en la organización política donde mejor se combinan las habilidades de componer e improvisar que tanto necesitamos en este momento. Por eso, la principal tarea de nuestro tiempo es la de construir un bloque ecosocialista popular, diverso pero sólido, capaz de actuar estratégicamente y golpear de forma conjunta desde diferentes frentes. Tenemos un horizonte lleno de turbulencias por delante, seamos capaces de aprovecharlo (8).

 . https://espacio-publico.com/debate-en-torno-a-la-transicion-ecologica/comment-page-1#comment-7214

Notas:

(1) de Castro Spíkula, S., Sanfuentes, A., Villarzú, J. y Zabala Ponce, J.L. (1992). El Ladrillo”Bases de la política económica del gobierno militar chileno. Centro de Estudios Públicos.

(2) Arboleda, M. (2021). Gobernar la utopía: Sobre la planificación y el poder popular. Caja Negra Editora.

(3) Pirgmaier, Elke y Steinberger, Julia K. (2019). Roots, Riots, and Radical Change—A Road Less Travelled for Ecological Economics. Sustainability, 11, pp.2001. https://doi.org/10.3390/su11072001

(4) Zeller, Christian (9/02/2022). Estrategias revolucionarias en un planeta recalentado. Viento Sur. https://vientosur.info/estrategias-revolucionarias-en-un-planeta-recalentado/

(5) Malm, A. (2020). Una estrategia revolucionaria para un planeta en llamas. En: Garí, M y Álvarez, J (Coord.), Como si hubiera un mañana (3-31). Sylone-viento sur.

(6) Mathiessen, K. (27 de abirl, 2022). How Climate Change is Fueling the rise of Spain’s Far Right. Politico. https://www.politico.eu/article/climate-change-spain-andalucia-far-right-vox-election-2022/

(7) Heron, Kai y Dean, Jodi (26/062022). «Leninismo climático y transición revolucionaria. Organización y antiimperialismo en tiempos catastróficos». viento sur nº 183

(8) Álvarez, Juanjo  y Lallana, Martín (17 de agosto, 2021). «Ecosocialismo: la necesidad de una alternativa revolucionaria». viento sur. https://vientosur.info/ecosocialismo-la-necesidad-de-una-alternativa-revolucionaria/

Fuente: https://vientosur.info/componer-e-improvisar-ecosocialismo-en-el-tiempo-roto/